Esta semana el decano de la prensa nacional continuó con su campaña a favor de la desregulación del mercado laboral. Ahora aprovechó una entrevista al nuevo Ministro de Economía y Finanzas para reintroducir el tema. En su portada señaló que este afirmó que el mercado laboral peruano es hiperrígido. Asimismo, comentó cuáles eran sus principales retos: impulso a la inversión pública con recomposición del gasto (menos gasto corriente), que Sunat empiece a recaudar de verdad y la revisión del marco normativo para reducir exoneraciones tributarias.
Efectivamente, el titular del MEF se introdujo en un tema que no le correspondía. Sin embargo, en la entrevista fue cauto al señalar que desean que estas “rigidices” no se incrementen más ya que nos enfrentamos a un marco social y político histórico en el que es complicado hacer mayores esfuerzos. ¿Dónde quedó toda la desregulación laboral realizada por los gobiernos neoliberales a partir de la década de los noventas? Insistió en que el país no debe empeorar su posición en los rankings internacionales sobre la materia, pero omitió señalar que estos se realizan a partir de encuestas de opinión con los empresarios locales y no sobre la base de información objetiva. En realidad son indicadores subjetivos y profecías autocumplidas.
Los mayores niveles de desempleo a propósito de la desaceleración económica y la mayor elasticidad empleo-producto respecto de otras economías (variación porcentual de la contratación respecto del crecimiento del PBI) son reflejo de que el mercado laboral no es siquiera rígido. Además no se debe olvidar que sólo el 36% de los trabajadores asalariados tiene contratos de trabajo indefinidos, mientras que el 64% está sujeto a regímenes temporales y especiales donde la flexibilidad es una característica clave. Por otra parte, todas las estimaciones empresariales sobre los denominados sobrecostos laborales son incorrectas ya que no consideran su monto integrado. En 2016 la participación de los sueldos y salarios (incluyendo cargas sociales) en el PBI peruano fue de 31.5% según el Inei, mientras que el de EE.UU. fue 53.6% del PBI de acuerdo a www.bea.gov.
Me agradó que el nuevo Ministro se refiriera a los efectos multiplicadores de la inversión pública, ya que resucita un término importante ignorado por los economistas neoliberales. También que de la caída de cuatro puntos de la presión tributaria respecto al PBI la mitad fue por la política de reducción de impuestos del gobierno anterior. Sin embargo, su visión sobre cómo promover el crecimiento económico es muy ortodoxa y poco creativa. Dejó como incógnitas cómo serán la nueva política sobre asociaciones público privadas y las modificaciones a la ley sobre la reconstrucción con cambios. ¿Corregirán errores?
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