El martes se actualizó el Reporte Global de Competitividad del World Economic Forum (WEF). Con una nueva metodología, más acorde con las macro tendencias económicas de los últimos años y la revolución tecnológica (la Cuarta Revolución Industrial), las variables a tomar en cuenta si se quiere tener una idea de qué tan bien estamos como país, ya no son las mismas.
Por ejemplo, el pilar Salud es absolutamente engañoso. Se eliminaron diversos sub-pilares y se mantuvo solamente la “expectativa de vida”. Perú aparece en el puesto 32 de 140 países. Es evidente que el Reporte global del WEF ya no será útil, en adelante, para mostrarnos una fotografía de nuestra posición en este sector a nivel internacional.
Sin embargo, llaman la atención dos pilares que se tornan relevantes y responden también a dos preguntas clave: ¿qué tan bien responde el gobierno frente a cambios importantes (Ej. tecnológicos, sociales, demográficos, de seguridad y retos económicos)? Y por otro, ¿tiene el gobierno en su planificación una visión de largo plazo?
En estos dos factores, Perú ocupa el puesto 120 y 108 de 140 países, respectivamente. Estamos muy atrás. Y el punto está en que la capacidad de respuesta a coyunturas o tendencias globales y la planificación a futuro con diagnósticos, escenarios y metas medibles no son tarea de un gobierno; son tarea de un estado. En el Perú aún no tenemos instituciones que funcionen de manera eficiente, integrada, sólida, y nuestros últimos gobiernos han sido lo bastante superficiales como para asumir tareas que implican mucha profundidad y estabilidad.
Analizar este nuevo reporte entonces, es una buena oportunidad para hacer un alto en medio del escándalo y mirar con urgencia al futuro. Sé que hay iniciativas de prospectiva muy valiosas en curso, pero si la visión a futuro y el foco en lo esencial no son parte del ADN de nuestros políticos y funcionarios, poco sumarán.
Así, mi hipótesis es que vuelven a ser el empresariado y la ciudadanía (como a inicios del siglo XX, como en los noventas y como siempre) los que deben jalar la carreta y sacar adelante al país, no los políticos.
¿Dónde puede incidir el sector privado? En digitalizar sus operaciones y en nutrir de habilidades tecnológicas a sus trabajadores (Perú está en el puesto 111 en habilidades digitales). Otro aspecto en el que puede influir positivamente es en el trabajo en conjunto con las universidades. ¿Qué tanto colaboran las universidades y las empresas respecto a investigación y desarrollo? Según el WEF estamos en el puesto 108 de 140. Para esto no necesitamos al político.
Si nuestros gobernantes no se adaptan al nuevo contexto tecnológico, no planifican a largo plazo, no cambian de paradigmas ni promueven reformas sectoriales para generar competitividad, entonces hagamos bien las cosas desde la ciudadanía y el empresariado, y jalemos (o arrastremos) al sector público hacia el desarrollo, aunque no le guste. No podemos detenernos, ni pueden ellos ser un obstáculo en esta carrera. No juguemos el juego de poder de nuestros polarizados y asustados líderes, no le demos cuerda a quienes quieren imponer una agenda ya sea por vender noticias o por interés ideológico. Hay que jalar la carreta sin mirar atrás.
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