De los 31 millones de ciudadanos, 17.5 pertenecen a la población económicamente activa (PEA), es decir tienen más de 14 años de edad y pertenecen a alguna de las siguientes tres categorías: empleados, subempleados o desempleados. En el primer grupo se encuentran 8.9 millones, mientras que 7.6 son subempleados y 900,000, desempleados (cifras a marzo de 2018). Subempleados significa que tienen un empleo, pero ganan menos que un ingreso mínimo referencial, situación que los mantiene en una situación de pobreza o alta vulnerabilidad. Desempleado es aquel que busca trabajo pero no lo encuentra. Por lo tanto, de los 17.5 millones que conforman la PEA, 8.5 son subempleados o desempleados.
Si vemos la composición de la PEA en función de la formalidad/informalidad, resulta que el 67% es informal y solo el 33% está formalmente empleado. Un dato adicional: el 72% de aquellos que trabajan, lo hacen en empresas de menos de diez trabajadores. ¿Dónde nos deja esto? Pues en una conclusión preocupante: la mayoría de trabajadores son subempleados informales laborando en pequeñas empresas. Más aun, entre marzo 2017 y marzo 2018, el subempleo aumentó en 6.4% y el número de informales creció en 418,000 personas.
Esta situación explica por qué el gasto de consumo viene creciendo cada vez menos. El empleo es la principal fuente de ingresos de la mayoría de trabajadores; para que el consumo se recupere es clave la mejora del mercado laboral. Pero, ¿cómo lograrlo? Están claras dos cosas: en primer lugar, los empleos no se puede crear por decreto y en segundo, el gobierno no es una agencia de empleos. El sector privado debe crear esa demanda por trabajadores. La mayor inversión, grande, mediana o pequeña, crea empleo. De modo que la pregunta de cómo crear empleo se reduce a cómo elevar la inversión.
Veamos. Imagine usted un pequeño negocio, digamos una fotocopiadora. Si se eleva la demanda por fotocopiadoras, necesitará contratar a un trabajador más (asumiendo que tenga una máquina disponible) para poder atender la mayor demanda. Crea empleo. Ahora supongamos que analiza una empresa de alta tecnología. Igual que en el caso anterior, se eleva la demanda por los servicios de la compañía en cuestión. La pregunta es la siguiente: ¿tienen los trabajadores disponibles la educación y capacitación para ser contratados? ¿Existen las personas adecuadas para los puestos disponibles? No siempre. Puede existir una demanda por trabajadores, pero no una oferta de los mismos. ¿Cómo juega esto con el problema del empleo en el Perú? En la mayoría de los casos, existen muchas persona dispuestas a trabajar, pero lo que el mercado demanda son trabajadores con cierto nivel de capacitación, no necesariamente profesionales. El punto es que una persona sin capacitación es difícil que encuentre un empleo adecuado y esté condenada a ser un subempleado, muchas veces informal.
Por esa razón el hecho que la economía crezca no implica que se generen empleos en la misma proporción. En el mes de marzo la economía creció 3.2% comparado con marzo de 2017. No sabemos todavía cuántos empleos nuevos se generaron, pero es posible que las personas sean cada vez más productivas, es decir, que produzcan más con lo mismo; la economía crece pero no se genera empleo.
El punto es que la relación entre crecimiento y empleo no es automática ni ambos crecen en la misma proporción. Si no existen programas de educación y capacitación, será imposible que el mercado laboral absorba a la fuerza laboral. Crecer sí, pero con trabajadores potenciales cada vez más capacitados.
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