Hace unos años en un comité de gerencia de un grupo en el que trabajaba, una de las líderes comenta que la gente perdía tiempo en el trabajo cuando pasaba el carrito de sandwiches y que éste solo debía circular fuera de horario de trabajo.
Yo, espantada porque mi estilo era muy diferente y más bien, sentía como mi responsabilidad cuidar a mi equipo, que disfrute su trabajo y creo en el valor de las conversaciones “de pasadizo”.
Conversando con diferentes personas, veo que post pandemia, en muchas empresas, ha quedado como práctica normalizada, el ritmo de trabajar hasta las mil horas todos los días incluyendo algunas reuniones durante el fin de semana.
Así comienza el famoso “burnout” – cuando sientes que no tienes vida porque vives en el trabajo; vives agotado; te reclaman en casa y físicamente lo único que te provoca en tus ratos libres es dormir o tirarte a ver televisión.
Es una situación muy compleja de manejar porque te sientes como el jamón del sandwich, con roles que se contraponen: Por un lado tu rol profesional que te dice “así es el trabajo; confían en mi; si no trabajo así, me verán mal; que no tengo compromiso”. Y, por el otro lado, tu rol personal que te dice “tengo que cuidarme, estoy agotado, me enfermo, descuido mi familia, mis relaciones”.
Es importante resaltar una diferencia. Por supuesto que en semanas o temporadas pico o cuando se presenta un problema o crisis en el trabajo uno tiene que estar al mil por ciento.
En este artículo me estoy refiriendo a cuando trabajar todos los días hasta tardísimo y fines de semana no es lo eventual, sino la norma, y uno lleva meses de meses (o años) en ese ritmo y ya no das más.
¿Qué hacer? Conversar con tu jefe.
Va a ser una conversación incómoda, pero la tienes que tener. Ese ritmo no es sostenible y ya te está afectando.
Ojo #1, debes estar muy atento porque tener esa conversación incómoda activa al miedo, que tratará de convencerte que no la tengas, diciéndote cosas como “en realidad, sí es manejable…”
Ojo #2: No tienes que pedir disculpas. No es falta de compromiso ni flojera. Es tu responsabilidad cuidarte; por ti y también por el negocio porque el agotamiento induce al error.
Antes de tu conversación prepárate para hacer tu propuesta y para los posibles escenarios de respuesta.
Analiza bien tu carga de trabajo y prioriza tus proyectos y tareas para que le digas a tu jefe: “Tengo 10 proyectos y puedo manejar estos 6”.
Escenario positivo: Es posible que tu jefe sea empático y consciente que efectivamente es demasiada carga para ti y lo apruebe.
Escenario negativo: Que tu jefe te diga “ok, esos 6 proyectos son importantes, pero yo quiero los 10”.
Muchos jefes dicen esas cosas – porque saben – que siempre se hacen las cosas. Está acostumbrado al ritmo “habitual” de su equipo.
Tu preparación debe incluir una réplica ante esa respuesta, como por ejemplo: “De acuerdo, yo encantado de manejar los 10 proyectos, pero necesito estos recursos” (y ten claro cuáles son: más manos, equipos, extender algunas fechas de entrega, etc).
Nuevamente, tienes dos posibles escenarios ante esa nueva situación:
- Que tu jefe sea empático y te diga que hará lo posible para encontrar una solución; o
- Que tu jefe te diga que no hay presupuesto y que tampoco está dispuesto a reducir la cantidad de proyectos.
Tu preparación también debe incluir tu plan de acción ante el peor escenario, que es justamente esta segunda respuesta – es decir, seguir a ese ritmo.
Debes tener claro qué tanto quieres ese puesto y hacer un análisis costo-beneficio de posibles salidas para ti como (i) renunciar (haciendo un plan) o (ii) continuar en esa posición a ese ritmo para retomar la conversación en unos meses.
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