En el 2003, Jayson Blair solo tenía 27 años de edad y era una de las estrellas de la redacción del The New York Times. El joven afroamericano había llegado al diario estadounidense cuatro años antes, como una de las promesas de la Universidad de Maryland, donde había estudiado periodismo. En aquel 2003, sin embargo, el escándalo acabó violentamente con el prestigio de Blair y puso en cuestión la credibilidad del periódico que desde el 18 de septiembre de 1851, cuando fue fundado por Henry Jarvis Raymond y George Jones, se erigió en uno de los más influyentes del mundo. Blair, desde 1999 había inventado entrevistas, creado escenas en lugares donde nunca había estado y plagiado datos. Bajo esa detestable práctica, en sus últimos seis meses en The New York Times escribió más de 70 notas falsas. El periódico debió admitirlo en un editorial que publicó el 11 de mayo del 2003. El sesquicentenario periódico no tuvo más remedio que someterse el ojo crítico del mundo periodístico y no periodístico, y convertirse en el hazmerreír de su competencia.
¿Por qué Jayson Blair, formado como periodista en la Universidad de Maryland, que está entre las cien más prestigiosas del mundo, cometió esta falta ética? Dar una respuesta es bastante difícil porque es muy complicado interpretar el alma de quienes están dispuestos a recurrir a todo, incluso a lo prohibido, para concretar el sueño de la fama. No obstante, hubiera sido más difícil el nacimiento de esta historia de mentiras, falsificaciones y engaños si hubiera existido liderazgo editorial, como posteriormente reconoció el propio medio de comunicación.
Sin embargo, ¿Eso hubiera sido suficiente para evitar el error? Todo es posible, más aún si la información corre con tanta velocidad en estos tiempos de predominio de redes sociales, donde el rumor suele ser elevado, sin razón alguna, a la categoría de confirmación.
Los periodistas deseamos primicias, y las primicias reclaman primeras planas. Los Jayson Blair rondan las redacciones intentando crear historias suficientemente escandalosas para alcanzar la portada. Los identificaremos, los arrinconaremos y los expulsaremos si actuamos con rigurosidad, como se hace en el periodismo económico, en el que además de escribir bien para crear historias que puedan ser leídas por todos, tenemos que exponer la verdad, que solo la podremos palpar si actuamos con ética y si llegamos a conocer, con exactitud, teorías, conceptos y doctrinas económicas. Los periodistas, sobre todo los que actuamos en este difícil terreno de la economía y los negocios, tenemos la obligación de prepararnos para conocer, y de esta manera interpretar y explicar la realidad adecuadamente, siempre acudiendo a la verdad. Recordemos, la ignorancia nos lleva al terreno de la fantasía, y la fantasía puede conducirnos a la ignominia.
Citaré al lamentablemente fallecido profesor español Manuel Calvo Hernando, quien al definir a un periodista científico decía que tenía que ser, ante todo, periodista. Me apropiaré de la definición del maestro Calvo Hernando para señalar que un periodista económico debe ser, ante todo, periodista, un profesional formado, abierto a su tiempo, familiarizado con los problemas del mundo en que vive, dotado de curiosidad universal y penetrado en las técnicas de su oficio informativo. Claro está, su ejercicio debe ser enteramente ético, pues la ética, como bien dice el colombiano Javier Darío Restrepo, no debe ser una condición ocasional, sino que debe acompañar siempre al periodismo como el zumbido acompaña permanentemente al moscardón.
Hace unas semanas un grupo de periodistas culminamos una especialización en negocios dictada por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, Scotiabank y Profuturo AFP. Capacitación de ese tipo es esencial para los periodistas porque nos ayuda a afianzar los conocimientos, y de esta manera a alejar la tentación de recurrir a la mentira, a la falsificación y al engaño. Es necesario evocar al polaco Riszard Kapuscinski y remarcar que los cínicos, definitivamente, no sirven para este oficio.
COMENTARIOS
Me gusto el artículo, de inmediato relaciono esta situación en nuestra sociedad…cualquier parecido con algún ex ministro es pura coincidencia…la clave sencillamente es ampliar nuestros conocimientos, investigar para ser mas creíbles…de esa manera se camina derecho y se ama lo que se hace.
Patricia, das en uno de los clavos: hay que investigar para conocer más.
el enfoque ético, sin duda es transversal a toda actividad humana y profesional. Excelente articulo periodístico. Sino, como dijo un filosofo peruano, el peridismo se convierte en un “vil oficio”.-
Gracias por escribir, Pedro.
Muy buen artículo. Yo creo que no solo debería extenderse la cuestión ética y de veracidad al periodista económico, sino a toda la prensa. En nuestro caso, vemos a diario cómo los “periodistas cínicos” que engañaron, confabularon, mintieron y se sirvieron de la dictadura fujimorista se presentan y dirigen programas de radio televisión con la más absoluta tranquilidad.
Claro, uno se pregunta si los cínicos no sirven para este oficio, cómo es que aquellos que planificaban entrevistas con Montesinos siguen en nuestra televisión y con mucho éxito.
Saludos cordiales
Son las mismas, estimado Henry, que yo también me hago.
Pienso y creo que para todo profesión, la ética es fundamental. Hay empresas y empresas, principalmente en el área de construcción que la ética no está incluida en sus actividades.
Hemos llegado a un punto en el que parece que la ética no tiene importancia.
Estimado Ricardo, muy interesante tu comentario, sin embargo es preocupante esta afirmación: “Todo es posible, más aún si la información corre con tanta velocidad en estos tiempos de predominio de redes sociales, donde el rumor suele ser elevado, sin razón alguna, a la categoría de confirmación”.
El periodista a través de su pluma y su verbo, lanza muy a menudo acusaciones inconsistentes manchando la honra de gente inocente.
El periodista, o la mayor parte de ellos, en mi modesto entender, no cuentan con una basta cultura o conocimiento en la materia que pretender tocar para entrevistar . Sin embargo se lanzan a hacer comentarios bastante pobres y sesgados, desinformando o desorientando al lector y/o televidente.
No soy politico ni tengo nada contra el periodismo, pero el periodista esta en la obligación de ser uno de los personajes más cultos de la sociedad, actuar con mucha transparencia y sobre todo ser imparcial, cualidades que no se encuentra en la gran mayoria de los periodistas del medio.
En la Televisión vemos en los noticieros que dan a partir de las 7:00 pm (las 5 de las 7) y en el canal N, periodistas que dejan mucho que desear y unos cuantos invitados (entrevistados) que siempre vuelven (siempre son los mismos invitados, solo que dan vueltas en días diferentes). En estos programas no existe imparcialidad para tratar la noticia. El unico periodista que es un Señor del periodismo y que ya no esta en uno de estos noticieros es Guido Lombardi.
A buena hora que están comenzando a capacitarse y ello los impulse a ser imparciales en el tratamiento de una noticia, porque de lo contrario se esta desinformando al lector y/o televidente, lo cual no es bueno en una democracia como la nuestra.
Creo, estimado César, que no tendríamos que generalizar. Existen periodistas, como otros profesionales, probos.
El buen periodista es aquel que genera sensibilidad y concienciación a la ciudadanía a través de la verdad de su información y no busca aprovechamiento personal y de grupo. Saludos.
Saludos José Guillermo, gracias por escribir.
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