Por Gala Llano, L+1 y Gerente General en Safe City.
El 16 de octubre, Perú conmemora el Día de la Persona con Discapacidad, una fecha que sirve como recordatorio del largo camino que aún nos queda por recorrer, pero también de los significativos avances en accesibilidad e inclusión que hemos presenciado.
En los últimos 10 años, he tenido la oportunidad de ver cómo las cosas han mejorado, no solo en términos legislativos, sino también en el compromiso real de las empresas. Ya no se trata solo de cumplir con normativas, sino de asumir una conciencia auténtica sobre la importancia de crear entornos accesibles para todas y todos.
Desde mi experiencia en Safe City, he visto de primera mano las barreras que millones de peruanos con discapacidad enfrentan diariamente. El dato del INEI, que habla de más de 3 millones de personas con algún tipo de discapacidad en Perú, no es solo una cifra, sino una realidad que nos debe movilizar. Cada vez que trabajamos en un proyecto, tengo la convicción de que no estamos solo facilitando la inclusión, sino que estamos abriendo puertas a una vida más plena y autónoma para muchas personas.
En el ámbito laboral, existen obligaciones importantes: las entidades públicas deben contratar al menos un 5% de personas con discapacidad en su planilla, mientras que en el sector privado, las empresas con más de 50 trabajadores deben cumplir con una cuota del 3%. Según el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE), unas 7.200 empresas en el sector privado están sujetas a esta normativa. Sin embargo, los datos de la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (SUNAFIL) revelan la realidad: el cumplimiento de esta cuota sigue siendo mínimo. En 2022, solo 88 empresas alcanzaron la cuota establecida por la ley, solo un 1,22%. Está claro que aún queda mucho por hacer.
A pesar de esto, me entusiasma ver cómo, poco a poco, tanto las empresas peruanas como las internacionales, con las que trabajamos en más de 30 países, están entendiendo que la accesibilidad no es una carga o una obligación incómoda, sino una oportunidad para ser más inclusivas, más responsables y también más competitivas. Al incorporar la accesibilidad en sus estrategias, especialmente a través de los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza), las empresas no solo benefician a las personas con discapacidad, sino que fortalecen a toda la sociedad.
Hoy, más que nunca, hago un llamado a las empresas peruanas para que se sumen a esta causa. Si trabajamos juntos, podemos lograr un Perú más inclusivo y accesible para todos. Es un reto, pero también una gran oportunidad.
La accesibilidad no es solo un derecho, es un compromiso que debemos asumir todos para construir una sociedad más justa y equitativa.
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