Recuerdo cuando era rectora de una universidad, cómo sufrían los alumnos durante la semana de jurados cuando venían expertos a criticar sus trabajos. Entiendo el sufrimiento porque uno se esfuerza muchísimo con sus proyectos y se encariña con ellos también.
Esto sucede en todas las profesiones y en el mundo de los negocios por supuesto que también: Cuando “pitcheas” una idea a tu directorio o comité de gerencia y te la tumban; cuando recibes una evaluación de desempeño con críticas a tu trabajo o peor aún, cuando haces algo que no funcionó y viene tu jefe a destacar las fallas. ¡Duele!
Esta mañana, mi entrenador comenzó a corregirme una serie de cosas que venía haciendo mal y automáticamente, tomé nota y comencé a enmendar. Eso, me dejó pensando cómo el deportista no solo es totalmente abierto a la crítica (o retro-alimentación); sino que la busca; “saca su cuaderno y toma nota”.
¿Por qué hay más personas en el trabajo que evitan o les molesta la crítica en comparación con los deportistas que hay más personas abiertas a ella?
Creo que la principal barrera para recibir la valiosa crítica es el EGO. El ego, o nuestro orgullo, se activa cuando vamos a ser “golpeados” de alguna forma. El ego es el sobre-protector de nuestra imagen y se convierte en una armadura ante la crítica evitando que penetre en nosotros.
¿Qué hace que uno “meta el ego al cajón y saque el cuaderno para tomar notas” de la crítica que recibimos? Haciendo el análisis del mundo paralelo entre los negocios y el deporte, me atrevo a destacar estos 4 factores:
- Pasión: El deportista vive y respira su deporte porque le apasiona; podría pasar las 24 horas del día hablando de él y esa pasión hace que se abra más a la crítica para poder mejorar. En el trabajo, son los apasionados los que practican esta apertura y la podemos notar mucho más en los emprendedores.
- Propósito y Metas: Si tu meta es únicamente el bono que recibirás si logras tus resultados, difícilmente vas a abrirte a la crítica – todo lo contrario – la evitarás. Quien vive con un propósito y un destino a largo plazo que lo emociona, valora más el esfuerzo y la mejora continua. El resultado no es el fin; es parte del proceso.
- Humildad: El deportista sabe que si quiere mejorar, la soberbia no funciona. La humildad es vital para activar la mentalidad de crecimiento, para aprender y mejorar. Es el factor clave para “sacar el cuaderno para tomar notas” y guardar el ego.
- Mentalidad de guerrero: El deportista no tira la toalla si le va mal en una competencia, si perdió y lo criticaron. El deportista es tenaz y sabe “sacudirse del golpe” para presentarse al día siguiente a entrenar y con mentalidad abierta para aprender de los errores. Sabe que las personas no nos hacemos fuertes necesariamente de nuestros éxitos; nos hacemos fuertes de nuestros errores si hacemos algo con ellos.
Dominar nuestro ego es muy difícil, pero vale la pena para poder practicar el maravilloso deporte de la “innovación personal” y así mejorar como profesionales, como personas y sobre todo – disfrutar más el proceso.
COMENTARIOS
Me gustó mucho la analogía del deporte y es algo que trabajo internamente y con clientes sobre todo en cuanto a la capacidad de mantener la atención bajo ambientes de presión. El ego muchas veces hace perder de vista que todos somos vulnerables y ese mismo ego nos puede destruir.
Exactamente Germán. Manejar el ego es difícil…me pasa mucho jeje! Pero hacerlo es vital para que podamos aprender más y disfrutar más. Gracias por tu comentario
Buena reflexion
Gracias Yanina. Saludos
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