El discurso de toma de mando del presidente Trump estuvo acorde al clima que lo rodeó: frío y húmedo. Orientado hacia la gente común, sin contenidos, ademanes, ni expresiones espectaculares. En lo económico repitió los temas de la campaña, America First. Un nuevo gobierno que se define orientado a favor de la gente común que sólo ha visto prosperar a sus líderes políticos, mientras que se deterioraba su situación económica. Estuvo orientado exclusivamente hacia los estadounidense, con una u otra referencia marginal al mundo; olvidándose que esa nación se construyó a lo largo del tiempo con base al esfuerzo de los ciudadanos de muchas latitudes.
Mirando su propio ombligo
Un EE.UU. que sólo mira a su propio ombligo, olvidándose de la importancia de crear y compartir la riqueza con el mundo. Trump mantiene su visión simplista de la realidad, donde los culpables son el establishment político y las políticas que han redistribuido las riquezas de las clases medias norteamericanas al resto del globo. Se propone no más enriquecer a empresas extranjeras, no más subsidiar a ejércitos de otros países, no más defender las fronteras de otras regiones del mundo, no más olvidar invertir en la infraestructura de su propio territorio.
Se trata, según el nuevo presidente, de recuperar los empleos, rescatar las fronteras, rescatar la prosperidad y los sueños de los trabajadores y las familias norteamericanas. Obviamente el discurso no entró en detalles. Sólo definió dos políticas clave que pueden sonar razonables para cualquier país, pero que llevadas al extremo pueden ser peligrosas para el resto del mundo: comprar (bienes y servicios) norteamericanos y contratar (emplear trabajadores) norteamericanos.
Los grandes olvidos
Trump plantea respuestas simples a grandes problemas. Se olvida que ese deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores y las clases medias de los EE.UU. fue resultado precisamente de las políticas neoliberales implantadas a partir de los años ochenta. Omite mencionar el abandono del modelo fordista preocupado por el equilibrio entre proporcionar beneficios tanto para los trabajadores como para los capitalistas que rigió en EE.UU. entre los años 50´s y 70´s y en casi todo el resto del mundo. Ronald Reagan, su principal referente político, fue el padre de la relocalización internacional de las empresas industriales, de la financiarización, de la economía basada exclusivamente en los servicios, de la desregulación de los mercados que condujo luego a la crisis financiera internacional que despojó de sus viviendas, genero desempleo masivo y empobreció a importantes segmentos de la población. ¿Por qué ahora rasgarse las vestiduras? Ese mundo de beneficios compartidos lo terminaron de destruir ellos.
Trump se olvida también que ese nuevo orden internacional a partir de los años ochenta fue construido por y para los poderosos del mundo. La elevada desigualdad es hija de las políticas neoliberales pero paradójicamente padres del Brexit, de su propia victoria y de todos los nacionalismos que florecen en Europa y el resto del mundo. Es cierto que algunos tratados comerciales han abierto espacios para algunas economías emergentes y otras más pobres, pero lo que es claro es que benefician ante todo a las empresas, incluidas las norteamericanas. La derrama de empleos e ingresos es también una realidad tangible en los lugares donde se han relocalizado las firmas que ahora proveen bienes intermedios, de consumo y de capital a las economías desarrolladas. Sin embargo, es obvio que con salarios y condiciones laborales por debajo de los estándares de EE.UU. Si la lógica era a favor del capital, ¿cómo querían que este fenómeno de traslado de empresas no ocurra? Ahora, en nuestra perspectiva ¿eso poco que se había avanzado a favor de nuestras economías, se va a perder?
Contradicciones a la vista
Hay que reconocer que en esta ocasión, como debía ser, Trump fue prudente y mantuvo las formas con relación a todos lo que no piensan como él. No mencionó explícitamente a los migrantes, incluyendo los ilegales, que fueron y son un elemento importante para el poderío económico de los EE.UU. No son marginales, además que son parte de la sociedad. China, Europa, el resto de Asia y sus otros socios comerciales y financieros del mundo son perfectamente funcionales al régimen de producción norteamericano. China provee ahora buenos productos más baratos que han permitido mantener el poder de compra de los estadounidenses, a la par que mantuvo empleos y beneficios en el sector comercial. Sus excedentes en forma de capital se han orientado a la compra de Bonos del Tesoro norteamericanos, donde es su principal acreedor. ¿Qué ocurriría si se desatan guerras comerciales?, ¿sólo se perjudicarían los chinos, europeos y el resto del mundo?, ¿qué ocurriría con los mercados de capitales en los EE.UU. y en el Mundo?
La contribución de México al progreso de los EE.UU. es un hecho real y tangible tanto por su aportación de capital humano, de materias primas, insumos intermedios y ahora de productos de alto contenido tecnológico. ¿Qué hubiera ocurrido si EE.UU. no contaba con esos recursos?, ¿qué ocurrirá con todas las cadenas de valor que se han construido en los últimos veinte años?, ¿puede EE.UU. aislarse de su vecino del sur?, ¿a EE.UU. le conviene un vecino con mayores problemas económicos y sociales?, ¿le conviene un mundo con menos comercio, flujos de inversión y libre movimiento de personas?
Del mundo unipolar se transcurrió al bipolar y luego al multipolar. Trump se olvida que en la historia no hay marcha atrás. Ya no existen islas por más muros que se quieran construir. La historia nos recuerda como terminaron mal esas experiencias nacionalistas extremas del siglo XX. Efectivamente el orden internacional sigue siendo injusto, especialmente para las economías más pobres. Había algunos avances positivos y muchos temas en agenda por negociar y concretar. La ruta de patear el tablero o buscar el exclusivo provecho para una de las partes (más que ahora) es perjudicial para todos. Si no se crea valor compartido los conflictos y la inestabilidad, en muchas esferas, estarán a la vuelta de la esquina. Ojalá se mantenga la prudencia.
Publicado en el Diario Uno (21/1/2017, p.9).
COMENTARIOS
Trump recortar´´a impuestos a las empresas con la esperanza de que tales recortes se conviertan en inversi´´on real y aumente el empleo. Pero, creo yo, ser´´a una esperanza vana, puesto que la mano de obra norteamericana es relativamente cara, salvo que Trump ofresca subvencionarla, en cuyo caso las empresas que reciban tales subvenciones se convertir´´an en parasitarias.
Ahora bien, dado que Trump no responde a ning´´un “consenso” y usa la amenaza como instrumento de pol´´itica econ´´omica, la incertdumbre que se genera es alta, la cual empuja a los beneficiarios de los recortes impositivos a invertir en activos financieros (escurridizos). Su efecto es que genera una din´´amica asim´´etrica entre la econom´´ia real y la financiera.
Por otro lado, su pol´´itica proteccionista amenaza con convertir a la econom´´ia norteamericana en una autarqu´´ia cuyo sino es la obsolescencia.
Creo que los resultados de largo plazo mostrar´´an, en este caso, que el remedio resulta peor que la enfermedad.
Cordialmente:
G. D.
Estimado Gilbert: muchas gracias por el comentario. Coincido contigo. Saludos cordiales, G.A.
La realidad muestra que hay imperios en decadencia, pero también hay otros que se fortalecen, el Asia será el centro del mundo en el siglo XXI, ellos aprovecharon el libre comercio cuando aun eran economías pequeñas, hoy ya no lo son, y siguen apoyando el libre comercio, porque les conviene, China quiere liderar el ATT, y al parecer lo van apoyar los demás socios. Luego el proteccionismo y los nacionalismos siempre es más costoso para cualquier país, además es abusivo, discrecional y propenso a la confrontación, los riesgos aumentan, los países pierden competitividad, la inversión cae, pero ayuda políticamente en el corto plazo, en el largo plazo será fatal. Colocar altas tarifas a México, China, elevará los costos en EEUU por sustitución de importaciones, pero en el comercio internacional será más difícil que sus industrias pueden competir con los países del Asia. Salvo que la innovación ayude para crecer, como lo hicieron antes con productos innovadores, ((ver R. Vernon) pero en estos tiempos las innovaciones son copiadas y mejoradas rápidamente. Los países “grandes” no les conviene el libre comercio, porque estos pueden mejorar sus términos de intercambio a su favor, siempre sabotearon las rondas del OMC, pero felizmente desde el punto de vista de nuestros países aparecieron los TLC, acuerdos de complementación, y sobre todo las re localizaciones que permitieron que estos países que antes eran “pequeños” sus ingresos tiendan a la de los países desarrollados, el asunto es que hoy ya no son tan pequeños y tienen poder.
Estimado Marcel: muchas gracias por el comentario. Coincido con tus conclusiones, aunque no estoy de acuerdo con algunas de tus premisas. La mayoría de las economías asiáticas utilizaron la protección comercial como un medio para desarrollarse y luego se abrieron al comercio internacional. los casos más paradigmáticos fueron Japón, Corea del Sur y luego China. Efectivamente en el caso de las economías grandes hicieron algo parecido y aplican como dice J.Stiglitz “hagan lo que decimos no lo que hacemos”. saludos cordiales, G.A.
Estimado Gregorio: muchas gracias por el comentario. Sin embargo, eres excesivamente optimista. Déficits fiscales elevados con problemas de financiamiento y guerras comerciales a la par que suben las tasa de interés internacionales no son buenas señales para el clima económico. Saludos cordiales, G.A.
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