Las enfermedades de alto costo, tales como el cáncer, la insuficiencia renal en terapia de reemplazo renal con hemodiálisis y las enfermedades genéticas, producen en los hogares de las personas que las padecen un gasto catastrófico en salud. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), son catastróficas cuando los complejos procedimientos de diagnóstico y tratamiento impactarán en un costo directo mayor al 40% del ingreso del hogar afectado.
En nuestro país existen diferentes subsistemas de salud, cada uno con su cobertura y fuente de financiamiento propia. EsSalud cuenta con una amplia cobertura para sus asegurados (en su mayoría trabajadores formales), dando preferencia a los medicamentos que están en su petitorio famacológico. El Seguro Integral de Salud (SIS), que prioriza la afiliación de personas en situación de pobreza, pobreza extrema o vulnerabilidad, tiene un Fondo Intangible Solidario de Salud (FISSAL), que financia un listado de enfermedades de alto costo basado en enfermedades raras, algunos cánceres e insuficiencia renal.
La necesidad de una gran cantidad de recursos humanos y financieros para tratar las enfermedades de alto costo obliga a los financiadores del sistema de salud a ser eficientes en el gasto en salud. En ese contexto, las evaluaciones de tecnologías sanitarias (ETS) se convierten en una herramienta para la toma de decisiones informadas en la mejor evidencia científica disponible. Estas implican evaluar las características de una tecnología sanitaria —incluidos nuevos medicamentos o equipos—, así como su seguridad, eficacia y efectividad clínicas, costos, costo-efectividad, implicancias organizacionales, efectos sociales y consideraciones éticas y legales de su aplicación. Contar con esta información es fundamental para mejorar la eficiencia del sector salud.
Las ETS son contexto-dependientes; es decir, no sirve usar una ETS elaborada en otro país, pues nuestra realidad es distinta. En consecuencia, surge la necesidad de tener estudios de carga de enfermedad con representatividad nacional: estudios primarios hechos en Perú para valorar la eficacia/efectividad de las tecnologías sanitarias y estudios económicos que consideren no solo los costos desde la perspectiva del financiador, sino desde la perspectiva de la sociedad. A su vez, es muy importante la existencia de guías de práctica clínica (GPC) de ámbito nacional, las cuales permiten costear los procesos de atención.
Actualmente, existen algunas agencias del Estado que realizan ETS, como el INS, la DIGEMID y el Instituto de Evaluación de Tecnologías en Salud e Investigación (IETSI de EsSalud). No obstante, a pesar de los esfuerzos, todavía su producción es insuficiente para cubrir a todas las enfermedades que necesitan la introducción de nuevos dispositivos médicos.
La escasez de recursos y el incremento en los costos debido a la cobertura de las enfermedades de alto costo hace vital que las decisiones de política pública estén basadas en evidencia científica: hay que darle la importancia requerida a las ETS. Ello permitirá redireccionar los recursos económicos hacia otras áreas prioritarias de la salud pública, lo cual con el tiempo repercutirá en una mejor calidad de vida para los pacientes.
Vicente Benites Zapata
Investigador principal de Videnza Consultores
COMENTARIOS
Me gustaría saber si los casos de rabia humana podrían ser considerados en el listado de enfermedades catastróficas, dado su alto costo al aplicar el protocolo de Milwaukee.
El protocolo de Milwaukee no se encuentra considerado dentro del listado de enfermedades de alto costo que financia el FISSAL/SIS. Pero podría ser cubierto como cobertura extraordinaria siempre que exista evidencia científica que demuestre su efectividad. Adicionalmente, debe estar indicado como recomendación del manejo de la rabia dentro de la norma técnica en salud del Ministerio de Salud.
El abocamiento “científico”, “técnico” de las enfermedades y su tratamiento (como muchos de los aspectos delicados), en nuestro País le dan una condición de complejidad extrema, que al final la “pita se rompe” por el lado más angustiante……..¡Los más pobres! Me parece tratar de acogernos a dictámenes de “organizaciones” mundiales para los temas tan sensibles como la salud, es un absurdo procaz y vergonzoso, creo debe el Estado empezar por la prevención a través de políticas tendientes al desarrollo y superación económica, control ambiental, tratamiento de las aguas de consumo humano, de la agricultura con su expansión y salubridad, desaparición del descontrol extractivo de minerales, con lo tendríamos una población preparada para afrontar “enfermedades de alto costo”
En el Perú, el crecimiento económico debe ir de la mano con el desarrollo de cuestiones elementales como la salud. En efecto, nosotros creemos que la intervención en salud pública más costo-efectiva es la prevención y el mejoramiento de los entornos medioambientales. Esto ha sido demostrado en diversas publicaciones en revistas científicas. Sin embargo, a pesar de todas las medidas preventivas siempre habrá gente que padezca trastornos genéticos y enfermedades metabólicas u oncológicas, por lo cual igual es necesario valorar la costo-efectividad de los tratamientos en las enfermedades de alto costo.
La DIGEMID, va a garantizar la seguridad, eficacia, calidad y la legitimidad de los medicamentos importados sean de países cuya Autoridad tenga la precalificación de la OPS en nivel IV; aun cuando se evidencia en la página de DIGEMID, que los fármacos importados no necesariamente cumplen los estándares internacionales de Buenas Prácticas de Fabricación (http://www.digemid.minsa.gob.pe/main.asp?Seccion=443) (http://www.digemid.minsa.gob.pe/UpLoad/UpLoaded/PDF/Publicaciones/DocumentosVarios/P32_2016-12-12_OF_4409-2016.pdf). Considerando que la legitimidad de la leyes es para el fin propuesto, la salud de la población ya que la medicina, se basa en la evidencia; por lo que los laboratorios fabricantes de medicamentos extranjeros deben cumplir la normativa nacional de Buenas Prácticas de Fabricación de medicamentos, lo contrario a lo establecido en el DL 1344-2017, que tiene un fin político – comercial; que fue promulgado en claro atentado contra la salud de la población
La FDA -Agencia de Alimentos y Medicamentos estadounidense encargada de regular y certificar todo lo relacionado con el ámbito sanitario, tiene bajo su jurisdicción la inspección de fabricantes y procesadores de productos regulados, a fin de verificar que cumplan con el reglamento pertinente. Este organismo inspecciona rutinariamente las plantas de laboratorios extranjeros que exportan a los Estados Unidos.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el uso de medicamentos cuya producción no se rige por los estándares del Manual de Buenas Prácticas Farmacéuticas: “No solo implica un peligro para la salud, sino también una pérdida de dinero para los gobiernos y consumidores (…). Un medicamento de mala calidad puede contener sustancias tóxicas que se han añadido de manera inadvertida; y puede contener poco o nada del ingrediente farmacéutico activo para lograr el efecto terapéutico deseado
Estimado Rodrigo, estamos de acuerdo con tus apreciaciones. Se debe potenciar los equipos técnicos en instituciones reguladoras como la DIGEMID a fin de que puedan cumplir su labor evaluadora de manera acertada. También es cierto que medicamentos que generan reacciones tóxicas le generan un gasto extra al sistema de salud.
Me deja la impresión que este artículo está preparando espacio para explicar (o justificar) la desaparición de INEN en su calidad de OPD. Los próximos días nos van a permitir aclarar. No veo conclusiones contundentes.
El artículo no tiene la intención de apoyar o justificar el tema del INEN y su calidad de OPD. El artículo habla de la necesidad de hacer investigación, básicamente evaluaciones económicas para que la toma de decisiones en salud sean las mejores. La conclusión es contundente, pues el uso de información objetiva para tomar decisiones es uno de los principios básicos de la buena gestión.
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