Hace cincuenta años, a inicios de la década de los setenta, aumentos del precio del petróleo detonaron una inflación mundial. Los bancos centrales para combatirla subieron sus tasas de interés y así ralentizaron el crecimiento económico. La economía mundial llegó a una situación de casi estancamiento (crecimiento muy lento del PBI) con inflación, situación que fue bautizada como estanflación.
La pregunta es la siguiente: ¿estamos hoy frente a un fenómeno similar? ¿Qué lecciones nos deja la historia? Lo que no hay que hacer es lo que se hizo en Perú: usar la emisión monetaria desmedida para aumentar sueldos y salarios, controlar los precios y así pensar que se enfrentaba el problema. El resultado fue la peor crisis económica experimentada por nuestro país, a excepción de la producida como consecuencia de la guerra con Chile del siglo XIX.
Sabemos qué no debemos hacer; lo que no sabemos es qué hacer. Por un lado, el BCR sube su tasa de interés para controlar la inflación, pero al ser esta de origen externo, es muy poco el impacto que tiene. Entonces las medidas deben tomarse por otro lado.
La población necesita dinero para comprar los bienes que ahora suben de precio. La forma más sana de lograrlo es vía mayor empleo, dado que genera ingresos. Y eso sólo se consigue con más inversión, pues quien contrata a las personas se llama inversionista o emprendedor, no importa si se trata de una empresa grande o pequeña. Entonces precisemos la pregunta, ¿cómo hacemos para que la inversión, que se espera crezca 0% este año, pueda aumentar para así crear empleo? Cambiar expectativas es parte de la solución y ello pasa por reducir la incertidumbre política.
Por otro lado, el MEF lo intenta a través de la reducción de impuestos a algunos combustibles y bienes de primera necesidad. A juzgar lo que vemos en los mercados, no ha tenido éxito. Esto ha ocurrido por los altos niveles de informalidad en los procesos productivos y porque los precios internacionales de los fertilizantes, maíz, trigo, fletes marítimos, entre otros, siguen subiendo.
Si no se puede actuar sobre la oferta, debido a las razones señaladas, solo queda ir sobre la demanda, pero no al estilo años 70 y 80 de siglo pasado. Pueden plantearse ayudas focalizadas y no universales a los hogares de los segmentos C, D y E. Una idea que someto a discusión: que el gobierno, durante el período de seis meses, asuma la mitad del recibo de agua potable y energía eléctrica de todos los hogares en los tres segmentos mencionados. Sería equivalente a un aumento de ingresos para poder enfrentar los precios más altos. Para los que no tienen esos servicios y están adscritos a algún programa social, ahí si se requiere de un bono, pero usando como base de datos a los inscritos en los programas sociales.
Esta idea genera un desequilibrio fiscal; sin embargo, el déficit fiscal es bajo y el gobierno tiene los recursos no usados por los tres niveles de gobierno en 2021. No hay que emitir, ni siquiera pedir deuda; sólo hay que usar lo que tenemos y no gastamos. La medida sería temporal. BCR ha sostenido que la inflación retornaría a su nivel hacia el segundo trimestre de 2023.
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