¿Cómo se mide la pobreza?

Uno de los indicadores más usados para medir la evolución del bienestar es el nivel de pobreza de un país. De acuerdo con cifras oficiales, el último cálculo existente sobre el porcentaje de pobres en el Perú corresponde a 2017 y ascendió a 21.77%, luego de ubicarse en 20.7% en 2016. El INEI reporta que desde 2007, es la primera vez que el porcentaje de pobres en el Perú aumentó. Y se espera una tendencia similar para 2018. En términos numéricos existen casi 7 millones de pobres en el país. ¿Qué significan estos números y cómo se llegó a ellos, es decir, cómo se mide la pobreza?

Si queremos medir la pobreza antes debemos definirla, asunto que constituye una tarea compleja (intente conversar con amigos, pregunte qué es pobreza y notará la falta de acuerdo). Suponiendo que ya la definió, medirla es aún más difícil. El problema es que al no existir una única definición de “qué es ser pobre”, tampoco habrá solo un método para calcularla. Entonces, ¿qué método se utiliza para calcular la pobreza oficial en el Perú?

En el Perú se usa el método de líneas de la pobreza monetaria. El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) define la pobreza monetaria (también llamada por ingresos) como la insuficiencia de recursos monetarios para adquirir una canasta de consumo mínima aceptable socialmente. Es pobre aquel que no tiene el dinero para comprar la canasta mencionada. El indicador usado es el gasto diario.

Una línea de la pobreza es un límite o umbral, que indica el costo (expresado en unidades monetarias) de la canasta mencionada. Aquellos cuya capacidad de gasto sea menor que la línea son considerados pobres; por el contrario los que pueden gastar un monto mayor que el indicado por la línea son considerados no pobres. Así, la línea de la pobreza divide a la población en dos grupos: pobres y no pobres. ¿Y cuál es el gasto mínimo diario por persona para no ser considerado pobre? Un poco más de 6 soles.

De esta manera, la pobreza se mide en función de una variable: la capacidad de gasto de la persona, con lo cual se asume que si tiene el dinero, entonces lo gastará en aquellos bienes y servicios que eleven al máximo su bienestar. Por lo tanto, si todas las personas recibieran una transferencia de dinero que les permitiera gastar por encima del costo de la canasta mínima, entonces no habría pobres. La pobreza monetaria mide la posesión del medio para lograr el fin.

Sin embargo, la pobreza es un fenómeno multidimensional, que no depende solo de la capacidad de gasto de una persona, más allá de los problemas que tiene la definición de la canasta de consumo mínima socialmente aceptable. Por ejemplo, una familia puede tener el ingreso para comprar la canasta que lo clasifica como no pobre, pero vive en condiciones de hacinamiento, sin agua ni desagüe, sin energía eléctrica y en una vivienda precaria. A todas luces, también sería pobre, a pesar que con el método descrito aparecería como no pobre. Esa observación nos lleva a otro método, conocido como el de las necesidades básicas insatisfechas (NBI). En este segundo método se listan cuáles son las necesidades básicas y luego se procede a clasificar como pobre a una persona que no satisfaga dos o más de esas necesidades.

Ambos métodos recogen información de las Encuestas Nacionales de Hogares (ENAHO) y presentan subjetividades. Con el método de la pobreza monetaria, ¿cómo determinar los bienes y servicios que conforman la canasta básica? Del mismo modo, de acuerdo con el método de NBI, ¿cómo determinar las necesidades básicas? ¿Por qué a partir de dos de ellas insatisfechas el individuo se considera pobre y no a partir de tres?

Más aún, los dos métodos parten de información obtenida de encuestas, de ahí que se ubiquen dentro de un grupo denominado “línea de pobreza objetiva”; sin embargo, en los últimos años se ha avanzado en el cálculo de una línea subjetiva que depende de la autopercepción de cada persona. Bajo esta última definición, es pobre quien se considera como tal, independientemente del nivel de ingresos y otro aspectos relacionados con el bienestar.

Por lo tanto, las líneas de pobreza objetivas dependen de criterios establecidos por especialistas para llevar una vida decente; por ejemplo, las necesidades biológicas de alimentación en términos de requerimientos nutricionales mínimos. Las líneas subjetivas depende más de la idea que cada persona tiene sobre el nivel mínimo de ingreso o consumo necesarios para ni ser pobre.

Dos conclusiones: en primer lugar, es necesario complementar los resultados de la pobreza con otros indicadores relacionados con el bienestar; en segundo lugar, el diseño de las políticas sociales se hace a partir de la caracterización de la pobreza, la que a su vez depende del método usado. Y este último punto es clave.

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