El título de esta reflexión se inspira en el poema de César Vallejo denominado MASA, en el cual, según los entendidos, Vallejo trata dos temas universales tremendos: la guerra y la muerte, que son constantes en la existencia humana. Para muestra de ello tenemos conflictos en Siria, potenciales en Corea, en Colombia (pese al acuerdo con las FARC) y en nuestro país la creciente ola delincuencial que no cede. Y justamente la retracción del empleo formal es un hecho constante en nuestro país, por ello nos lamentamos de que siga cayendo.
De acuerdo a los recientes resultados Encuesta Nacional de Variación de Empleo emitida por el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo son 14 meses en los que el empleo formal en Lima Metropolitana viene cayendo. Tratándose de febrero de 2018, se aprecia una caída de 0.5% respecto a febrero de 2017.
Según la indicada encuesta, existe una caída en la actividad empresarial en los sectores extractivos como agricultura y minería (4.3%) así como en la industria manufacturera (2.4%) debido a la menor demanda de sus productos y disminución de las unidades productivas. En el interior del país el descenso del empleo formal es de 0.7% en comparación a febrero de 2017. En Lima, para variar, el impacto mayor se da en las pequeñas empresas (1-49 trabajadores).
Asimismo, nos dice el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) en su Informe Técnico sobre la Situación Laboral de Lima Metropolitana emitido este mes, que la tasa de desocupación alcanzó al 8.1% de la población durante el trimestre enero-marzo de 2018, su nivel más alto en seis años.
Este descenso del empleo, y sus pocas probabilidades de crecimiento son, evidentemente, percibidas por la población. Así, en una reciente encuesta de Pulso Perú publicada en el Diario Gestión (16.04.2018), el 51% de los encuestados considera que con este nuevo Gobierno las posibilidades de obtener empleo seguirán igual.
Las cifras, así como el sentir de nuestros compatriotas, plantean un reto para nuestro flamante Ministro de Trabajo, Christian Sánchez y para su Viceministro de Promoción del Empleo, el economista Fernando Cuadros: la generación de empleo, pero formal.
Una de las medidas anunciadas por el Viceministro de Promoción del Empleo apunta a la adecuación de la demanda y la oferta de empleo, toda vez que existe una brecha importante entre los puestos que se requieren en el mercado laboral y los estudios que se efectúan. Medida acertada sin duda. No podemos seguir “importando” técnicos especializados, debemos formarlos en el país. Para ello deben potenciarse los sistemas de aprendizaje dual, como el SENATI, pero sin caer en excesos como el Proyecto Bartra que suponía una formación inexistente y la ausencia de retribución a los jóvenes.
Sin embargo, esta receta es insuficiente. Para crear empleo de calidad necesitamos puestos de trabajo formales que se generen a partir de la reactivación de la inversión privada y también la pública, pero la privada fundamentalmente. La pregunta es, ¿qué privado va a intervenir con reglas de juego en materia laboral que cambian debido a criterios jurisprudenciales que no perduran en el tiempo? ¿O que empleador se va a formalizar con una remuneración mínima que casi duplica el ingreso promedio en una microempresa informal? El Ministro y el Viceministro, que son profesionales muy competentes sin duda, no vienen con la receta mágica para la generación del empleo formal bajo el brazo. Se necesitan reformas estructurales que presuponen el entendimiento entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo, lo cual es sumamente difícil en la actual coyuntura, por más que nuestro Presidente sostenga que acabó la crisis política con la sucesión del Jefe de Estado. Resulta complicado emprender una reforma laboral profunda, pero sí pueden darse cambios importantes promovidos por el Poder Ejecutivo. Por ejemplo, definir una política pública de inspección laboral que transite hacia un sistema orientador y no represor. Necesitamos una inspección laboral que proporcione oportunidades para la mejora de aquellas situaciones que hubiera detectado. Que las inspecciones tengan por objetivo motivar el cambio y sean un instrumento de formalización y no de castigo. Ello en coordinación con la SUNAFIL. Asimismo, los inspectores deben encontrarse debidamente capacitados para llevar adelante un procedimiento inspectivo. Promover formas de contratación laboral flexible (tiempo parcial, plazo fijo) con todos los derechos laborales y desde luego flexibilizar criterios inspectivos al momento de evaluarlas. Con ello no favorecemos la impunidad pero las interpretaciones deben considerar el impacto en la empresa y por ende en el resto de personal. Disminuir la rigidez al inspeccionar el cumplimiento de las normas en materia de seguridad y salud en el trabajo. El criterio del inspector debería adecuarse al tipo de empresa, tamaño, sector.
Retomar la posibilidad de que el dinero que la microempresa iba a destinar a la multa lo utilice en formalizarse. Si la empresa necesita prescindir de personal para mantenerse operativa o simplemente desea para ser más eficiente en sus procesos, el Ministerio de Trabajo no debería impedir que ello ocurra (ceses colectivos). También debe reactivar al Consejo Nacional de Trabajo y Promoción del Empleo como institución emblemática del diálogo social en el país, y ofrecer puestos trabajo, al menos temporales, en las grandes obras de reconstrucción que se nos vienen en el Norte del país.
Nuestra autoridad laboral también debería ponerle el ojo a la microempresa, cuyo nivel de informalidad supera al 90%. El microempresario no es atraído a la formalidad porque entiende que una vez cruzada la línea deberá pagar tributos, someterse a un sistema municipal y administrativo engorroso, entre otros, además de afrontar una remuneración mínima vital de S/ 930 que no es poca cosa para ellos. No perdamos de vista que las microempresas viven en una economía de subsistencia por lo que un punto adicional en el costo laboral sin duda las golpea. Y acabamos de incrementar la RMV. Esperemos que no se cumplan las proyecciones del BCR en el sentido de que el aumento generará 28 mil los empleos informales en Lima Metropolitana. Insistimos que las mypes debería tener una RMV diferenciada así como ya cuentan con un marco legal laboral menos costoso. La ley la prevé pero se requiere el acuerdo del CNTPE para que se emita el Decreto Supremo respectivo, lo cual hasta ahora no ocurre.
Los retos son distintos, y los pedidos por parte de los distintos sectores de la población también, por lo que urge que nos pongamos a trabajar con miras a que los índices de empleo adecuado se incrementen.
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