El ubicuo Jaime Delgado nos ha acercado
un paso más al primer mundo (según él), aprobando una ley que ( i) restringe la
publicidad de “comida chatarra” dirigida a niños o adolescentes; (ii) manda la
desaparición progresiva de alimentos que contengan “grasas trans”; y, (iii)
prohíbe la venta de “comida chatarra” o dulces en los colegios.
[Imagen tomada de Happy Meal]
¿Estas
normas cumplen con sus propósitos?
En relación al punto i (prohibición de
publicidad), es discutible que cumpla su propósito y -de hacerlo- el impacto sería
mínimo. Por lo menos en un país como EE.UU., reduciría el consumo de comida
chatarra y -así- la obesidad, en un 10% aprox. entre niños o adolescentes de
entre 3 a 18 años (ver “Fast-food restaurant
advertising on television and its influence on childhood obesity”). Ojo, no
reduciría 10% del total de niños o adolescentes, sino 10% dentro de la
población actualmente obesa. Es decir, si Perú
tiene el 10% de obesidad infantil, el efecto sería del 1% aprox. (sobre el
total) si es que pasara lo que las regresiones de esos profesores sugirieron
para el caso de EE.UU. Es decir, pasaríamos de una obesidad infantil del 10% a
una del 9%.
¿Podemos ser igualmente optimistas y
esperar la reducción del “monumental” 1% en Perú? Me temo que no. En Perú, la
publicidad, la oferta y el consumo de comida chatarra son radicalmente menores
que en EE.UU. Por lo tanto, se podría esperar que el efecto de su prohibición
sea tan modesto como la oferta de fast
food. En conclusión, si tenemos suerte, se podría esperar que esta
extraordinaria -y aplaudida- medida tenga un efecto que esté en el reino del
“0.algo%”.
Adicionalmente, en países donde se
aplicaron medidas similares: Canadá, Suecia o Noruega, la obesidad infantil no
se ha reducido (ver: editorial de El Comercio del sábado). Esta comparación,
sin embargo, no habla de causalidad por lo que no la considero determinante. Esto
porque pueden haber otros factores que afecten el incremento de peso, a pesar
de que la medida sea adecuada, si es analizada de manera aislada.
En relación al punto ii (eliminación de
grasas trans), francamente no sé. Si sé que el congresista Delgado tampoco
sabe. ¿Quién debería saber? ¿Yo, antes de hacer un post para mi columna de los martes; o él, antes de afectar a
millones de personas con su “iniciativa”? Esa es otra pregunta.
En relación al punto iii (prohibición de
venta de comida chatarra en los colegios), la mejor evidencia que tenemos dice
que no tendría efecto. Un estudio
del prestigioso RAND demostró que las “competitive foods” (es decir, la
comida chatarra que se vende en los colegios y compite contra los “meal plans”
del propio centro educativo) no tenían un efecto en la masa corporal de los
estudiantes, en su actividad física, su sicología o su habilidad para ser
buenos alumnos. Por otro lado, el estudio destacó que las “competitive foods”
eran un elemento muy importante de las finanzas de los colegios, pudiendo ayudar
a cubrir programas como los deportes o la música. Su conclusión es que los
estados se apuraron en sacar normas al respecto (aunque el gobierno federal no
lo hizo, por falta de evidencia).
¿Cuál
es la justificación de estas medidas?
La justificación no es económica; si
entendemos que la economía mide la utilidad (felicidad), no la riqueza o la
producción. Una persona más saludable puede ser más productiva, pero menos
feliz. Tal como señalé en una entrevista
en The Huffington Post en español: “(…)
prohibirle a las personas dormir, obligarlas a hacer más ejercicio u obligarlas
a comer sano, vuelve más pobre a la sociedad, aunque la vuelva más productiva
(o más rica en términos exclusivamente dinerarios). Piensen en un caso
individual: si una persona la obligara a hacer dieta y a levantarse más
temprano, ¿eso la haría más feliz? Si no la hace más feliz individualmente,
¿por qué asumir que sí nos haría más felices como sociedad?”.
La justificación, así, es extra-económica. Incluso he leído
a un blogger, en relación a este
tema, decir que “(…) los publicistas (…),
antes que buscar satisfacer las necesidades de los consumidores debemos primero
buscar cómo hacerlos mejores personas”. No gracias, Alexander, a mi
ayúdenme a encontrar mejores productos a mejores precios, no más. Nuestros
congresistas, también, creen que su función no es dejarnos ser felices, sino
convertirnos en “mejores personas”, de acuerdo a su moralista/pseudo-religiosa visión de lo que es una
mejor persona. En la religión católica, la gula es un pecado mortal.
Efectivamente, la gran mayoría de personas en Perú cree que la gula te llevaría
al infierno, literalmente. Así, no es difícil pensar cómo una norma ayudándote
a no tener gula podría ser apoyada desde un visión moral o religiosa.
[Imagen tomada de Sean Dreilinger]
Si vemos el aspecto “crecimiento”, estas
normas tienen un impacto en la industria que se puede traducir en menos
ingresos, menos trabajadores, más pobreza, menos medios de comunicación (que
son financiados por la publicidad), etc.. Así que, aun desde el punto de vista
de la productividad y el crecimiento, el impacto es ambiguo. Por un lado, se
reducirían las enfermedades asociadas a la obesidad (aunque mínimamente); pero,
por otro, disminuirían los ingresos tanto de los trabajadores, como de dueños
de restaurantes y medios de prensa; y, disminuiría la felicidad (utilidad) de
las personas.
Redefiniendo
el rol del Estado
El reciente amago de compra de Repsol ha
puesto en debate el rol del Estado en la economía. Casos como éste, desde mi
punto de vista, requerirían un debate similar. Algunos dirán que, al ser un
tema de salud, requiere la atención del Estado. Sin embargo, la salud, por sí
misma, difícilmente es justificación para una prohibición. En el caso del
tabaco, no hay un tema de salud solamente, sino de externalidades negativas
(daños a terceros).
En el caso de la comida chatarra, esta
norma ha sido tomada de países de primer mundo, donde la
pobreza está asociada al consumo de comida chatarra. En EE.UU., una persona
pobre no es desnutrida, sino obesa. Así, la justificación del Estado para
intervenir es doble: es un problema de salud y un problema de pobreza.
En Perú, la gente pobre, ¿come comida
chatarra? ¿Cuál fue la última vez que vio a un pobre en McDonalds? En EE.UU.,
un MacDonalds parece un refugio para vagabundos. De hecho, cuando subieron los precios
de McDonalds en San Francisco, la asociación de vagabundos protestó
enérgicamente, pues lo vieron como una medida para deshacerse de ellos.
[Imagen
tomada de Idcollage]
En Perú, la pobreza no es sinónimo de sobrepeso,
sino de desnutrición. Así como el 10% de nuestros niños son obesos, el 50%
tiene anemia. Si realmente queremos hacer algo por la nutrición en Perú,
gastemos recursos -quizá los tributos que paga la comida chatarra- para alimentar
a los más pobres. Así, la justificación no-económica podría ser una en la que
todos los peruanos podríamos coincidir. La justificación moralista, no solo no
puede convencer a todos los que pensamos que se puede ser gordo y feliz, sino
que es contraproducente en muchos sentidos, cuando -y si es que- logra sus
propósitos.
No se necesita ser liberal para oponerse
a estas normas, solo pensar que la razón y la evidencia deberían ir de la mano
con la política pública.
Pd: Pueden contactarme
en Twitter @osumar
Pd2: Mis posts
salen los martes.
COMENTARIOS
En otro blog comenté que dicha ley está tuerta, pues se enfoca en la publicidad de la llamada comida chatarra para niños y adolescentes, olvidando que la alimentación que reciben en sus casas peca por contener excesos de carbohidratos y grasas. Y esto se produce tanto por costumbre como por una cuestión de precios relativos (resultan más baratos). Porque si de mantener niños sanos y bien alimentados se trata, que prohíban entonces la publicidad de nuestra hipercalórica comida criolla en horarios para menores. Y a ver que dirían Knorr y Maggie por mencionar a algunas.
deberia opinar un medico cardioendocrinonefrologo especialista en salud publica y bioestadistico
Yo soy enemigo de la comida chatarra y de los alimentos procesados, como padre evito comprar y le enseño a mi hija que ese tipo de comida no es buena, pero es muuuuyyy dificil esta labor cuando estamos bombardeados de publicidad por todos lados que dicen exactamente lo contrario de lo que quiero enseñar, sumado esto a la cantidad de golosinas y alimentos procesados llevan otros niños a los colegios. Creo que esta norma es una ayuda a padres como yo que se preocupan por la salud de sus hijos.
Un articulo interesante sobre el efecto de la publicidad en la obesidad: “La “Coca-Colización” de México, la chispa de la obesidad”
http://periodismohumano.com/sociedad/salud/la-coca-colizacion-de-mexico-la-chispa-de-la-obesidad.html
Tambien tenemos al reconocido Dr. Huertas en su blog Cuida tu salud:
http://blogs.elcomercio.pe/cuidatusalud/2013/05/regulacion-de-los-alimentos-ar.html
Concuerdo plenamente con la opinión de Karla, somos los padres quienes decidimos finalmente que van a comer nuestros hijos, tampoco es que todos los días van a comer McDonald no?
Defiendo también el comentario de Oscar en el sentido de que no podemos comparar realidades tan distintas y sobretodo, el hecho de que el visionario congresista que presentó una burda copia de una ley extranjera no conoce absolutamente nada del tema.
El tema requiere un manejo mucho más serio por parte del Estado Peruano como la realización de un verdadero estudio sobre las verdaderas causas del origen de la desnutrición, el sobrepeso y la obesidad en nuestros niños.
Señor Oscar,
La norma así como la discusión gira en torno a algunos objetivos que se podrían resumir:
- La comida procesada puede ser (o es) daniña, pero uno tiene la libertad de consumirla y permitir que los niños la consuman.
- Si se intenta regular la comida que hace daño, entonces estamos atentando con la libertad de las personas. Si yo quiero envenenarme, tengo el derecho y la libertad de hacerlo y nadie debería interferir.
- Mientras exista desnutrición en el país, el sobrepeso y obesidad así como los problemas sociales y médicos pueden ser dejados de lado por un objetivo mayor, eliminar la desnutrición.
¿De eso se trata todo? Si yo quiero envenenarme, tengo el derecho de permitir que mis hijos también lo hagan, ¿verdad?
Oscar:
Como siempre, polémico, acertado y dando el enfoque necesario.
Un aspecto que preocupaba a muchos cuando se discutió la norma es si ésta, afectaría a nuestra sanísima comida peruana (pollo a la brasa, anticuchos, picarones, chicharrones, etc). Alli sí todos tuvieron algo que decir.
Pero esta norma solo habla de los productos “procesados o industrializados”. Así se salvo nuestros productos bandera.
Si las cifras (que todos pueden discutir pero son buen referente) nos muestran que la clásica “comida chatarra” no es todavía consumida masivamente en el Perú, entonces que propongan una norma pensando “regular” seriamente en toda la comida que hace daño(no la llamaré chatarra…).
Este caso, esta norma, es otro ejemplo de la intervención estatal en algo tan peligroso como mi propia decisión de comportarme eficientemente en el mercado.
Alexander me convenció. Pero también creo que la norma no cumplirá sus objetivos.
Ojalá me equivoque.
Como al parecer los comentaristas de eesteblog provienen de distintas especialidades, aprovecho para preguntar:
1. Cuál es la evidencia de que la incidencia de la obesidad y el sobrepeso en el Perú se debe al consumo de alimentos procesados que esta ley considera poco saludables? Lo pregunto porque tengo entendido que el consumo per capita de alimentos procesados en nuestro país es uno de los más bajos de la región.
2. Cuál es la evidencia de que regulando la publicidad a menores, como lo hace esta ley, se reducirán estos porcentajes de incidencia? En cuánto?
3. Cuál es la evidencia de que limitando lo que los escolares pueden comprar en el kiosko del colegio se reducirá la incidencia de la obesidad y el sobrepeso en el Perú? En cuánto? Lo pregunto porque a diferencia de USA o Canadá, aquí pocos escolares almuerzan en el colegio.
4. Cuál es la evidencia de que eliminar las grasas trans reducirá estas cifras?
Esta ley limita libertades y le va a costar cientos de millones a la sociedad. A menos que la evidencia exista y sea sólida no creo que exista justificación para tratar como peleles irresponsables que requieren la tutela del Estado a los padres del 80% de los niños que no sufren de obesidad y sobrepeso.
Estimado Oscar,
Me parece que la orientación que le das a tu comentario está sesgada desde el punto de vista preventivo, quizá tengas razón al decir que el impacto a de esa medidas sea bajo o moderado, sin embargo estas obviando el “probable” GRAN IMPACTO que se puede tener en futuros consumidores, niños que recién estan entrando al colegio, niños que recién toman atención razonada a un comercial, si lo vemos de un modo global ahí se tendrán resultados, grandes resultados, tal vez no los percibamos notoriamente, pero estoy seguro que evitara que niños con peso normal lleguen a niveles de sobrepeso y obesidad, lleguen a tener diabetes, lleguen a evitar que pierdan la visión o se les ampute alguna pierna por el motivo previo. Debemos orientarnos a este punto de vista, claro sin dejar de lado que la actividad física es importante, pero paso a paso se llega lejos.
Estimado Óscar, te escribe el moralista. Comparto contigo información de la cual quizá desconozcas:
- Según el INEI la tasa de sobrepeso y obesidad infantil en el sector urbano es de 18% y 12%, respectivamente (http://www.larepublica.pe/08-01-2012/obesidad-un-mal-que-acecha-los-mas-pequenos-del-hogar), no es “un 10% aprox”. El 18% de niños con sobrepeso tienen una alta prevalencia de convertirse en obesos (esperemos no llegar a que se conviertan para recién pensar si una Ley es necesaria).
- Según diversos estudios (recogidos en STRASBURGER, Victor 2001 Children and TV Advertising: Nowhere to Run, Nowhere to Hide. En: Developmental and Behavioral Pediatrics, Vol. 22, No.3. USA.), los niños entre 6 y 8 años son incapaces de comprender las intenciones de la publicidad; es más, frecuentemente aceptan como verdad absoluta los enunciados que transmiten. Los niños entre 8 y 10 años, por otro lado, poseen la habilidad cognitiva de procesar la publicidad pero solo lo hacen cuando son cuestionados o se les pregunta.
- Claro, es responsabilidad de los padres ser acuciosos y decidir por ellos. Hago recordar que 3 de cada 4 niños y adolescentes peruanos afirmaron que cuando vieron spots televisivos de gaseosas, helados, golosinas y fast food, compraron finalmente el producto, lo comprarían en algún momento, o le pedirían a sus padres que lo compren (Encuesta del Concortv a más de 8 mil niños y adolescentes 6-16 años en 17 ciudades del Perú – 2012).
- No hay libertad con ignorancia, y los niños (y muchos adultos) ignoran lo que tú y yo podemos saber sobre las estrategias de persuasión publicitaria. Martin Lindstrom, investigador danés y experto en Neuromarketing, también nos recuerda que el 85% de las decisiones que tomamos a diario dependen de nuestro subconsciente. La figura del “consumidor razonable”, peor aún aplicado en niños y adolescentes, es una falacia.
- En Argentina, un estudio a 251 escolares de 9 a 11 años de edad concluyó que el 80% seleccionaba los productos publicitados a los no publicitados, y que el 99% elegían los alimentos que iban a consumir porque lo publicitaron en la televisión (a comparación de un solo un 52% que afirmó porque eran nutritivos). Fuente: http://www.aadynd.org.ar/downloads/category/18-revista-diaeta.html?download=105:efecto-de-la-publicidad-televisiva-sobre-la-seleccion-de-alimentos-por-escolares-del-noroeste-argentino . La educación es importante y esencial, pero si buscas competir con 19 millones de soles de inversión publicitaria al mes de alimentos no saludables será siempre opacada, por mejor que la educación sea.
- En Estados Unidos se realizó un estudio a 63 niños entre tres y cinco años que intentaba demostrar que estos percibirían los alimentos más ricos si se les presenta como un producto de McDonald’s. El resultado: al 48% de niños le sabía mejor la hamburguesa que tenía la marca McDonald’s frente a un 37% que indicaba lo contrario (eran la misma hamburguesa). La misma tendencia se presentó cuando se les dio nuggets (59%), papas fritas (77%), jugo de manzana o leche (61%), e inclusive zanahorias (54%).
- Una recopilación de información sobre la cantidad de publicidad de alimentos y la prevalencia de sobrepeso en niños en diez países descubrió que a más spots televisivos de alimentos ricos en azúcares y grasas mayor la prevalencia de sobrepeso en niños. Del mismo modo, a mayor número de spots televisivos de alimentos saludables, menor la tasa de prevalencia de sobrepeso infantil. Fuente: http://stakeholders.ofcom.org.uk/binaries/consultations/foodads/responses/fcannex.pdf
En la publicidad, como en otras profesiones (el Derecho incluido), están los profesionales que buscan cumplir con lo que pida el cliente y son muy eficientes en eso. Pero también están los que buscan, además del beneficio personal, un bienestar común, equivocado o no pero un beneficio a la mayor cantidad de personas y no a solo un sector o a un cliente. Si no es para sentir que fuimos útiles para el futuro, al menos es para dormir mejor. Agradezco que hayas tocado el tema en tu blog porque alimenta el debate.
Buenas noches.
Estimado Óscar; soy un asiduo lector de su post y al parecer el hecho de tildar a Jaime Delgado de “ubicuo” ha provocado la más grande reacción en cadena (no de restaurantes chatarra) de los defensores de la norma bajo análisis, lo cual significa que su página ha calado hondo. Como Estado eduquemos mas y prohibamos menos, porque con lo primero nos alimentaremos sin engordar y con lo segundo nos haremos mas pobres y, en el mejor de los casos, engordaremos. Siga en esa ruta que nos hará mejores
Óscar, me parece que hay muchas personas que no han entendido muy bien el objetivo de tu artículo. Fuera de ello, creo que es necesario tener en cuenta que efectivamente las realidades de EEUU y nuestras son muy distintas, y por lo tanto no debiéramos confiar tanto de los estudios que se hagan en esas otras realidades, ya sea para estar a favor o en contra de la regulación de la publicidad como ha propuesto el congresista Delgado, y sí más bien debiera propiciarse que se hagan estos estudios en nuestra realidad.
Sí es cierto que acá en Perú los niños per se no se van a ver influenciados en comer en un fast food porque tengan más o menos publicidad al respecto, pero debiera tenerse en claro que finalmente, en la gran mayoría de los casos, son los padres los que van a permitir que su o sus hijos consuman comida “chatarra”, ¿o acaso los niños y niñas ya tienen ingresos suficientes para poder consumir una hamburguesa o papas fritas todos los días por sus propios medios? Siempre va a depender de lo que sus padres les permitan y/o provean.
Finalmente, considero que mejor se gastan los recursos del Estado en promover y, de ser posible, propiciar una mejor nutrición en los niños de zonas en pobreza y pobreza extrema que en hacer que se cumpla una ley que, como tú dices, no va a tener un efecto determinante en lo que se supone es lo que mueve esta vez al casi siempre desubicado congresista Delgado, esto es, la salud de los niños y niñas del Perú, que en las zonas que menciono (y que es donde está el bolsón de desnutrición infantil) no deben tener ni idea de qué es una cajita feliz de McDonalds ni algo parecido.
Estimados, respeto completamente las opiniones de cada uno, … yo tengo un hijo de tres años que gracias a dios no sufre de obesidad, pero efectivamente cada vez que salimos a la calle pide una cajita de cualquier establecimiento de fast food ya sea por la comida o el juguetito, el asunto es que el la madre soy YO, yo soy quien decide comparle la cajita o llevarlo a cualquiera de los establecimientos de fast food. En mi opinion seria como decir que los casinos son los culpables de la gente ludopata, la cerveza de la gente alcoholica, o las medicinas de los farmaco dependientes. En fin yo creo que los unicos culpables de lo que pase con nuestros hijos somos los padres, somos quienes los llevamos y los que pagamos, quienes tenemos la responsabilidad de educar alimenticia o intelectualmente somos los padres, que el estado se ocupe de aquellos que si lo necesitan, aquellos que no tienen para comer, aquellos niños que cada año mueren de frio en nuestro pais. Me parece que no deberiamos buscar responsables por las decisiones que tomamos los adultos ( porque ojo la decision de compra la tomamos los adultos) porque si no tendriamos que culpar a las carretillas de esquinas que son las que mas abundan en las zonas populares que expenden tambien comida chatarra a un precio mucho mas accesible para el comun de la gente y a veces con insumos de dudosa procedencia. En el caso de los colegios, si estaria bien regular lo que venden, pero eduquemos la alimentacion de nuestros hijos en casa, TODO en exceso hace daño. Ademas tenemos que tener en cuenta los chicos asi esten a punta de frejol con arroz y de postre arroz con leche y picarones, si tienen una vida sedentaria igual van a genererar obesidad.. o vamos a culpar a los comerciales de Sony, Apple,Acer, etc, por incitar a la compra de las computadoras, play station, tablets, x-box que hacen que nuestros hijos esten sentados mirando una pantalla.
Saludos nuevamente Oscar
Oscar,
Has tocado un tema muy interesante y polémico. Como te mencioné en otro medio, la norma me parece mal elaborada. Muchas de las propuestas no incluyen responsabilidades a sectores (ministerios de salud y educación) sobre el seguimiento que debería realizar para asegurar el cumplimiento, excepto el tema publicitario, entonces son sólo buenas intenciones. El análisis de costo beneficio que debía incluir muchos de los paper citados debería incorporar si para el legislador (que propone) como para el congreso (que aprueba) efectivamente todo el costo es aceptable gracias al beneficio que se genera con la reducción de ese 0. algo% en el sobrepeso. Pero tampoco hay nada de eso. En resumen, un mamarracho de norma.
No obstante, insisto que hay un problema en la mala alimentación de la población que incluye la desnutrición y la obesidad y sobrepeso. Ojo que se peude ser desnutrido y obeso, no son excluyentes.
También me parece un poco de mala onda con todas las personas que se levantan temprano para hacer ejercicios y son muy felices (el deporte segrega endorfinas, no lo olvides) por lo que afirmar que esa vida es menos feliz es muy subjetivo y no me atrevería a generalizar. No obstante, si promovería un estilo de vida más sano.
Por otra parte, no olvides que que la comida chatarra no es exclusividad de mc donald, bembos y compañía sino también del tio bigote y demás carretillas de las esquinas.
Tenemos un problema creciente que afecta la productividad, la salud y la felicicidad (la autoestima está relacionada con el sobre peso y obesidad) en la cual hay que tener políticas que ayuden a mejorar la alimentación, reducir el sobrepeso y la obesidad y así tener personas más felices, sanas y productivas. No son excluyentes.
Un abrazo y felicitaciones por incentivas estos debates.
Walter
Sobre las grasas tran
La evaluación de la evidencia es incompleta. de la misma forma como citas artículos que desestiman las medidas de regulación de publicidad existen varios que las justifican. No existe evidencia concluyente que apoye o desestime este tipo de medidas. Por eso los estados y departamentos de salud pública van probando intervenciones y corrigiendo. Pero intervienen. Ejemplo extremo es el de NY regulando el tamaño de gaseosas que pueden ser ofertadas. Oh, Bloomberg! Comunista contumaz!
El proyecto de ley contó con el respaldo de expertos de la OPS, UNICEF, el Instituto de Investigación Nutricional, FAO, Colegio de Nutricionistas del Perú, entre muchos otros. Pero claro, es mala porque tú lo dices e incluso das un estimado del efecto de la misma norma (“0.algo%”). ¿En qué programa se aprende ese tipo de soberbia?
El problema es real y debe afrontarse. Perú enfrentará la misma transición alimentaria vista por ejemplo en Brasil. La diabetes, hipertensión y obesidad son enfermedades crónicas muy costosas de tratar y que afectan la productividad de las personas (si lo quieres ver desde el punto de vista económico). La obesidad infantil se puede y debe tratar en paralelo a desnutrición infantil. De hecho forman parte de lo mismo: asegurar una nutrición saludable de niños y niñas.
Lo que me sorprende es que desprecies el proyecto de ley, pero no propongas ninguna alternativa. Supongo que tampoco te corresponde, pero en todo caso: ¿El mercado va a reducir la obesidad? ¿La “Big Food” industry se autoregulará y será el paladín de la buena alimentación?
saludos
Alexander esperamos tu réplica. El debate es interesante.
Pienso que las experiencias son distintas en cada sociedad. No se puede asegurar que esta ley anti-chatarra cree el mismo impacto que en los países nórdicos o Estados Unidos. Pero lo que si estoy seguro es que en alguna medida ayudan a la población a tener una conciencia distinta de la nutrición. En Ecuador existe una cadena de comida rápida llamada “Las menestras del Negro” que sirven alimentos en base a menestras, lentejas, fréjoles y pallares con papas sancochadas y verduras cocidas, donde la gente los consume al igual que aquí Mc Donalds o pizza Hut, siendo estos mucha mas nutritivos que nuestros sagrados Pollos a la Braza, Salchipapas, Pizzas y demás.
El estado aquí de alguna manera con esta ley empieza a generar un cambio en la población que es necesario para cambiar los malos hábitos alimenticios que tenemos.
Estimado Oscar,
Soy académico como tu, y valoro tu exposición de argumentos y la altura mostrada para expresar puntos de vistas discrepantes. No discutiré sobre tu área de especialidad ni postura, tampoco sobre la evidencia aireada. Bien indicas, y sobretodo las respuestas de tus lectores, que hay evidencia a favor y en contra para cada uno de los argumentos planteados.
Mi comentario va con respecto a tu visión del “problema”. Considero que cometes un par de errores fundamentales cuando haces la dicotomía desnutrición/sobrepeso. No son entidades mutuamente excluyentes sino parte de un espectro. Es decir, aquellos niños que sufren de desnutrición, más adelante, están en mayor riesgo de sufrir con mayor severidad las consecuencias negativas del sobrepeso/obesidad. (Ver por ejemplo http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/19844897 y http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23085799). Entonces, si de verdad te (nos) interesa seguir abogando porque aquellos que sufren de desnutrición, no hay que darle la espalda al tema de sobrepeso y obesidad.
Rescato dos citas de tu Blog que, me da la sensación, afirmas con total solidez.
Primero, “En Perú, la pobreza no es sinónimo de sobrepeso, sino de desnutrición…” Este patrón está ya demostrado en países desarrollados, y no quiere decir que no exista en nuestro medio. Estamos en camino. Ver http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/21959344 y http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22383142
Segundo, “Si realmente queremos hacer algo por la nutrición en Perú, gastemos recursos -quizá los tributos que paga la comida chatarra- para alimentar a los más pobres.” Este es un error muy común, al menos suena a error, pues lo he visto en la prensa. No digo que tu lo hayas cometido, pero vale la pena aclararlo. Cuando se dicotomiza el problema, desnutrición versus comida chatarra, se asume que el problema de un grupo es la falta de (ingesta) de alimentos y del segundo el exceso de (ingesta) de alimentos. Por ende, la ecuación simplista suena a que el exceso de aquellos que tienen sobrepeso bien podría beneficiar a aquellos con desnutrición. Vayamos con calma. La desnutrición y el sobrepeso/obesidad tienen algo que ver con el volumen, pero por sobretodo con la calidad de lo que se ingiere.
Gracias por permitir que tu post sea abierto al intercambio.
Veo que cuando sale una norma con la unica intención de mejorar la calidad de vida, siempre nos embuten con experiencias americanas, o sus experiencia profesional en otros sistemas de vida. Lo único que sé es que el Perú tiene alternativas de alimentos, somos una banco de germoplasma para llegar a un mejor nivel de alimentación lo cual no tiene Estados Unidos, y ese factor puede favorecernos para que nuestra población aprenda que es lo que que se debe consumir, sin ir mucho mas lejos, nuestras comunidades andinas sin tanta influencia de los medios de comunicación, consumen sus productos andinos herencia de nuestros antepasados…y eso si marcaría una diferencia enorme, sin meter estudios de publicidad, y no se que otra cosa en el extranjero…seamos prácticos.
Debemos sentirnos orgullosos de nuestra riqueza en todos los aspectos para sentirnos como de primer mundo y no usar parámetros globales que siempre favorecerán a los que tienen ventajas sobre otros entre comillas.
Como dice Roberto, hay harta literatura sobre el tema que va en una línea distinta de lo que señalas. Además, en el caso concreto de Canadá, los estudios dicen que sí tuvo un efecto positivo (Tirtha Dhar, Kathy Baylis (2011). Fast-Food Consumption and the Ban on advertising Targeting Children: The Quebec Experience. Journal of Marketing Research: Vol. 48, No. 5, pp. 799-813).
La respuesta de la industria frente a la abrumadora evidencia ha sido promover la autorregulación (tanto en publicidad como en las escuelas). Y la industria misma se jacta de que el resultado ha sido positivo (acá un ejemplo: http://www.ameribev.org/nutrition-science/school-beverage-guidelines/). La OMS, sin embargo, pide medidas más agresivas (http://www.who.int/dietphysicalactivity/framework_marketing_food_to_children/en/).
Parece que el problema es que para algunos cualquier regulación es mala porque amenaza la libertad (de expresión, de empresa o de educar a mis hijos como me dé la gana). Pero una cosa es estar en desacuerdo con los términos de la ley y otra tratar de negar la evidencia. Si algunos sectores se dedicaran a proponer más (y a negar los problemas menos), seguramente se aprobarían menos leyes como ésta.
Estimado Oscar,
Leí atentamente este post, que por cierto presenta interesantes puntos de debate, pero a diferencia de otros posts que publicaste, siento que con este estoy en gran parte en desacuerdo.
Primero mencionas un paper sobre la publicidad de los fast foods, y tal como menciona Roberto creo que la interpretación de los resultados se está haciendo de manera inexacta. La publicidad si tiene un efecto positivo sobre la reducción de la obesidad de los niños porque entiendo que lo que buscas es reducir la obesidad existente, y/o modificar los hábitos alimentarios de los NIÑOS y adolescentes mediante la persuasión: si la publicidad se restringe a no ser dirigida este tipo de personas, esta tienen menos incentivos de consumirlas, por lo cual el efecto es el que se desea: Reducir la obesidad de este segmento poblacional y no la de la población en general.
Reducir el debate a solo expresar: “a mi ayúdenme a encontrar mejores productos a mejores precios, no más” no creo que ayude en algo a solucionar el problema, pues parte de esa calificación de “mejores productos” se refiere al bienestar que nos aporta un producto y la salud es parte de ese bienestar. Si yo deseo un “mejor producto” lógicamente deseo uno que no atente contra la conservación de mi salud, de lo contrario no existirían leyes que prohíben el consumo de cigarrillos o alcohol.
Esas serian mis objeciones a tu post, aunque creo que la ley necesita ser mejor estudiada y creo que este post y otros contribuyen a ello.
Saludos¡¡
Estimado Oscar, escribir un articulo en gestión defendiendo intereses puntuales como los medios de prensa, denota claramente que lo que interesa es el dinero y el binestar particular de 5 o 6 dueños y no el bien común (que es lo que busca el estado y las empresa socialmente responsables), para que estes más tranquilo te comento cifras reales de la torta publicitaria local, alimentos solo equivalen a al15% de la publicidad que vemos a diario.
Tu nota tendría mayor sentido si contestas con argumento los comentarios como el Roberto Bustamante.
Sobre los publicistas, el fin actual de la publicidad no es informar sobre porque debes comprar un producto o cual es el más barato (cosa que resaltas en tu nota), en tiempo de la interconexión pemanente y redes sociales las marcas buscan ser transparentes y socialmente responsable, Coca Cola del 2008 tiene como norma internacional no incluiye a niños en su publicidad, pero como es el Perú aquí no lo respetan, todos recordamos que en la última navidad su spot tenía niños, ahora si las transacionales tomaran en serio la salud pública, el lucro no esta prohibido, pero cambiaran el enfoque en vez de ver una ChocoSoda se veran barras de quinua reforzados con vitaminas, los publicistas son capos transformando estos conceptos así que los bolsillos de susamigos industriales no sufriran mucho.
Te dejo un articulo de Bloomberg que dice que el tema de la comida chatarra es un problema para paises como Peru.
http://www.bloomberg.com/news/2013-04-04/waistline-index-grows-as-emerging-markets-eat-fast-food.html
No he visto la norma, pero el hecho de prohibir la comida chatarra en los colegios es necesario. El informe de RAND es interesante pero tambien hay un reporte de Surgeon Generals que dice lo contrario.
Don Oscar, aunque me parece un análisis justo y objetivo el que ha realizado, debo hacerle recordar que el espíritu de las Leyes en general, no están enfocadas a personas con un nivel de razonamiento como el de usted , al cual sin miedo a equivocarme podría calificarlo como un consumidor razonable. Muy por el contrario, buscan proteger a la mayoría, que sin ánimos de ofender es la masa de personas que son fácilmente influenciables por un simple spot publictario.
En éste caso en particular, tratándose de niños, aún si lo dicho por usted (el ligero impacto de la norma en cuestión) resulte ser una premonición certera, no cree que aunque se trate de un “0.algo” de niños los que resulten beneficiados… ¿ya se logró algo?
O usted considera que la salud de las personas, y en especial la de los niños (o de un solo niño) se mida por el margen de ganancias que tiene una empresa… es decir, si como empresa perjudico a 1000 personas mi conducta es condenable, pero si produzco la enfermedad de una sola ¿no?
Este caso me parece que no encaja dentro de los riesgos que están permitidos y se dejan a libre elección de cada uno (como sería manejar un auto… ya que lo hace un adulto)
Estamos frente a un grupo de personas cuyo juicio se encuentra en proceso de evolución… niños.
Finalmente, debo agregar que no todo intervencionismo es negativo (ni sinónimo de socialismo), y que ningún derecho es absoluto; cuando la libertad de expresión de las empresas, motores del país, se ejerce sin responsabilidad, es razonable que una Ley, modere la conducta del mercado.
Oh, gracias Oscar. Justamente la línea pongo que hay diferencias entre los tres conceptos. Y pensé que hablarías sobre la evidencia. Saludos.
Al igual que muchas otras prohibiciones, en este caso no se tomaron en cuenta los costos que ocasiona y las medidas alternativas, como las que mencionó Alberto de Belaúnde, que podrían ser mucho más efectivas para conseguir sus objetivos.
Tal como se resalta en el post, hay un tema de costos de oportunidad de los recursos que el Estado ha invertido e invertirá en proponer y hacer cumplir la norma, en vez de concentrarse en otras actividades como reducir la desnutrición y mejorar los servicios de salud públicos.
Exigir el uso correcto del análisis costo beneficio en los proyectos de ley y dictámenes que derivaron en la norma hubieran podido evitar que sus costos nos afecten.
El primer punto busca atarantar con los números. Según el Instituto Nacional de Salud la obesidad va en aumento en el Perú: “En el Perú, según cifras del Instituto Nacional de Salud, la prevalencia de sobrepeso para los niños de 5 a 9 años es de 15.5% y para la población de 10 a 19 años es de 12.9%. (RPP, 2012). ¿De dónde sacas que es 10%? Confundes además obesidad con sobrepeso y desnutrición, cuando cualquier médico competente te dirá que no son contradictorios, para nada. Y el aumento es creciente: “Asimismo, en los últimos 10 años la proporción de niños y adolescentes que tienen diversos tipos de males se han triplicado a consecuencia de los malos hábitos alimenticios y la vida sedentaria que siguen en su rutina diaria”.
Entonces, se identifica un problema y hay que hacer algo. Minimizarlo sería necio e inútil.
Sobre la literatura, ciertamente si se hiciera un trabajo más serio (como el que no se hace en este artículo) se haría un balance sobre los distintos estudios en todo el mundo sobre el tema. Cito algunos:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/18755740
“While there is a recognized link between high levels of exposure to advertising of unhealthy foods and overweight and obesity among children, there is little research on the extent to which these exposures include persuasive marketing techniques. This study aimed to measure children’s exposure to the use of persuasive marketing within television food advertisements”
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/17381920
“Food advertisements occurred in similar proportions during children’s viewing hours and adult’s viewing hours (25.5 vs. 26.9% of all advertisements, respectively), although there was a higher rate of high-fat/high-sugar food advertisements during children’s viewing hours (49 vs. 39% of all food advertisements, P < 0.001). There were even more advertisements for high-fat/high-sugar foods during popular children's programmes, contributing to 65.9% of all food advertisements. Estimates of exposure indicate that children aged 5-12 years were exposed to 96 food advertisements, including 63 high-fat/high-sugar advertisements per week. Since 2002, there has been a reduction in overall food and high-fat/high-sugar food advertisements."
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/16045635
A significant association was found between the proportion of children overweight and the numbers of advertisements per hour on children’s television, especially those advertisements that encourage the consumption of energy-dense, micronutrient-poor foods (r = 0.81, P < 0.005). A weaker, negative association was found between the proportion of children overweight and the number of advertisements encouraging healthier diets (r = -0.56, P < 0.10). The quantity of advertising on children’s television appears to be related to the prevalence of excess body weight among children. Furthermore, the content of the advertising appears to have a specific effect. The findings justify the need for taking precautionary measures to reduce children’s exposure to obesogenic marketing practices.
Ok, y así se puede seguir y continuar. Entonces, el decir “ah, pero es correlación y no causalidad”, es inexacto y tramposo, cuando no ajustado a la literatura existente.
Sobre el tema de la comida chatarra en los colegios, la evidencia muestra que hubo un efecto positivo directo:
“The researchers used a database of state laws on school nutrition to confirm that states with strong junk food regulations in elementary and middle schools saw a 3-5 point decrease in childhood obesity rates, while states that lacked regulations had consistent levels of obesity among middle school aged children. With a projected 42 percent of all Americans expected to be obese by 2030, some lawmakers are pushing for more widespread legislation to restrict unhealthy food, such as New York City Mayor Michael Bloomberg’s (I) ban on large soda sizes and limits on trans fat.”
Si vamos a usar literatura o hacer un estado del arte, se sugiere que se haga seriamente.
Saludos
Un modesto aporte desde una experiencia local. Nosotros en la Municipalidad de Miraflores tenemos un programa que se llama “Mi lonchera saludable”. Enseñamos a los papás a hacer mejores loncheras, se trabaja lúdicamente con los chicos e incentivamos (sin prohibiciones o medidas coercitivas) que los kioscos tengan frutas y ofertas más saludables. Los resultados preliminares muestran que ya hay cambios en los hábitos de alimentación de los chicos.
Supongo que es más fácil prohibir, pero creo que podría ser más positivo impulsar más programas como este.
Ah, me olvidaba, también Lizardo tiene algo que decir en este tema, pues en uno de sus últimos post señalaba que empezaba a investigar sobre el bienestar subjetivo del consumidor. Esperamos también tu comentario Lizardo.
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