Cuando hablamos de derechos del consumidor, automáticamente se nos viene a la mente el “reclamo por lo justo”; es decir, recibir el producto o servicio por el cual pagué; lo cual es correcto.
Pero hay un derecho del consumidor que es tal vez el más importante de todos y que pocas veces le damos el peso que merece. Es el derecho a la Libertad. En consumo, lo podemos traducir al derecho de tener opciones y de escoger libremente.
Muchas veces, por defender los derechos del consumidor en algunos sectores, el Gobierno confunde su rol. Este debe defender los derechos de sus ciudadanos, especialmente, los que se mencionan en los artículos I y 2 de nuestra constitución, referidos a nuestro derecho a la vida y a la libertad.
El Estado debe empoderar al ciudadano-consumidor con información para que tome sus propias decisiones. Sin embargo, últimamente vemos en el Perú a un Estado paternalista, que centraliza el poder a través de regulaciones, requisitos y prohibiciones asumiendo una posición de superioridad, pensando que puede hacer las cosas mejor que cualquiera de nosotros y asumiendo que no somos capaces de tomar buenas decisiones.
Desconfía en sus ciudadanos y, sobrerregulando, el Estado termina trasladándose el poder del consumidor. Con la sobrerregulación, reduce las opciones y nuestra libertad para escoger y decidir.
Lo vemos en las dificultades que tienen algunas empresas de lanzar productos y servicios nuevos por la cantidad de regulaciones que deben de cumplir, o recientemente en la decisión de la SUNEDU de prohibir las carreras 100% virtuales. Carreras que ya contaban con la aprobación de la misma SUNEDU.
Es cierto que para ciertas carreras como las de salud, la presencialidad es muy importante y es cierto también que las carreras virtuales requieren un perfil específico de estudiantes autónomos y muy disciplinados.
Sin embargo, esta medida perjudica principalmente a estudiantes mayor a los 24 años que trabajan; a estudiantes de zonas alejadas y a muchas mujeres con hijos pequeños. Esta normativa ignora sus realidades y truncan los proyectos de vida de muchos peruanos que no pueden acceder a una carrera con componentes presenciales.
Además de darle la espalda al ciudadano limitando sus opciones; la SUNEDU le da la espalda a las tendencias de un mundo multiplataforma e interconectado.
Confiar en el individuo también quiere decir que le traslada al individuo las consecuencias de sus decisiones. Pero debe confiar en que podremos decidir bien y darnos la libertad de escoger cómo vivir.
El Estado debe dejar de monopolizar el proceso de toma de decisiones, confiar en sus ciudadanos y devolverle la libertad y el poder al individuo.
Como ciudadanos-consumidores, queremos entonces que el Gobierno actual defienda nuestro principal derecho: el de ser libres para tomar decisiones de consumo, que confíen en nosotros, nos empoderen con información y dejen el rol paternalista-regulador que nos perjudica tanto reduciendo nuestras opciones. Esperemos que la SUNEDU recapacite y reflexione sobre esta decisión.
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