Es fácil para el pueblo pensar que un campesino, supuestamente profesor y sindicalista puede ser engañado y abandonado por las “grandes empresas” y los “grandes intereses”.
Esta es la historia que se cuenta: que Castillo después de “leer un papel” no recuerda que pasó y habría estado bajo el efecto de drogas que le quitaron libertad y conciencia. Él hizo todo solo porque fue ingenuo, su poca experiencia lo llevó a cometer ese tremendo error.
Pedro Castillo mismo, se encargó de contar esa historia de víctima desde antes de empezar su mandato. Sus declaraciones en esa línea son incontables. Tenía que “agarrarse” de su condición social para victimizarse, en un contexto en el cual la división ricos versus pobres y Lima versus provincias es profunda.
Es muy fácil además que ciertos grupos y líderes -como Antauro Humala, Vladimir Cerrón, Verónica Mendoza y otros- que no están de acuerdo con la libre empresa, las instituciones democráticas, el rol limitado del Estado en la sociedad y en la economía, aprovechen esa historia de victimización para promover una Asamblea Constituyente que podría traer propuestas radicales muy peligrosas: nacionalización de empresas, imposición ideológica en la educación, eliminación de empresas privadas…
Pero la verdad es otra, queridos lectores. Así nos sintamos decepcionados, Pedro Castillo acumula muchas denuncias y pruebas por robarse el dinero de los contribuyentes. Y que sea campesino o del pueblo no le da derecho a robarse nuestro dinero. El pueblo no puede perdonar eso. El pueblo puede sentirse identificado con una figura como Castillo pero no puede avalar que llegue a saquear al Estado, a poner a sus amigos en cargos especiales, a llenar de regalos a sus familiares y a recibir coimas millonarias mensualmente, para luego hacerse la víctima.
La ley del Perú no es de la elite. La burocracia del Estado no es de la elite. Si ustedes miran quiénes son nuestros congresistas, ministros, y cientos de miles de trabajadores del Estado, verán que hoy más que nunca, son gente del pueblo, provincianos, mestizos, sin apellidos rimbombantes. La Fiscal de la Nación no es de ninguna élite y solo hacía su trabajo, acumular información para luego acusar a un potencial corrupto. Dina Boluarte, el Congreso y los comandantes generales de las Fuerzas Armadas tampoco son de ninguna elite, y mas bien la nueva presidenta tiene también bastantes “secretos” que aclarar. Aquí nadie es víctima. La responsabilidad siempre va primero.
No nos engañemos. El discurso de victimizar a Castillo, justificándolo por ser del pueblo, no es aceptable. Y criticar al Congreso, la ley o al sistema de justicia diciendo que son “de la élite” tampoco lo es. Sepamos advertir a quienes les conviene esta historia y porque la venden. ¿No será que ellos quieren tener todo el poder?
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