¡A las pruebas me remito! Primeros 100 días de cuarentena y el notorio aporte de las transacciones electrónicas al desarrollo económico

La relevancia de encontrar maneras seguras de realizar transacciones sin tener que desplazarnos o llevar efectivo con nosotros es, hoy, más clara que nunca. Desde hace varios años los hacedores de políticas públicas y los jugadores del sector de pagos, han venido esforzándose por promover las transacciones electrónicas, difundiendo sus beneficios y ventajas para los usuarios, así como para la economía en general.

Los más recientes avances han sido en materia del desarrollo de tecnologías de pagos sin contacto, como por ejemplo a través de “billeteras digitales” que habitan en nuestros teléfonos y con las cuales hoy podemos pagar una boleta de cine, un taxi, y muchos consumos diarios más. Por otro lado, en el Perú, la interoperabilidad, es decir la capacidad de poder utilizar tu tarjeta en cualquier POS, que se inició este 2020, ha incrementado la aceptación de productos financieros y genera una experiencia superior, al eliminar la tradicional pregunta de “¿con cuál tarjeta va a pagar?”; además de reducir los costos para los comercios que reciben tales pagos.

Hoy vivimos una situación inesperada: hay personas haciendo teletrabajo, otros con movilidad restringida, muchos teniendo que moverse con la máxima prudencia por la naturaleza de sus actividades o sus condiciones económicas. En todos los casos las operaciones electrónicas se han convertido en uno de los principales aliados de la salud, y en una solución logística para muchas necesidades de las personas que, producto de la inamovilidad, la distancia social y el aislamiento, han tenido que recurrir a las facilidades del internet y las herramientas que supone para poder enfrentar esta coyuntura compleja y desafiante.

Las nuevas tecnologías han ayudado a reducir la necesidad de tener dinero en efectivo, y les han dado a los comercios la posibilidad de facilitar su proceso de venta, en un ambiente más retador para ellos. Las transacciones digitales nos han abierto la posibilidad de gestionar el dinero desde nuestros dispositivos de comunicación, evitando tener que tocar dinero en efectivo, lo cual naturalmente reduce la velocidad de transmisión del virus.

No obstante, esta situación también significa un nuevo desafío para la industria de pagos electrónicos, y para los gobiernos: mantener el know how adquirido y apoyar su desarrollo en los sectores menos digitales de la población, así como promover la bancarización, entendiendo que en el Perú tan solo el 46.4% tiene al menos una cuenta, de acuerdo con cifras del INEI. Más aún, según el Instituto Peruano de Economía, el 28.4% de la población todavía considera que no necesita productos financieros. Por otro lado, el año pasado, la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS), junto con Ipsos, publicaron la encuesta nacional de capacidades financieras 2019, donde se evidenció que el 79.6% de los peruanos mayores de 18 años nunca había utilizado plataformas digitales para hacer transferencias bancarias, mientras que un 77.3% no utilizaba Internet en lo absoluto para hacer los pagos de sus servicios.

Es natural que en el escenario del COVID, esta percepción haya cambiado, lo cual representa una oportunidad para trabajar en educación y cultura financiera para reducir estructuralmente el uso de efectivo.

Si antes de la pandemia era recomendable trabajar en la inclusión financiera, hoy es indispensable lograrla. Todos hemos podido atestiguar que es crucial que cada ciudadano tenga una cuenta en alguna entidad financiera, así como una tarjeta que le permita recibir pagos o generarlos, sin necesidad de salir de su hogar o centro de trabajo. Imaginemos por un momento la cantidad de contagios que se hubieran podido evitar si la distribución de la totalidad de los bonos solidarios hubiese podido ser realizada a través de canales digitales, evitando aglomeraciones en las entidades financieras.    

La necesidad y las circunstancias han involucrado a mucha gente por primera vez en el mundo de las transacciones electrónicas; esa experiencia debe ser la semilla para canalizar el máximo esfuerzo para que cada vez más personas tengan una tarjeta y cuenta en alguno de los bancos del país. No podemos dejar de mencionar lo significativo de esta experiencia que ha provocado que se plantee asociar una cuenta en el Banco de la Nación a los futuros DNIs que se emitan, lo que resalta la importancia de dar oportunidad de acceso inmediato al mundo financiero a los jóvenes de todo el Perú, apenas alcancen la mayoría de edad. Esta acción ha abierto las puertas para que las instituciones bancarias puedan desarrollar productos que compitan para lograr que esos jóvenes estén incluidos financieramente.       

En la actualidad, existen ya diversas iniciativas para ayudar a masificar el uso del dinero a través del escenario electrónico. Sin embargo, todavía debemos aprender a aprovechar la experiencia vivida por la sociedad para alcanzar todas las facilidades que el e-commerce y las transacciones digitales brindan. Fomentando el uso más frecuente y beneficioso de los pagos sin contacto, evitando el desplazamiento y, sobre todo, simplificando la complejidad logística de estos trámites progresivamente.

Esta emergencia nos ha cambiado la vida y ha alterado nuestros planes, forzándonos a adecuar la forma en que llevábamos nuestro día a día a la “nueva normalidad”. En situaciones históricas de gran impacto, las sociedades que mejor aprovechen la coyuntura para hacer grandes saltos evolutivos son aquellas que tomarán una ventaja a sus pares y podrán alcanzar niveles de desarrollo humano superiores. Es clave pues aprovechar los aprendizajes y facilidades que hemos desarrollado en esta última centena de días a distancia en pro del desarrollo integral de la sociedad peruana.

La relevancia de encontrar maneras seguras de realizar transacciones sin tener que desplazarnos o llevar efectivo con nosotros es, hoy, más clara que nunca. Desde hace varios años los hacedores de políticas públicas y los jugadores del sector de pagos, han venido esforzándose por promover las transacciones electrónicas, difundiendo sus beneficios y ventajas para los usuarios, así como para la economía en general.

Los más recientes avances han sido en materia del desarrollo de tecnologías de pagos sin contacto, como por ejemplo a través de “billeteras digitales” que habitan en nuestros teléfonos y con las cuales hoy podemos pagar una boleta de cine, un taxi, y muchos consumos diarios más. Por otro lado, en el Perú, la interoperabilidad, es decir la capacidad de poder utilizar tu tarjeta en cualquier POS, que se inició este 2020, ha incrementado la aceptación de productos financieros y genera una experiencia superior, al eliminar la tradicional pregunta de “¿con cuál tarjeta va a pagar?”; además de reducir los costos para los comercios que reciben tales pagos.

Hoy vivimos una situación inesperada: hay personas haciendo teletrabajo, otros con movilidad restringida, muchos teniendo que moverse con la máxima prudencia por la naturaleza de sus actividades o sus condiciones económicas. En todos los casos las operaciones electrónicas se han convertido en uno de los principales aliados de la salud, y en una solución logística para muchas necesidades de las personas que, producto de la inamovilidad, la distancia social y el aislamiento, han tenido que recurrir a las facilidades del internet y las herramientas que supone para poder enfrentar esta coyuntura compleja y desafiante.

Las nuevas tecnologías han ayudado a reducir la necesidad de tener dinero en efectivo, y les han dado a los comercios la posibilidad de facilitar su proceso de venta, en un ambiente más retador para ellos. Las transacciones digitales nos han abierto la posibilidad de gestionar el dinero desde nuestros dispositivos de comunicación, evitando tener que tocar dinero en efectivo, lo cual naturalmente reduce la velocidad de transmisión del virus.

No obstante, esta situación también significa un nuevo desafío para la industria de pagos electrónicos, y para los gobiernos: mantener el know how adquirido y apoyar su desarrollo en los sectores menos digitales de la población, así como promover la bancarización, entendiendo que en el Perú tan solo el 46.4% tiene al menos una cuenta, de acuerdo con cifras del INEI. Más aún, según el Instituto Peruano de Economía, el 28.4% de la población todavía considera que no necesita productos financieros. Por otro lado, el año pasado, la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS), junto con Ipsos, publicaron la encuesta nacional de capacidades financieras 2019, donde se evidenció que el 79.6% de los peruanos mayores de 18 años nunca había utilizado plataformas digitales para hacer transferencias bancarias, mientras que un 77.3% no utilizaba Internet en lo absoluto para hacer los pagos de sus servicios.

Es natural que en el escenario del COVID, esta percepción haya cambiado, lo cual representa una oportunidad para trabajar en educación y cultura financiera para reducir estructuralmente el uso de efectivo. 

Si antes de la pandemia era recomendable trabajar en la inclusión financiera, hoy es indispensable lograrla. Todos hemos podido atestiguar que es crucial que cada ciudadano tenga una cuenta en alguna entidad financiera, así como una tarjeta que le permita recibir pagos o generarlos, sin necesidad de salir de su hogar o centro de trabajo. Imaginemos por un momento la cantidad de contagios que se hubieran podido evitar si la distribución de la totalidad de los bonos solidarios hubiese podido ser realizada a través de canales digitales, evitando aglomeraciones en las entidades financieras.    

La necesidad y las circunstancias han involucrado a mucha gente por primera vez en el mundo de las transacciones electrónicas; esa experiencia debe ser la semilla para canalizar el máximo esfuerzo para que cada vez más personas tengan una tarjeta y cuenta en alguno de los bancos del país. No podemos dejar de mencionar lo significativo de esta experiencia que ha provocado que se plantee asociar una cuenta en el Banco de la Nación a los futuros DNIs que se emitan, lo que resalta la importancia de dar oportunidad de acceso inmediato al mundo financiero a los jóvenes de todo el Perú, apenas alcancen la mayoría de edad. Esta acción ha abierto las puertas para que las instituciones bancarias puedan desarrollar productos que compitan para lograr que esos jóvenes estén incluidos financieramente.       

En la actualidad, existen ya diversas iniciativas para ayudar a masificar el uso del dinero a través del escenario electrónico. Sin embargo, todavía debemos aprender a aprovechar la experiencia vivida por la sociedad para alcanzar todas las facilidades que el e-commerce y las transacciones digitales brindan. Fomentando el uso más frecuente y beneficioso de los pagos sin contacto, evitando el desplazamiento y, sobre todo, simplificando la complejidad logística de estos trámites progresivamente.

Esta emergencia nos ha cambiado la vida y ha alterado nuestros planes, forzándonos a adecuar la forma en que llevábamos nuestro día a día a la “nueva normalidad”. En situaciones históricas de gran impacto, las sociedades que mejor aprovechen la coyuntura para hacer grandes saltos evolutivos son aquellas que tomarán una ventaja a sus pares y podrán alcanzar niveles de desarrollo humano superiores. Es clave pues aprovechar los aprendizajes y facilidades que hemos desarrollado en esta última centena de días a distancia en pro del desarrollo integral de la sociedad peruana.

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