El lamentable accidente ocurrido en Villa El Salvador (VES) resuena en nosotros a algo muy familiar: los peruanos estamos constantemente expuestos al riesgo. Por ello, es relevante analizar los aspectos legales y sociales que hacen que, justamente, una situación como ésta, y la sensación de estar viviendo en tierra de nadie, sea posible.
Nuestra exposición al riesgo tiene, cuando menos, tres aristas. La primera es que los peruanos presentamos tolerancia al riesgo, habiéndola desarrollado quizás por necesidad. Por poner un solo ejemplo, ser peatón en Lima es equivalente a caminar sobre clavos. Cruzar una pista es casi tan desafiante como hacer parapente o skydiving. Una mujer en Lima, para salir de noche de su casa, corre más riesgos que un soldado en zona de guerra. Convivimos con esto día a día, lo cual también nos ha hecho algo apáticos a factores de riesgo que resultarían de otro modo impactantes.
Además, los peruanos tenemos poca consideración en relación al riesgo que generamos a los demás. Esto se da cuando las pistas se tornan peligrosas porque se maneja al límite de velocidad o, incluso, por encima de la ley. En este punto, el diagnóstico consta de una sociedad llena de personas que no cooperan con el bien público, en el sentido de no guiarnos por normas morales básicas y respeto. Cada ciudadano de nuestra metrópolis busca satisfacer sus propias necesidades, placeres, comodidades, con la finalidad de conseguir beneficios para sí mismo.
El siguiente punto nos lleva a lo siguiente: ¿Cómo respondemos ante esta situación? El factor cultural descrito en el párrafo anterior es muy difícil de cambiar, tardaríamos varias generaciones para lograrlo. Si estamos llenos de ciudadanos que no se pueden regular a sí mismos, estamos en necesidad de una autoridad que nos diga cómo actuar. Sin embargo, nos topamos con nuestra falta de institucionalidad.
Para que ocurra un desastre como el de VES, muchas normas se han incumplido o no se han fiscalizado adecuadamente. La respuesta ante esto suele ser pedir más normas, sin pensar que muchas veces los reglamentos se incumplen precisamente porque tenemos tantos que perdieron peso y sentido. La alternativa podría ser mejorar normas de responsabilidad civil, como seguros y procesos más eficaces donde las víctimas de daños puedan lograr reparaciones de forma más ágil.
Lo ocurrido en VES puede servir para caer en cuenta que simplemente pedir más reglamentos o esperar un comportamiento más responsable del ciudadano, no va a solucionar nada. Se debería emprender una reforma que mire formas más ágiles de administrar justicia, donde los jueces de paz no letrados han mostrado ser una alternativa eficaz a los jueces tradicionales. Por otro lado, nuevas variantes del sistema de seguros que, al menos para daños menores de autos particulares, parece funcionar. Si hacen algunos ajustes como atar más el sistema de seguro a las multas, por ejemplo, podríamos estar trabajando para reducir eficazmente nuestro otro “riesgo país”.
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