En un mercado laboral competitivo y en donde hay limitadas vacantes disponibles debido a las mayores precauciones de las empresas para realizar inversiones, la actualización de conocimientos o la adquisición de nuevas habilidades representan una “obligación” para todo profesional que aspira a volverse atractivo para los headhunters o reclutadores. En este contexto, desde hace una década, los estudios de posgrado han experimentado una mayor demanda en Perú, tanto a nivel de programas de educación ejecutiva (cursos, diplomados, seminarios, especializaciones, etc.) como a nivel de maestrías y doctorados.
Hoy en día, la oferta educativa es amplia y se pueden encontrar en el mercado decenas de escuelas de negocios o universidades locales e internacionales que promocionan sus programas con diferentes atributos y beneficios: prestigio, servicios de empleabilidad, internacionalización, metodología de enseñanza de vanguardia, descuentos, entre otros. Lejos de cuestionar las tácticas publicitarias que se practiquen en el sector educativo, en este artículo quisiera compartir algunas reflexiones que podrían ser de utilidad para aquellas personas que tienen la intención de estudiar próximamente un programa de posgrado y se preguntan sobre qué factores considerar en su evaluación.
El propósito es contribuir a una adecuada elección del programa y que este les permita alcanzar los objetivos que se hayan trazado. A lo largo de mi experiencia como docente, he sido testigo de estudiantes que no realizaron un análisis completo y ello repercutió negativamente en que sus expectativas no fueran cubiertas inmediatamente y el retorno esperado haya demorado.
1) La importancia de identificar la situación laboral y hacia dónde se quiere ir
Antes de elegir un programa de posgrado, independientemente de la escuela de negocios o de la especialidad, un profesional debe evaluar su posición actual. Aquí es fundamental hacerse algunas preguntas como “¿Estoy en una posición de estancamiento profesional?”, “¿He alcanzado un nivel de experiencia suficiente para maximizar los beneficios de un posgrado?”, “¿Tengo en claro que quiero seguir desempeñándome en mi rubro actual o prefiero cambiarlo?”. Aquellas personas que ya tienen una sólida experiencia profesional o que tienen en claro la especialidad en la que quieren posicionarse como expertos suelen encontrar mayores ventajas en los programas de posgrado, pues estos avalan una trayectoria.
Realizar un posgrado puede contribuir a lograr un ascenso si el estudiante pone de su parte. Además, complementa la experiencia ganada en el día a día en la oficina y que se respalda en las posiciones ocupadas.
2) Experiencia profesional: un factor que no debe subestimarse
En línea con el punto anterior, el éxito y los beneficios de un programa de posgrado se ven significativamente influenciados (y potenciados) por la experiencia profesional que se tenga. En esta línea, una persona debe determinar si cuenta con el recorrido suficiente para aprovechar al máximo el programa en el que tenga interés. Por ejemplo, no es lo mismo estudiar un MBA con pocos años de experiencia, que intentar hacerlo con mayor madurez profesional. Lo mismo ocurre con una maestría especializada. La discusión de casos y resolución de problemas empresariales es más enriquecedora si un estudiante llega con conocimientos para compartir en su grupo y en el aula. Si no se cuenta con la suficiente experiencia, una persona corre el riesgo de estar sobrecalificado tempranamente.
3) Responsabilidades personales y profesionales: ¿puedo cumplirlas en paralelo a mis estudios?
La elección de un programa de posgrado requiere una inversión de tiempo, energía y recursos económicos. Los profesionales que ya tienen una serie de responsabilidades personales y profesionales pueden encontrar este compromiso especialmente difícil, sobre todo si se trata de un programa de larga duración como una maestría (son dos años). Por ello, es crucial conocer la carga de trabajo que requerirá el programa de posgrado y determinar cuántas horas por semana se espera dedicar a las clases, a las lecturas o las reuniones para hacer trabajos. Recordemos que muchos de los programas de posgrado implican trabajos en grupo y la reputación de uno puede verse perjudicada si no se dispone de tiempo, lo que a su vez impide que se aproveche uno de los principales beneficios de participar en un programa: el networking.
Otro aspecto que considerar es el apoyo de la familia y del empleador. Ambos son cruciales en la capacidad de un profesional para seguir un programa de posgrado. Es fundamental hablar abiertamente con la familia sobre el compromiso de tiempo y sus posibles implicaciones, por ejemplo, menos tiempo para actividades familiares o cambios en la rutina diaria. Además, se recomienda dialogar con el empleador sobre la posibilidad de obtener ayuda, como tiempo libre, horarios flexibles o incluso ayuda financiera, puede tener un impacto significativo. Algunas empresas aprecian la educación continua y pueden estar dispuestas a ayudar a los estudiantes con las asignaciones encargadas brindando por ejemplo información.
Finalmente, para equilibrar las responsabilidades personales, profesionales y académicas, es esencial tener una buena gestión del tiempo. Ninguna actividad de la vida diaria se debería ver afectada creando un horario detallado que incluya todas las obligaciones y tiempos dedicados al estudio. Las listas de tareas, los calendarios digitales y las aplicaciones de gestión del tiempo pueden ser muy útiles. La delegación de tareas y la priorización de tareas (Matriz de Eisenhower), cuando sea posible, también pueden ayudar a administrar el tiempo de manera más efectiva.
4) Valoración de la red de contactos
Uno de los beneficios más valiosos de un posgrado es la red de contactos que se puede crear en él, por ello debe evaluarse cuánta importancia le da una persona a este atributo. Mientras más prestigio tenga una escuela de negocio, mejor será su red, tanto por los perfiles profesionales que estarán en el programa, los eventos de networking, servicios de empleabilidad, asociaciones de exalumnos activos, entre otros.
5) El retorno de la inversión
Conociendo el costo de oportunidad que implica realizar un programa de posgrado, sobre todo una maestría, no se puede pasar por alto el aspecto económico y es recomendable evaluar el costo del programa y el retorno sobre la inversión. Esto implica tener en cuenta no solo el salario potencial después de culminar un programa, sino también las posibilidades de crecimiento profesional, estabilidad laboral y oportunidades de ascenso. Los programas con un alto retorno de inversión suelen justificar la inversión inicial al proporcionar mayores ingresos y oportunidades laborales.
Es necesario considerar cuidadosamente esta serie de factores antes de tomar la decisión de estudiar un programa de posgrado en pleno 2024. Los profesionales pueden tomar decisiones informadas que maximicen los beneficios de su educación avanzada al considerar la etapa profesional actual, los objetivos claros, la experiencia previa, la compatibilidad con las responsabilidades actuales, la reputación de la institución, el retorno sobre la inversión y las oportunidades de networking. Este enfoque estratégico no solo garantizará una inversión exitosa en la carrera, sino que también impulsará el crecimiento y desarrollo sostenido del estudiante en el mercado laboral.
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