En 120 días el gobierno del presidente Castillo ha generado de manera independiente, voluntaria y sistemática más crisis políticas que cualquier otro gobierno en los últimos 30 años. Salvo el arranque del gobierno de Fujimori en 1990, que definitivamente partió nuestra historia reciente en dos, ningún otro “arranque” presidencial tuvo tantos problemas políticos.
Las cifras del Consejo Privado Anticorrupción hablan de mas de 50 contrataciones polémicas en la alta dirección del Estado; hemos tenido 7 ministros vinculados al MOVADEF o a Sendero Luminoso; se quiso intervenir de manera arbitraria en los ascensos de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional; la primera ministra firmó un acuerdo prácticamente inconstitucional con personajes sospechosos, y para terminar, el mismísimo presidente fue “ampayado” teniendo reuniones de forma clandestina en una casa en Breña, rompiendo al menos 3 leyes: la ley de transparencia, la ley de gestión de intereses y la política de integridad (compliance gubernamental) del Estado.
Esto es inaudito por donde se le mire, y al conversar con líderes, especialistas, técnicos o políticos de cualquier tendencia política, uno se encuentra con la misma percepción: contemplamos un gobierno que no tiene rumbo y tampoco muchas posibilidades de salvarse.
El siguiente paso natural: debatir la vacancia. Y creo que este debate es saludable, independientemente de si la oposición está usando las razones y formas adecuadas para promoverlo.
No nos quedemos convenientemente en este último punto. Seamos honestos y critiquemos también la forma en la que ciertos influencers, medios o plataformas intentan defender a Castillo o minimizar lo que ha generado. Ojo, no estar de acuerdo con la vacancia es respetable pero esta posición debe ser sustentada de manera correcta y a mi parecer, la defensa del presidente se basa principalmente en un diverso y rico menú de falacias que paso a describir.
1. “Keiko hubiera sido igual o peor, el Fujimorismo hizo cosas peores”. Con este argumento se cae en tres falacias, por lo menos. La primera es la falacia “tu quoque” (tú también). Se quiere defender al culpable afirmando que “otro” también cometió el mismo error o delito. Esta falacia busca quitarle responsabilidad al agente de un acto reprobable intentando culpar a otro por un acto similar. La segunda falacia es la de “ignorancia”: como no puedo defender mi posición o la situación de mi “defendido”, evado el debate central y distraigo la atención trayendo cualquier otro elemento que no tiene nada que ver (ni en espacio ni en tiempo) con lo ocurrido. La tercera es la falacia “ad odium”, por la cual se pretende incitar el odio hacia otra persona o cosa, para evadir el debate y concluir algo distinto y probablemente erróneo.
2. “Lo atacan porque es campesino”. Con este argumento se cae también en dos falacias. Primero, en la falacia de apelación al sentimiento. Esta busca conmover a quien escucha mediante argumentos, palabras o un lenguaje afectivo que no intenta demostrar la verdad o validar una postura, sino simplemente mover el sentimiento de las personas a su favor. En segundo lugar, se cae en la falacia “ad misericordiam”: dado que supuestamente (no es cierto), Castillo es pobre, miserable, débil, hay que perdonarle las faltas, delitos o errores que comete y atenuar su responsabilidad.
3. “Debemos defender la estabilidad y la gobernabilidad del país”. Finalmente, aquí se cae en dos falacias también. Una de “pendiente resbaladiza”, muy interesante además. Se nos quiere persuadir de que si Castillo fuera vacado, entonces ocurrirían cosas peores, algo que no se puede probar, pero que además, es de hecho improbable porque las cosas ya están bastante mal. Por otro lado se cae en la falacia de falsa causa. Es cierto que la vacancia de Castillo provocaría inestabilidad en el país, pero ojo, la inestabilidad ya existe y fue causada por diversos factores previos entre los cuales no está la vacancia. Es decir, ya vivimos en inestabilidad y no por los ataques a Castillo sino justamente por las crisis que él y sus ministros o autoridades han generado. Es más, vivimos en inestabilidad desde hace 4 o 5 años.
Quienes promueven la vacancia tienen el deber de tener no solo argumentos correctos sino estrategias de comunicación inteligentes. Sobretodo porque del otro lado, las razones no existen pero las estrategias de comunicación sobran, y esto hay que evidenciarlo.
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