El día después de pasado mañana: enfrentar los retos del corto y mediano plazo

Ojalá el domingo en la noche se inicie una nueva etapa para el país. Los resultados de la primera vuelta electoral fueron inesperados. Los dos primeros grupos políticos obtuvieron solo un 1/3 de los votos válidos (20% de la población electoral). A muchos no nos gustó el desenlace, pero esas son las reglas. Se termina una campaña agresiva signada por el terruqueo, maniquea y clientelar a cargo de la heredera del fujimorismo contra el candidato de la esperanza de amplios segmentos de la población, aunque con una agenda todavía en proceso de construcción.

Las urgencias del presente son enormes: estamos en la peor crisis sanitaria, económica, social y política del último siglo. Al mismo tiempo se cumple el bicentenario de nuestra independencia y desde afuera el mundo cambia y se transforma aceleradamente. A los retos internacionales tradicionales se suman otros nuevos frente a los cuales hay que evaluar, diseñar e implantar respuestas desde ahora. Hay que enfocarse en nuestros serios problemas, pero de cara a lo que ocurre en el mundo; no podemos mirar simplemente nuestro ombligo. Tenemos que integrar una agenda que enfrente lo coyuntural y lo estructural; lo nacional inscrito en lo que ocurre y vislumbra en el exterior.

Desafortunadamente, ninguno de los candidatos tuvo esa mirada de lo internacional y del mediano plazo; es hora de introducirla. Se dice fácil, pero es un tema complejo. El candidato de Perú Libre no solo debe concretar, ordenar e integrar sus propuestas para el corto plazo sino pensar y actuar para el mediano plazo (y lo internacional) frente a un Congreso fraccionado y liderado por una fuerza agresiva y obstruccionista; y unos poderes económicos y mediáticos que le harán la vida difícil. El reto es enorme.

Tendencias y riesgos
Todos conocemos los desafortunados impactos de la pandemia del covid-19 sobre la vida y salud; también sus severos efectos económicos y sociales en el corto y mediano plazo afectando la educación e igualdad de oportunidades de las personas. En todas partes el desempleo, la pobreza y la desigualdad se han elevado significativamente. La pandemia evidenció la fragilidad de los sistemas sanitarios y que las estrategias del neoliberalismo exacerbado no conducen a buen puerto.

Hemos comentado que hasta desde el Foro Económico Mundial (FEM), que reúne a los empresarios más grandes del mundo, se tienen respuestas a esta crisis. Ellos proponen la necesidad de un Gran Reinicio con un mayor énfasis en la equidad y en la transición ecológica. La CEPAL nos plantea una Reactivación Transformadora que agrega el componente de una diversificación productiva y exportadora en nuestra región.

En muchas partes se repiten estos contenidos que atienden las urgencias del presente, las tendencias y retos mundiales; y una agenda para el mediano y largo plazo. Hay que aprovechar lo que se viene discutiendo afuera. En el cuadro 1 se listan las principales tendencias y retos de la economía internacional para esta década presentada en el FEM de Davos, Suiza. En ambas listas predominan los temas ambientales; pero también están presentes el incremento de la polarización social y el aumento de las disparidades de la riqueza y los ingresos.

Dos temas relievados en su informe 2021 son el incremento de las fragilidades económicas y sociales; y los impactos a propósito del crecimiento acelerado de las tecnologías digitales, inteligencia artificial y otras que pueden generar (en balance neto) impactos negativos sobre el empleo, demanda y crecimiento mundial. Ahora abordaremos este último tema.

Cuadro 1. Principales tendencias y riesgos de la economía internacional 2020-2030
imagen 1 Fuente: Foro Económico Mundial (2019).

¿El mundo pos-covid?
Es el título de un reciente artículo de Daron Acemoglu, gurú en materia de crecimiento económico, publicado en la revista Finanzas y Desarrollo del FMI (marzo 2021) sobre los impactos y propuestas a propósito de las nuevas tecnologías. Algunos dirán que es un tema lejano a nuestra realidad, pero la empresa Angloamerican presentó la semana pasada su flota de camiones autónomos para el yacimiento cuprífero de Quellaveco en Moquegua.

Antes de esta pandemia había un serio problema según Acemoglu. La naturaleza del crecimiento se ha ido haciendo mucho menos compartido, con más desigualdad, desaparición de buenos empleos y la contracción de los salarios reales de los trabajadores menos calificados. Al respecto, sus investigaciones revelan que buena parte de este retroceso es atribuible a la automatización, así como a otros factores como la globalización y el decreciente poder de la mano de obra frente al capital.

Con el impulso del aprendizaje automático y la inteligencia artificial (IA) la siguiente fase de la automatización está avanzando a paso firme y poniendo a las economías del mundo en una encrucijada. La IA podría exacerbar aún más la desigualdad. O, si se la aprovecha y canaliza bien con políticas públicas, podría contribuir a un retorno del crecimiento compartido.

Balance negativo
En el pasado la automatización era solo un aspecto de una amplia plataforma tecnológica, y su posible incidencia negativa en la mano de obra estaba contrarrestada por otras tecnologías que favorecían la productividad humana y las oportunidades de empleo. Eso ya no sucede afirma Acemoglu.

Este amplio espectro tecnológico, con diversas y prometedoras aplicaciones, podría promover la productividad humana y dar origen a nuevas tareas y aptitudes humanas en los campos de la educación, la salud, la ingeniería la manufactura y otros. Pero si se utiliza solo para automatizar también podría agravar las pérdidas de empleos y los trastornos económicos. Asimismo, la pandemia, sin duda, ha dado a los empleadores más razones para tratar de reemplazar a los trabajadores con máquinas, y hay datos recientes que parecen confirmarlo.

Productividad decreciente
Las tecnologías informática y de comunicación han avanzado rápidamente y se aplican en todos los sectores de la economía, pero las industrias que más las usan no han logrado mejorar el crecimiento de la productividad total de los factores, el producto o el empleo. La automatización ha sido excesiva porque las empresas la adoptan en formas que van más allá de la mera reducción de los costos de producción, o porque estas tecnologías tienen costos sociales dado que disminuyen el empleo y los salarios.

Acemoglu anota que varios factores parecen haber empujado la automatización hacia niveles que van más allá de lo conveniente para la sociedad. Uno de los más importantes ha sido la transformación de las estrategias de las principales empresas estadounidenses. La tecnología la determina un puñado de empresas tecnológicas muy grandes y exitosas, que tienen poquísimos empleados y modelos de negocios basados en la automatización.

Su visión, centrada en sustituir a los humanos con algoritmos, influye no solo en su propio gasto, sino también en las prioridades de otras compañías y en las aspiraciones y los intereses de cientos de miles de jóvenes estudiantes e investigadores especializados en informática y datos. Las empresas exitosas están en todo su derecho de perseguir su propia visión, pero si esa visión se torna hegemónica, hay que prestar atención. En el pasado, los éxitos tecnológicos, por lo general, han sido producto de una diversidad de perspectivas y enfoques.

Incentivos perversos
El predominio de unas pocas empresas con respecto al futuro de la tecnología se ha visto exacerbado por el decreciente apoyo del gobierno estadounidense a la investigación básica. Asimismo, la política pública fomenta exageradamente la automatización, sobre todo a través del código tributario. El sistema tributario siempre ha tratado al capital más favorablemente que a la mano de obra, incentivando a las empresas a reemplazar trabajadores con máquinas, aun si los trabajadores son más productivos.

La tasa efectiva de impuesto aplicada a la mano de obra en nómina y a nivel federal es de más de 25% en EE.UU. Hace 20 años, el capital tributaba menos que la mano de obra, con tasas de aproximadamente 15% sobre la inversión en equipos y software. El diferencial ha aumentado gracias a reducciones de impuestos sobre los ingresos altos. Hoy en día las inversiones en software y equipos pagan tasas de menos de 5%, y algunas empresas hasta pueden obtener subsidios netos cuando invierten en capital. Esto crea un poderoso incentivo para la automatización excesiva.

Rol del gobierno
El autor aclara que no insinúa que el gobierno deba bloquear la tecnología y frenar el avance tecnológico. Este debe incentivar una innovación menos centrada en la automatización y más en tecnologías compatibles con los seres humanos y que generen oportunidades de empleo, sobre todo buenos trabajos, y una prosperidad económica más compartida.

Aún no se sabe con exactitud cuáles serán las tecnologías compatibles con el ser humano más transformativas del futuro, pero muchos sectores presentan abundantes oportunidades. Uno es el de la educación, donde la IA puede facilitar una enseñanza; otro es el de la salud, donde la IA y las tecnologías digitales pueden ayudar a enfermeros y técnicos a ofrecer más y mejores servicios; y un tercero es la manufactura moderna, en donde la realidad aumentada y la visualización informatizada pueden incrementar la productividad humana en el proceso de producción.

Intervención histórica
Acemoglu señala que los gobiernos siempre han influido en el rumbo de la tecnología, y ya sabemos cómo crear instituciones que pueden hacerlo de forma más beneficiosa para la sociedad. En todo el mundo los gobiernos inciden de forma rutinaria en la dirección de la tecnología con políticas tributarias y apoyo a investigaciones en las empresas y a universidades.

Lo primero que tiene que hacer es corregir el desequilibrio que ha creado. Se puede hacer mucho más, por ejemplo, subsidiando la I+D de tecnologías específicas que favorezcan la productividad humana e incrementen la demanda de mano de obra. Los gobiernos ya lo han hecho antes, y en muchos casos con sorprendente eficacia.

Las tecnologías revolucionarias del siglo XX, como antibióticos, sensores, motores modernos e Internet, no habrían sido posibles sin el apoyo y la iniciativa del gobierno. Tampoco habrían prosperado tanto sin las generosas adquisiciones públicas.

Quizás un ejemplo más pertinente de los esfuerzos por reorientar la tecnología más hacia el ser humano es el de la energía renovable que ahora representa el 19% del consumo de energía en Europa y 11% en Estados Unidos, y los costos han descendido a niveles similares a los de la energía de combustibles fósiles. El autor finaliza señalando que se necesita un nuevo equilibrio entre el Estado y la sociedad para que desarrollen juntos fuerza y capacidad.

Nota final
In memoriam de Bruno Seminario, amigo, colega y maestro. Esta nota es a título personal y no refleja necesariamente la posición institucional de la Universidad del Pacífico.

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