Por Santiago Belmont, alumno de Administración de la Universidad del Pacífico
El libre comercio es la práctica económica que permite a los países importar y exportar sin intervenciones gubernamentales como aranceles o limitaciones en la cantidad importada de productos.
Como afirma uno de los principios básicos de la economía, esta actividad puede beneficiar a los países entre sí. Esto se debe a que, por medio del comercio, los países son capaces de producir aquellos bienes en los cuales están especializados, e importar de afuera aquellos cuya producción es ineficiente localmente. Esta actividad beneficia principalmente al consumidor, dado que no se pagan precios exagerados por los bienes que obtienen.
Sin embargo, desde ya algunos meses, se viene desatando una guerra comercial entre Estados Unidos y China, debido a la implementación de altos aranceles por parte Donald Trump a productos del gigante asiático. Este dilema comenzó cuando el presidente republicano impuso aranceles de 60,000 millones de dólares a bienes chinos.
A lo largo del año, ambos países han estado combatiendo uno contra el otro, mediante el incremento de sus impuestos a importaciones, lo cual evidencia esta guerra comercial. Asimismo, el presidente americano también implantó aranceles al acero y aluminio de la Unión Europea. El principal objetivo que busca la política proteccionista de Trump es la disminución de las importaciones americanas para reducir el presente déficit comercial (USA importa más de lo que exporta) y así estimular la producción local.
Adicionalmente, el pasado lunes 24 de setiembre el presidente Trump aplicó un nuevo monto arancelario que alcanza los US$ 200 mil millones. China ha anunciado que responderá imponiendo gravámenes de US$60 mil millones. La guerra continuará hasta que alguna de las dos potencias ceda, pero la ejecución de ella ya está afectando a otros países a lo largo del globo, incluyendo el Perú.
¿Cómo puede esta guerra comercial afectar a la economía peruana? La respuesta tiene que ver con los precios internacionales de minerales. El incremento de aranceles por productos chinos reducirá la importación americana de estos bienes. Por lo tanto, también disminuirá la producción de los bienes en China. A menor producción, el país asiático demandará menos metales como el cobre y el zinc para la fabricación de estos productos. A menor demanda, el precio de los minerales caerá.
Y esto ya es una realidad. El precio del cobre ha bajado 16% este año, lo cual evidentemente perjudica la balanza comercial peruana, que se ha reducido en US$ 7 mil millones, principalmente por la caída del precio del metal rojo. Si se sufrió esta consecuencia en las exportaciones peruanas por los primeros aranceles de US$ 60 mil millones que gatillaron esta guerra, ¿qué podemos esperar con los nuevos impuestos por US$ 200 mil millones?
China es el principal destino de las exportaciones de cobre del Perú. La continuación de esta guerra comercial con las nuevas cantidades arancelarias tendrán un gran impacto en la balanza comercial de la economía peruana y también en el precio de las acciones mineras, que probablemente tenderán a la baja. Por esta razón, se debe esperar que China y Estados Unidos lleguen a un acuerdo para detener esta guerra comercial y así el precio de tanto el cobre como otros metales importantes se recupere. Lamentablemente, con Trump es impredecible lo que suceda.
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