Rodar contra todo/Rolling Strong es un documental que narra la trayectoria del primer equipo de rugby en sillas de ruedas del Perú. Este trabajo, escrito y dirigido por Marianela Vega Oroza, incide en la relación que entablan entre sí los integrantes del equipo conocido como los Tumis, quienes a lo largo de dos años se preparan para competir a nivel internacional, a pesar de todas las dificultades que encuentran en el camino.
Los Tumis se juntan a fines del 2012 para practicar un deporte nuevo del que pocos habían oído hablar. Esta actividad es una excusa que canaliza los sueños y motivaciones de un puñado de personas que en algún momento imaginaron una vida distinta. A diferencia de Murderball (2005) -el documental que cuenta la historia de la selección estadounidense que compitió en los Juegos Paralímpicos de Atenas 2004 en la disciplina de rugby para tetrapléjicos- Rodar contra todo refleja fielmente el amateurismo de los “equipos chicos”, aquellos que no solo batallan contra sus rivales, sino que compiten ante sus propias limitaciones y despiertan verdaderos seguidores.
La primera escena que Vega elige para mostrar la vida de los protagonistas está construida desde la perspectiva del recorrido que hace una persona en silla de ruedas y las dificultades que tiene para trasladarse por Lima, una ciudad que trata con indiferencia a quienes padecen de alguna discapacidad. De entrada, la directora alerta sobre cómo la sociedad peruana desconoce, o prefiere ignorar, a un sector de la población que es invisible para el radar de la conciencia ciudadana.
De a pocos, con un ritmo calmado aunque sostenido, Rodar contra todo va delineando las vidas de sus protagonistas: hombres y mujeres de distintas edades y clases socioeconómicas que han sufrido algún accidente que cambió sus destinos para siempre. Uno de los méritos de Vega consiste en no abordar su trabajo desde la perspectiva de la piedad gratuita. Es decir, no se apoya en momentos trágicos para sacudir la conciencia del espectador; así evita caer en sensacionalismo alguno o hacer eco para la fachada de alguna ONG recaudadora.
Rodar contra todo tiene el propósito de hilvanar testimonios con acciones deportivas bajo el faro de la camaradería y el humor. Sin embargo, también penetra en la intimidad de sus protagonistas para revelar más de un matiz en el comportamiento de los mismos. Ello activará un sistema paralelo que se mueve entre las relaciones entre los deportistas -donde descubren que las oportunidades solo son posibles desde la actitud- y la comprensión o negación que pueden encontrar en la sociedad y la familia.
El acercamiento de la realizadora a las vidas de estas personas es muy natural. No está provisto de caridad, mucho menos de compasión. Basta revisar sus cortometrajes Conversaciones y Conversaciones II para darnos cuenta que Vega tiene una facilidad innata al momento de enfocarse y contar historias asociadas a las relaciones humanas, sobre todo aquellas donde el dolor y la frustración campean sin rodeos. Vega se esfuerza por dejar que los jugadores en silla de ruedas sean ellos mismos y no “sobreactúen” ante situaciones divertidas, tristes o apremiantes; así capta la esencia genuina del género.
Rodar contra todo encierra una propuesta honesta que no necesita de artificios o sofisticación que llame la atención. En sí, el tema que propone tiene un arrastre humano al que pocos cineastas se acercan por miedo a explorar terrenos del que saldrían mal parados o porque un filme de esta categoría no podría generar los dividendos necesarios para sus siguientes películas. Vega arriesga por un proyecto personal, gana una opción para mostrar a seres poco comprendidos y aporta en el largo camino de la construcción de una sociedad igualitaria y justa.
Entrevista a Marianela Vega
“No podría crear si no conecto con el tema que estoy planteando”
Marianela Vega habla sin cesar. Se percibe a primera vista que el entusiasmo por el estreno comercial de su primer largometraje la trae de vuelta y media: conferencias, entrevistas, coordinaciones. Entre tanta vorágine, en la siguiente entrevista, reflexiona acerca de los temas que han marcado su carrera como directora, y la experiencia artística y personal derivadas de Rodar contra todo.
Las relaciones humanas con algún tipo de quiebre emocional o vivencias que generan un cambio dramático han sido una constante en tus trabajos anteriores. Se puede apreciar claramente en Conversaciones y Conversaciones II. Rodar contra todo también tiene mucho de esa temática, más allá de que no sea una experiencia autobiográfica. ¿Qué significa para ti profundizar en esta clase de tema?
Entre la primera entrega de Conversaciones y Rodar contra todo han pasado 10 años. En Conversaciones contaba las consecuencias de la separación de mis padres para entender a mi madre como mujer desde la perspectiva de la nueva vida que estaba por emprender. Estos cuestionamientos personales se quedaron a medias y decidí realizar Conversaciones II con el fin de explorar el rol femenino a partir de tres generaciones representadas por mi abuela, mi madre y yo. Era una necesidad que tenía y que me ayudó a entenderme como mujer en un momento de cuestionamientos. Yo tenía 27 años y en aquel tiempo mi abuela se había quedado viuda, mientras que mi madre se separó de mi padre. También necesitaba explorar lo que ellas habían hecho a los 27. Fue un trabajo de introspección muy intenso.
¿Crees que este trabajo de exploración, que después retomarías con Payasos, te ha dado mayor facilidad para abordar las relaciones humanas de cara a realizar Rodar contra todo?
De hecho. Yo siento que en todos mis trabajos de cortometrajes -incluidos Payasos y The Light Bulb, más allá de que los personajes no puedan ser identificados como parte de una variante autobiográfica, la cámara siempre estaba apuntando hacia mí. En cambio Rodar contra todo está marcado por una mirada hacia afuera. Todos los trabajos previos de autoexploración y exploración de mi entorno, me prepararon para entrar en la historia de otras personas. Esa formación de ver más allá de lo interno facilitó mucho el trabajo en Rodar contra todo.
¿Cómo fue tu relación con los protagonistas?, ¿fue complicado convencerlos para que graben?
Todo se fue construyendo poco a poco. El acceso a ellos fue fácil porque el entrenador del equipo, Manuel, es amigo mío de toda la vida. Entonces fueron entendiendo cómo es que yo trabajaba y qué era lo que quería de ellos. Al inicio pensaban que se trataba de un reportaje y me preguntaban constantemente cuándo iba a ser emitido. Así pasaron dos años y no veían nada; Manuel era quien me respaldaba de alguna manera para que ellos me dejen entrar en sus vidas. Tuve que adaptarme a sus horarios y a sus modos de vida. Dentro de todo, el hecho de no contar con presupuesto ayudó a grabar acontecimientos irrepetibles: la participación en la primera competencia internacional, el día que les donaron las sillas especiales, entre otros hechos. Eso fue lo que pude grabar y financiar por mi cuenta esperando a que si en algún momento conseguía otros fondos podría continuar con el proyecto. Ese proceso duró dos años.
¿Nadie apostó por el proyecto?
Postulé dos veces al premio de la Dafo (Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios del Ministerio de Cultura) en la categoría de producción y no gané. Entonces no sabía si seguir con el proyecto. Grabé un poco más y eso me permitió postular al premio de postproducción que felizmente gané; este premio permitió pulir el proyecto a nivel técnico y ayudó a contratar más gente. Con ese respaldo empezamos a trabajar un guión mucho más sólido que indicaba qué personajes debían ser incluidos. Con algunos tuvimos muchas limitaciones y con otros fue todo lo contrario. Yo quería reflejar la diversidad que había en ese grupo humano. Ellos nunca se hubieran conocido sino fuera por el equipo de quadrugby. Por más que sean buenas personas, Lima no te permite eso. Los prejuicios sociales te lo impiden. Sin embargo, todo se va al tacho cuando se trata de dos personas que están bajo las mismas condiciones físicas. Quizá esto tenga mucho que ver con tu primera pregunta sobre las relaciones humanas. Los personajes experimentaron encuentros imposibles para complementarse a través de una actividad deportiva.
¿Alguna vez pensaste en que tu trabajo podía adquirir un camino donde la compasión o la pena ayudara a crear situaciones de victimización o estereotipos afligidos?
Me cuidé mucho desde el inicio porque sabía que estaba tratando un tema que es recurrente en periodismo para generar lástima, morbo o sensacionalismo. Si no tenemos a alguien con discapacidad como parte de nuestro entorno cercano suelen pasar dos cosas: o es una realidad totalmente invisible para la mayoría y por eso no pensamos en los cambios que necesita nuestra ciudad para que sea accesible a todos. O, caemos en la victimización, que es tan mala como lo anterior porque los vemos como personas a las que hay que tenerles pena. Se trata de derechos ciudadanos. Pero de todo esto me he ido haciendo consciente durante el proceso. Yo sentía que tenía que hacer esto porque quería expresar algo más. Fue instintivo. A veces como creadora no concientizo mis procesos.
En el documental se percibe el espíritu amateur del deportista que lucha contra todo…
Alguien me dijo alguna vez que este equipo de rugby sobre sillas de ruedas tiene el espíritu peruano del emprendedor porque aunque tiene todo en contra persevera sin cesar. Es que a pesar de la criollada, la informalidad, la falta de organización y todo lo adverso, ellos salen adelante. Para la gente del quadrugby, la actividad que realizan tiene un sentido de pertenencia muy grande.
A nivel de sonido, Rodar contra todo carece de música y se basa en las voces de los protagonistas o los sonidos ambientales. ¿Por qué tomaste esta decisión?
El peligro natural de la música era que podía llegar a un punto melodramático o alcanzar el otro extremo, algo cercano a We Are The Champions, o “sí se puede”. No quería ninguna de las dos orillas. Rosa María Oliart es quien me ayudó a decidir. Me dijo que si teníamos algo tan potente a nivel sonoro no hacía falta incluir música. Fue una decisión narrativa muy importante. También tuve en cuenta que no estaba contando las historias de personas que lamentaran su situación. Ellos, más allá de algunas limitaciones, no se sienten víctimas; desarrollan sus actividades con naturalidad. Siempre quise mostrar una mirada desprejuiciada sobre personas que saben llevar una vida lejos del pesimismo o la pena para que la sociedad pueda establecer cierta empatía con ellos.
Después de trabajar el documental, ¿qué reflexiones has podido sacar sobre Lima y su relación con las personas discapacitadas?
Lima es un desastre. Uno siempre dice que sabe eso. Pero otra cosa es vivirlo en carne propia. No entiendo por qué no existe una política del diseño del espacio que incluya las necesidades de las personas que se movilizan con sillas de ruedas. En mi documental hay una escena de cámara subjetiva donde yo voy sentada en una silla de ruedas portando una Go Pro que está media escondida, a fin de captar el comportamiento de las personas ante una supuesta discapacitada. En alguna ocasión estuve en una estación del Metropolitano por más de 30 minutos esperando a que alguien me ayude a ingresar al bus y nadie lo hizo. Pararon muchos buses, todos los pasajeros me miraban pero a nadie le importaba y eso que dentro del bus hay una zona para personas con sillas de ruedas. Esta experiencia reforzó mi idea de que Lima más allá de ser una ciudad agresiva también es indiferente.
¿Qué proyectos tienes en camino?
Estoy trabajando un proyecto llamado Una casa grande. Se trata de un largometraje documental que explora el tema del abandono. A nivel de estilo es más cercano a mis cortometrajes.
¿No te hiere trabajar con este tipo de temas?
Sí, claro. Pero también sanan. Es un proceso duro. Si lo quiero abordar de manera cinematográfica es porque deseo explorar y exteriorizar algo, comunicarlo a otros y conectar con sus emociones. No podría crear si no conecto con el tema que estoy planteando.
EL DATO
Si desea ver este documental, estos son los lugares y horarios programados durante Octubre.
UVK LARCOMAR
ESTRENO: Viernes 30 de Setiembre, 8pm
Sábado 1 y Domingo 2 de Octubre, 12pm (medio día)
SALA ARMANDO ROBLES GODOY (Ministerio de Cultura)
Av. Javier Prado Este 2465.
Funciones:
3, 4 y 5 de Octubre: 6pm y 8pm
6 de Octubre: 4pm
7 de Octubre: 6pm
8 y 9 de Octubre: 4, 6 y 8pm
10 y 11 de Octubre: 6 y 8pm
MALI (Museo de arte de Lima)
Paseo Colón 125
Del 11 al 14 de Octubre
Funciones: 5pm y 7pm
LA VENTANA INDISCRETA (Universidad de Lima)
Del 17 al 22 de Octubre
Funciones: 1pm y 7:30pm
Ingreso Libre
CENTRO CULTURAL DE ESPAÑA
Natalio Sánchez 181, Santa Beatriz.
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