Bruno André Herrera, alumno de Economía de la Universidad del Pacífico
Luego de experimentar un considerable descenso por causa de la pandemia y los pronósticos de crecimiento para China, el precio del cobre comenzó a recuperarse firmemente a finales de marzo. Sin duda, se trata de una noticia positiva para nuestro país, el segundo productor mundial de este mineral; no obstante, los temores con respecto a la creciente brecha entre los mercados de valores y la economía real ponen en duda la sostenibilidad de esta tendencia. ¿Hay alguna manera de fortalecer la posición de este commodity? Sí y por el bien de nuestra salud económica, deberíamos empezar cuanto antes.
Cobre, aliado contra el coronavirus
El conocimiento sobre los beneficios del cobre para la salud se remonta a más de 5000 años de antigüedad. Los historiadores coinciden en la particularidad del mineral por el sorprendente consenso médico entre culturas tan distantes como inconexas. En el Perú, por ejemplo, el éxito de las trepanaciones craneanas practicadas por los sacerdotes paracas se debió en gran parte al uso de láminas de cobre, cuyas propiedades antisépticas evitaban infecciones en los pacientes. En la actualidad, sabemos que las propiedades químicas del cobre “matan” a gran cantidad de virus y bacterias; en algunos casos, en cuestión de minutos. Se ha demostrado que el SARS-CoV-2 también sucumbe a la acción del mineral, aunque impresionó a los investigadores por tener una resistencia superior a la de otros microorganismos.
El gran reemplazo
Lo cierto es que, por estética y costos, la humanidad se interesó más por el claro brillo del aluminio y la aparente pulcritud del acero; metales que, hoy sabemos, pueden albergar al virus hasta por cinco días. Este espejismo de higiene impulsó al uso y abuso de estos materiales en los ambientes hospitalarios. Ya sea en camillas, bandejas, lavatorios, sillas de ruedas, bacines, perillas y un largo etcétera; el acero y el aluminio abundan en todos los nosocomios. Por este motivo, no es de extrañarse que los hospitales sean un foco infeccioso: prácticamente todas las superficies son potenciales fómites o vectores pasivos de contagio. Un estudio temprano realizado en 138 pacientes Covid-19 positivos de la ciudad china de Wuhan estimó que el 41% de los contagios habrían tenido lugar en el medio hospitalario. Al respecto, investigaciones previas a la pandemia establecieron un importante vínculo entre las infecciones nosocomiales y las superficies contaminantes.
Por todo esto, cabe preguntarse si es sostenible continuar el uso del acero y aluminio en los implementos hospitalarios por cuanto su composición química no es capaz de proteger a las personas del contagio intrahospitalario ante esta o futuras emergencias sanitarias. De darse una migración material al cobre de estas características, la demanda del mineral aumentaría significativamente. ¿Acudimos a la antesala de una nueva edad del cobre?
Un tren en marcha
El despegue de la tecnología de impresión 3D y el giro de producción en el sector textil ya han creado un nuevo nicho para el cobre: los equipos de protección personal. En las últimas semanas, las mascarillas de cobre se encuentran entre las prendas más innovadoras vendidas en Internet. Esta tendencia abre un nuevo mercado para las fibras de cobre, para las cuales existe una demanda industrial, pero también doméstica. Precisamente en los portales donde se comparten diseños para esta tecnología se ha difundido todo tipo de accesorios basados en el metal rojo. Esto indica que no tendríamos que esperar un nuevo paradigma de instalaciones hospitalarias para el inicio de una nueva edad del cobre, ya que la revolución podría haber comenzado ya en los hogares.
La importancia del marketing
Supongamos que la mitad de los establecimientos médicos del mundo esté dispuesta a trazar un plan para implementar superficies de cobre en sus inmediaciones. Supongamos también que la tendencia de la impresión 3D extiende este interés por el mineral a la esfera doméstica a nivel global. La aparición de una demanda de esta dimensión favorecería considerablemente a la cotización del metal y aseguraría grandes retornos para países productores (como el Perú). No obstante, la consumación de estos escenarios depende mucho de la estrategia de marketing que se lleve a cabo para la venta del commodity. Si bien las características coyunturales predisponen la capacidad de añadir valor al producto, es necesario promocionar estas cualidades al público general, quienes pueden potenciar la demanda de lo que se busca vender. De otra forma y como tantas veces en la historia, no habremos aprovechado la oportunidad que yace en las tragedias.
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