Por Bruno André Herrera, alumno de Economía de la Universidad del Pacífico
En los últimos años, los desastres ambientales se han hecho cada vez más frecuentes y devastadores. Detrás de la decadencia climática también se cierne una amenaza financiera que podría tomar la dimensión de una crisis global. Así lo advierte un reciente informe realizado para el Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés) que introduce una nueva definición al mundo de las finanzas: el cisne verde. Entonces, ¿qué es un cisne verde y por qué es un riesgo para la economía?
Un cisne conocido
El término se inspira, principalmente, en el concepto elaborado en el 2007 por Nassim Taleb para su libro “El cisne negro: el impacto de los altamente improbable”. En este texto, el autor describe al cisne negro como un evento excepcional, inesperado, muy difícil de predecir y con un vasto (y a veces extremo) impacto negativo en la economía y las finanzas. La explosión de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos y la posterior crisis financiera del 2008 son ejemplos de este fenómeno.
Los “cisnes verdes” son muy parecidos a los “cisnes negros”, por lo que muchos los llaman “cisnes negros del clima”. Sin embargo, si bien no es posible predecir el momento exacto en el que ocurrirá el siguiente desastre medioambiental, sí existe el consenso de que, dado el manejo actual de nuestra huella ecológica, la posibilidad de que ocurra uno es muy alta.
¿Por qué son una amenaza para la economía?
La destrucción física de grandes cantidades de capital y la irrecuperable pérdida de vidas humanas a causa de un incidente climático constituyen una amenaza inexorable para la estabilidad financiera y, por consiguiente, para la economía mundial. Una alteración generalizada de los precios, acompañada de un desplome de la capitalización de las empresas afectadas, comprometería el rol de los bancos centrales ante circunstancias para los que muchos aún no han desarrollado los instrumentos adecuados.
La devastación también podría amenazar la liquidez de los bancos, ya sea por el pánico bancario inmediato a la catástrofe o la morosidad de miles de familias que lo perdieron todo y no cuentan con los medios para pagar sus préstamos. La globalización financiera produciría un efecto dominó en la caída de bolsas de valores que le daría al caos un alcance internacional.
¿Una cura más mala que la enfermedad?
También existen riesgos relacionados a una transición vertiginosa hacia una economía más verde. Casos como el cierre de centrales nucleares alrededor del mundo a partir del desastre de Fukushima en el 2011 demuestran la posibilidad de aparición de medidas radicales ante la ocurrencia de estos fenómenos. Muchas de estas decisiones no solo tendrían repercusiones directas o indirectas en los mercados financieros, sino que podrían llegar a ser contradictorias vistas en el esquema del desarrollo de energías sostenibles y la lucha contra el cambio climático. El informe también advierte que las recientes protestas masivas en el mundo podrían ejercer presiones políticas que desestabilicen los sectores financieros y dificulten más la labor de los bancos centrales.
No cabe duda de que, para minimizar el impacto de los cisnes verdes, es necesario desarrollar un programa integral para ralentizar los efectos del cambio climático. En esta línea, en las esferas gubernamentales de los países de la OCDE se promueve cada vez más la promulgación de impuestos más agresivos a los combustibles fósiles; sin embargo, las protestas ocurridas en Francia ponen en relieve que la inelasticidad de la demanda de dichos combustibles es un factor que complica la lucha frontal contra sus perjuicios.
La insistente presión ejercida para promulgar estas leyes puede ser motivo de inestabilidad y conflicto social. Por esta razón, los autores del informe recomiendan extrema prudencia al momento de diseñar los planes de acción ambiental, asimismo sugieren la puesta en marcha de medidas paralelas, capaces de reducir los pasivos ambientales al mismo tiempo de reducir la posibilidad de convulsiones sociales ocasionadas por la pérdida del poder adquisitivo de la ciudadanía.
Nuevos retos, nuevas matemáticas
Los cisnes verdes proponen un desafío metodológico para los agentes financieros y las autoridades monetarias, puesto que son, en principio, fenómenos impredecibles que no responden a los modelos lineales tradicionalmente utilizados en el mundo de las finanzas. En ese sentido, varios autores proponen la introducción de nuevos elementos de análisis matemático para reducir nuestra vulnerabilidad ante estos eventos.
Taleb considera que los fractales podrían contar con los requerimientos estadísticos para abordar el problema. El análisis basado en geometría fractal viene siendo cada vez más recomendado por permitir el manejo de supuestos más realistas, aspecto indispensable para observar la cuestión climática. El razonamiento contrafactual y la consideración de supuestos terribles también son aconsejados, en un plano menos matemático. Cualquiera de estas alternativas forma parte de un cambio de paradigma tan complejo como apremiante.
Así pues, los cisnes verdes constituyen un peligro real para las finanzas globales. Ya sea por el carácter imprevisto de su acontecimiento o por la complejidad de sus efectos sobre la economía, resulta urgente que los bancos centrales pongan en agenda el diseño de una respuesta coordinada a estos escenarios, así como el desarrollo de métodos que permitan avizorar la siguiente amenaza climática y de esta manera, limitar su impacto. De más está decir que estas medidas deben formar parte de una prudente guerra total contra el cambio climático porque, a fin de cuentas, una tragedia que se pudo evitar es dos veces trágica.
COMENTARIOS
Ya es tiempo q los gobiernos coberturen este tipo de riesgo q involucra muchos sectores, q afectan economias domesticas y publicas
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