Lo que hemos vivido últimamente en el fútbol peruano, creo que merece mucha reflexión por el lado de las organizaciones.
Gareca demostró con resultados, haber ideado un plan para que Perú recupere su espacio en el circuito mundial.
Gareca se ganó el respeto y la confianza de los jugadores y de los fans y logró desarrollar en el equipo, la “Musculatura Mental” que necesitaba tener para creerse capaces de llegar lejos.
Sin embargo, a pesar de los buenos resultados, no le renovaron el contrato por diferentes razones – dentro de las cuales – una de ellas era: su precio (o salario).
Sale Gareca y contratan un nuevo entrenador “de acorde con el presupuesto” que pudiera continuar la “organización ya armada por Gareca”.
En el mundo empresarial, sería el equivalente a optimizar el headcount para preservar el EBITDA.
El resultado: Terrible. No merece comentario.
Acto siguiente: Se buscará otro entrenador, que seguramente costará igual o hasta más que Gareca.
Me corrijo….Sí, definitivamente más, porque al salario hay que sumarle la curva de aprendizaje del futuro nuevo coach para desarrollar su plan y – por supuesto el tiempo que le tomará ganarse la confianza y construir la cultura del equipo.
¿No sucede algo similar en muchas empresas?
¿Que la decisión de asegurar la sostenibilidad del negocio, principalmente preservando EBITDA, justamente ha significado poner en riesgo la misma sostenibilidad del negocio?
Conversando en circuitos de CEOs y con Headhunters, vemos cómo algunas empresas han optado por un camino similar al del equipo Peruano:
La empresa está bien, buenos resultados y esta situación confunde haciendo pensar que “ya no necesitamos al CEO porque estamos encaminados”. O; como esta época es compleja, hay que prevenir y por ende – recortar gastos. Obviamente, eso significa prescindir de cabezas que es lo que mueve la aguja en el EBITDA.
Se promueve a alguien más junior para que continúe con el trabajo iniciado por el CEO removido.
Después de un tiempo, algunas empresas entran en el “circuito Reynoso” con resultados que no eran lo que se esperaba.
Acto seguido, se contrata un nuevo CEO (caro) para recuperar el negocio.
Qué importante es que las empresas tengan una especie de “Think tank” interno o a través de un directorio verdaderamente diverso, para hacerse muchas preguntas y evaluar escenarios contemplando diferentes variables estratégicas – más allá de las cifras.
¿Estaré mejor o peor sin mi CEO?
¿EBITDA vs. Competitividad?
¿Sostenibilidad financiera y sostenibilidad estratégica?
¿Qué pasa si mi CEO se va a la competencia?
¿Pongo en riesgo mi promesa de valor?
En fin, muchas preguntas que merecen una rica discusión para decidir – ante un entorno complejo si necesitas con mayor razón un Gareca o te arriesgas a con un Reynoso.
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