La psicología humana tiene sus complejidades. No me ocuparía de ello en esta oportunidad de no ser porque usualmente dichas complejidades afectan, entre otras cosas, la forma en que tomamos decisiones de inversión.
Antes ya me he ocupado de algunos sesgos cognitivos que afectan la forma en que tomamos decisiones. Esta vez intentaré explicar cómo la “aversión a las pérdidas” puede afectar nuestro plan de inversiones, y cómo ello puede desviarnos del rumbo hacia el logro de nuestros objetivos en el tiempo.
Empecemos revisando algunas ideas básicas. Estoy seguro que todos estamos de acuerdo que los inversionistas tenemos aversión al riesgo. De acuerdo a este principio básico en finanzas, cuando un inversionista debe elegir entre dos alternativas de inversión igualmente rentables, siempre elegirá la menos riesgosa.
Riesgo es algo que nadie en su sano juicio busca o desea. Por esta razón, cuando nos vemos ante una inversión riesgosa exigimos un mayor rendimiento para aceptarla. A ese mayor rendimiento que exigimos por asumir riesgo lo llamamos “prima por riesgo”, y dependiendo del grado o tolerancia al riesgo de cada uno de nosotros (no todos somos iguales) la prima que exigiremos será mayor o menor. Por ende, dado el rendimiento de una inversión riesgosa, algunos se sentirán satisfechos con el retorno esperado para el nivel de riesgo propuesto y seguirán adelante con la inversión, mientras que para otros ese mismo rendimiento ofrecido podría no ser suficiente para aceptar el riesgo y optarán por no seguir. Esto es así y está bien.
Pero resulta que algunos además de la aversión al riesgo, tienen lo que se llama “aversión a las pérdidas”. Este sesgo cognitivo suele presentarse cuando las inversiones que realiza no cubren las expectativas, mejor dicho y para decirlo fríamente, cuando sufren pérdidas en sus inversiones. El “trauma” que les genera la experiencia de pérdidas realizadas ocasionará que en el futuro busque evitar los riesgos por completo, y se refugie en alternativas de inversión de bajo riesgo pero al mismo tiempo mucho menos rentable. Algo curioso que explicaría este comportamiento resulta del hecho que quienes son afectados por este sesgo cognitivo, sufren un mayor “dolor” al enfrentar nuevas pérdidas, que el placer que obtendrían al recibir ganancias equivalentes (en magnitud porcentual).
Dejar que el temor o la ansiedad que le produce una mala experiencia en el pasado se imponga a su racionalidad al momento de analizar nuevas inversiones, impedirá que vea y valore adecuadamente las oportunidades futuras. Lo peor de todo es que muy probablemente lo forzará a realizar inversiones que de seguro no calzan con sus objetivos de personales: fondo para el retiro o jubilación, jubilación anticipada, fondo para los estudios universitarios de los hijos, diversificación del patrimonio familiar, entre otros.
Nunca pierdan de vista el hecho que la estructura de las inversiones según clase de activos debe estar alineada con nuestras expectativas acerca del patrimonio: apreciación del capital, preservación, renta, etc. lo cual al mismo tiempo debe conversar con los objetivos personales arriba mencionados. Renunciar a un tipo de activos por miedo nos alejaría del objetivo buscado.
Ser conservador no es malo si es por convicción, ser “conservador por miedo” es otra cosa. Eso sí es perjudicial, y tiene un costo que se materializará al final de su horizonte de inversión, cuando el patrimonio acumulado sea insuficiente para respaldar sus metas.
No tienen idea la cantidad de veces que me he topado con estos casos. Lo peor de todo es que muchas veces las pérdidas sufridas no fueron por razones de mercado, si no por decisiones tomadas si la adecuada asesoría.
Mi consejo, trate de ser objetivo y racional en su análisis. Nunca deje que el miedo o el temor se antepongan al momento de analizar las oportunidades de inversión. Si se dejan llevar por las emociones harán exactamente lo que no deben hacer. A veces trabajar con un asesor es de mucha ayuda para mantener las emociones bajo control y mantenerse enfocado en los objetivos de su plan financiero. Al respecto no quisiera dar una impresión equivocada, y por lo tanto deseo dejar claro lo siguiente; trabajar con un asesor no garantiza que nunca perderá en alguna inversión. El asesor no es Dios, y por lo tanto tampoco es infalible, pero generalmente está en una mejor posición para evaluar y analizar inversiones.
COMENTARIOS
La decisión que deberá tomar un inversionista, deberá sustentarse en el análisis y estudio que previamente haya realizado, al lado de su asesor. así los riesgos de perder serán menores. Salvo mejor parecer.
Totalmente de acuerdo, es importante que el inversionista busque el asesoramiento de un experto.
Dice el dicho, Quien no arriesga no triunfa? un dicho popular que tiene sentido, dejemos de lado los temores y a tomar decisión analítica, tu puedes hacer los mejores cálculos de riesgos, controlar algunas variables, pero el riesgo sigue latente, entonces siempre se habrá riegos en nuestras decisiones.
muy buena perspectiva , lo adecuado apra unainversion es sntir que estamos optmos de ganar pues el unico que no arriesga es le mtodista, pero en peru ya podemos decir poder de descicion si no mira al rey de la papa.
Gracias, lleva mucha razón , es un tema para reflexionar , lo mejor es buscar un asesor que se comprometa con uno en el proyecto
Muy acertado el comentario, tuve experiencias de inversion que mellevaron al fracaso no por que el mercado haya sido el culpable, sino por el poco analisis realizado antes de emprender la actividad.
Mientras mayor el riesgo mayor la ganancia, si quieres ganar poco, analiza, piensa, medita, y vas a tener la seguridad de que no vas a perder pero tampoco vas a ganar mucho, generalmente los analistas de inversion nunca han tenido una empresa, son solo empleados.
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