Investigaciones recientes en EEUU revelan que las mujeres obtienen mejores resultados en sus inversiones que los hombres. Ello ha sido destacado en importantes medios como el Washington Post.
¿La explicación? Para los que analizan la economía del comportamiento
lo asocian a la menor producción de testosterona por parte de las
mujeres. Sin embargo resulta más sugerente analizar algunas evidencias
de comportamiento recogidas en estos estudios:
• Planeamiento
financiero: las mujeres tienden a ser más ordenadas con sus finanzas a
fin de evitar sorpresas. Pero sobre todo, luego de diseñado un plan de
cómo utilizar su dinero (incluida las inversiones) ellas tienden a
seguirlo de forma más disciplinada
• Exceso de confianza: los
varones, al momento de decidir sus inversiones, no suelen buscar
segundas o terceras opiniones y confían más en sus propias capacidades y
conocimientos. Las mujeres en cambio sí buscan consejo para evitar
errores.
• Impulso a actuar: similarmente, los hombres tienden a
reaccionar más rápidamente cuando creen haber encontrado una
“oportunidad de mercado”, y consecuentemente terminan haciendo mucho más
negociaciones con sus calores (trading)
• Tolerancia al riesgo:
las mujeres se muestran en general más adversas al riesgo y como tal
terminan siendo más racionales al diversificar sus inversiones, por
ejemplo. Se identifica el estilo de inversiones de la mujer como
pragmático y conservador; en tanto que el hombre puede llegar a ser mas
“agresivo” al invertir.
• Temor a la incertidumbre: asociado a lo
anterior (recordando que riesgo e incertidumbre son dos cosas distintas)
las mujeres les incomodaría más las situaciones en las cuales
desconocen lo que ocurrirá a futuro, lo que lleva a tratar de “andar
sobre seguro” cada vez que se pueda. Esto equivaldría a decir que las
mujeres tienden a tener una visión menos optimista del futuro, y
prefieren “guardar pan para mayo”
• Manejo de crisis: ante
situaciones críticas las mujeres tendrían un mejor manejo con más aplomo
y racionalidad que los varones. Eso ocurriría, por ejemplo, cuando hay
bajones bursátiles donde se preferiría realizar la pérdida y no esperar a
una recuperación como aparentemente harían los hombres. Similarmente,
las mujeres manejarían mejor su pase al retiro porque se apoyan en sus
redes familiares y de amigos; en tanto que los varones habrían
focalizado demasiado esas redes en el propio trabajo.
Estas
investigaciones no son definitivas y tampoco se quiere abrir una
“batalla de los sexos” en materia de inversión. Sin embargo, los
hallazgos resultan bastante sugerentes. Ello parecería confirmarse en
ciertas experiencias asociadas a la educación financiera. Es común, por
ejemplo, aconsejar que cuando se discute decisiones importantes de
inversiones o de endeudamiento se recomiende que las esposas participen
en la discusión.
¿Serán estos resultados asimilables al caso
peruano?; ¿identificamos alguna de estas situaciones como familiares?.
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