Desafortunadamente en nuestro país la identificación de problemas y de sus soluciones se tienden a plantear de manera maniquea. Lo maniqueo, se refiere a la tendencia a reducir la realidad. Esto ocurre mucho en el ámbito de la ciencia económica, en el quehacer de la política económica y obviamente en la discusión actual. De un lado están los que sin discusión y murmuración alguna están a favor del modelo económico neoliberal y del mantenimiento de todas las políticas y prácticas del pasado y del otro lado los que plantean que hay que cambiarlo todo.
Los primeros se olvidan de que las políticas responden a estructuras determinadas que se construyeron a través de la historia, a correlaciones sociales y políticas, a reglas e instituciones, a cambios en el entorno que se modifican en el tiempo. También soslayan la evaluación de la realidad afirmando que todos los resultados económicos de las últimas tres décadas fueron maravillosos; que no se pueden hacer mejoras en beneficio de importantes grupos de la población o de que lo que se aplicó en el pasado va a tener siempre resultados positivos en el futuro omitiendo las nuevas características, escenarios posibles y perspectivas internas e internacionales.
También yerran quienes sostienen que todo estuvo muy mal, que no hay algo por rescatar. Que a veces insisten en aplicar prácticas y políticas del pasado sin la evaluación correspondiente; olvidando que los agentes económicos estamos en continuo aprendizaje para darle la vuelta a las normas que impone la autoridad o que el entorno interno y externo fue diferente al anterior haciéndolas inaplicables. En otros casos lo que pueden ser buenas intenciones se convierten en propuestas que no tienen el soporte social, económico y político; y en lo instrumental olvidan la importancia de aplicar las mejores prácticas en el diseño-formulación, implantación y evaluación ex ante, concomitante y ex post para ser eficaces.
Variedades de capitalismo
No hay un solo modelo de capitalismo y por tanto un patrón único de políticas económicas válido para todo el tiempo. Alberto Aziz Nassif y Ilán Bizberg compilaron un libro interesante sobre variedades de capitalismo en crisis. Es una edición del Colegio de México de 2021 disponible libremente. Ellos parten de estudios previos en que identificaron divergencias en los tipos de capitalismo de América Latina (AL).
Ahora en los distintos capítulos de este libro postulan la idea de que, si bien algunos países están pasando por una crisis o por dificultades en el presente, no todas las situaciones son iguales ni se han borrado las diferencias entre los distintos capitalismos que han encontrado en el continente. Se argumenta la idea de que los diferentes tipos de capitalismo conducen a distintos tipos de crisis. En este caso, para el análisis se han centrado en Brasil y México, concluyendo que las diferencias subsisten y, lejos de desaparecer, se acentúan.
Recuperación post ochentas
La crisis de la década de 1980 generó que las trayectorias de los países del continente se alejaran más de lo que convergían. Algunos abandonaron la sustitución de importaciones, abrieron sus economías y se dedicaron a exportar bienes primarios o productos de maquila; otros, en cambio, continuaron tratando de fortalecer sus mercados internos.
No todos los países reaccionaron de igual manera a ella y que, de hecho, era posible proponer que diferentes tipos de capitalismo estaban en camino de consolidarse en algunas de estas regiones. La forma en que enfrentaron la crisis y se recuperaron muestra que en AL existen importantes diferencias estructurales e institucionales entre algunos de los países estudiados, especialmente entre Brasil y México, pero también entre Argentina y Chile. Esto implicaba que, aunque la crisis global era un fenómeno único que afectaba a todos los países, sus consecuencias en cada uno diferían considerablemente según las estructuras de clase y las instituciones sociopolíticas que los caracterizaban.
Crisis actual
En el libro se sostiene el argumento de que, si bien el contexto internacional puede ser similar para todas las economías, las consecuencias más profundas son significativamente diferentes según el tipo de capitalismo de cada país. La mayoría de los capítulos se basan en un análisis de economía política fundado en la forma en que las estructuras e instituciones sociales determinan las políticas económicas.
Aziz y Bizberg señalan que a pesar de que la mayor parte de los análisis macroeconómicos sobre la situación en AL intenta mostrar cómo finalmente todos los países del continente han tropezado con la misma piedra, un análisis de economía política considera que cada modo de desarrollo, cada capitalismo tiene su propia crisis que debe distinguirse de las demás. Así como no hay una mejor manera para conducir la economía de un país, no hay siempre los mismos problemas. Ellos defienden la idea de que, si bien hoy en día todos están pasando por dificultades, no se encuentran en la misma crisis, es decir, que los diferentes tipos de capitalismo conducen a diferentes tipos de crisis.
Respuestas internacionales
Robert Boyer (2021), que inicia el libro, postula que la diversidad de los capitalismos se percibe claramente desde el shock externo que significó el aumento de los precios del petróleo de inicios de la década de 1970, el cual dio lugar a la divergencia de las trayectorias de los capitalismos de los países desarrollados, sobre todo de EE.UU., Alemania, Francia y Japón, que hasta ese entonces habían seguido un modelo económico fordista, caracterizado por un ciclo virtuoso en el cual los aumentos de productividad se traducían en aumentos de salarios y de cobertura de la protección social, lo que aumentaba la demanda interna de las economías.
Boyer anota que a pesar de que el neoliberalismo se ha tratado de imponer en la mayoría de las economías del mundo, a partir del derrumbe del fordismo no se generó un solo tipo de capitalismo, sino por lo menos cuatro: El liberal; el coordinado (o socialdemócrata); el mesocorporativo de los países asiáticos, definido por los conglomerados de empresas; y el estatal, en el cual el Estado tiene una función central como inversor y regulador.
Financiarización
La clasificación de los cuatro tipos de capitalismo que definió la escuela de la regulación se enfrenta en la década de 1990, como señala Boyer, a la financiarización de la economía, que se caracteriza por el hecho de que el crecimiento y las expectativas de crecimiento no provienen de aumentos de la productividad, sino de las expectativas de ganancias de innovaciones financieras y la apertura de nuevos territorios a la especulación.
Esto tiene como consecuencia, por una parte, unas tasas de crecimiento mucho más bajas que las de la época fordista, y una inestabilidad financiera que ha llevado a recurrentes crisis económicas y financieras. La financiarización, además, ha sido acompañada del cuasiagotamiento de la productividad de las economías maduras, de amplias desigualdades de ingresos, de la polarización social y de un conflicto central entre capitalismo y democracia en la mayoría de las economías nacionales, así como el reciente freno del proceso de globalización.
Diversidad regional
Aziz y Bizberg en un libro previo del 2019 identificaron cuatro variedades de capitalismo en la región: 1. Capitalismo de subcontratación internacional (México y otros países de Centroamérica con sus diferencias); 2. capitalismo sociodesarrollista (Brasil hasta Dilma Rousseff y Argentina); 3) capitalismo rentista neoliberal (productores de materias primas como el Perú y en menor medida Chile; y 4) capitalismo rentista redistributivo (Bolivia).
El capitalismo de subcontratación internacional es una forma desarticulada de capitalismo que depende totalmente de la demanda de las empresas matrices situadas en EE.UU. u otros países centrales; se dedica a ensamblar partes importadas. Produce manufacturas que pueden tener un contenido tecnológico relativamente alto, aunque el valor agregado y los aumentos de productividad son bajos. La producción está principalmente desconectada del resto de la estructura productiva.
Una segunda variedad es el capitalismo sociodesarrollista. Esta forma capitalista está basada tanto en materias primas para el mercado externo como en manufacturas para el mercado interno. El Estado es un actor fundamental que intenta arbitrar entre la dependencia externa de una economía periférica productora de materias primas, vinculada al capital financiero y la producción industrial destinada al mercado interno.
El modo de consumo también es un compromiso entre ambos: la búsqueda de mercados externos, la atracción de capitales extranjeros y la incitación tanto de la industria nacional como de la demanda interna a través del aumento de los salarios, además de un sistema de protección social generoso. El Estado es fuerte, intervencionista, trata de encontrar un equilibrio entre un modelo de crecimiento empujado por los salarios y un modelo basado en las ganancias.
Capitalismos rentistas
Los restantes dos tipos de capitalismo regional tienen como característica que dependen de las materias primas. Aunque el modo de acumulación, la dependencia de las materias primas y la economía externa son similares, existen diferencias significativas con respecto a la coalición dominante y la relación salarial, la forma en que se distribuyen las ganancias de la renta, lo cual causa que uno sea de tipo neoliberal y el otro, redistributivo. El primer modo es una estilización de Perú, Colombia y, de manera parcial, Chile. Los dos primeros países, con sus particularidades, comparten una economía extremadamente abierta, un Estado y sindicatos débiles, desregulación del mercado laboral y un sistema de seguridad social reducido y orientado a la asistencia.
Lo que asemeja los tres casos es que la coalición dominante está formada de igual manera por grandes compañías extranjeras y nacionales, las clases medias y una sociedad civil débil. El modo de consumo está orientado a las ganancias. Los salarios crecen por debajo de los aumentos de productividad. En contraste, el capitalismo rentista redistributivo, aunque también es dependiente del mercado internacional cuenta con un Estado intervencionista y relativamente fuerte, que posee o cede concesiones a cambio de regalías e impuestos. Asimismo, existen actores sociales fuertes que ejercen presión sobre el Estado para que intervenga en la economía y redistribuya las ganancias.
Colofón
Es claro que tenemos un modelo de capitalismo rentista neoliberal amparado por reglas, instituciones y dinámicas específicas. Es sin duda un modelo de crecimiento económico excluyente que tiene un conjunto de fuerzas donde dominan las centrífugas respecto de las centrípetas. Entre las primeras destaca la posibilidad de pérdida del dinamismo externo, supuesto éxito exportador que genera enfermedad holandesa, formación de burbujas en los precios de los activos que después explotan, reducidos efectos de arrastre y elevada desigualdad que genera desborde social, entre otras.
A los problemas estructurales, se suman los relativos a la crisis detonada por el covid-19 y al reimpulso de las nuevas tecnologías que pueden generar mayores problemas de población económica inactiva, desempleo, precarización y mayores desigualdades. Sin introducirnos a la problemática político institucional estamos caminando al borde del abismo.
Nuestra situación es extremadamente compleja; no caben los diagnósticos y propuestas maniqueas. Ni el más de lo mismo; ni recurrir a las viejas fórmulas del pasado que están condenadas al fracaso. Se requiere de mucha creatividad, análisis de nuestra realidad y de experiencias internacionales. Corresponde a la Academia, a los Colegios Profesionales, a las ONGs y a la Sociedad Civil articular respuestas para sacarnos de este atolladero.
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