Por Rodrigo Oblitas, alumno de Economía de la Universidad del Pacífico
En estas últimas semanas, las noticias del país vecino han llegado día tras día mostrando la gravedad de su situación. Debido al vaivén de acontecimientos, creemos conveniente realizar un análisis acerca de las motivaciones económicas detrás de las manifestaciones y señalar algunos de los posibles efectos a corto plazo en la economía colombiana y su repercusión en el comercio internacional con el Perú.
El origen de la problemática se debió al proyecto de reforma tributaria que planteó el gobierno de Iván Duque, el cual hubiera significado un aumento de los impuestos. Se iniciaron huelgas en varios rincones del país, se intensificaron y, con la intervención policial y los reportes de uso de violencia, estallaron en un conflicto político y social a escala nacional. Ante la situación actual, Duque eliminó la iniciativa de reforma y renunciaron algunos de los altos cargos de su gabinete, pero ¿por qué continúan las protestas?
Para responder esto, habrá que contradecir lo dicho anteriormente. El origen de la problemática colombiana tiene raíces mucho más viejas que el proyecto de reforma tributaria. El descontento generalizado con el gobierno de Duque viene, por lo menos, desde finales de 2018 (Encuestadora Gallup, 2020) y las razones pueden agruparse en dos: las económicas y las de violencia. Con respecto a estas últimas, el experto en conflicto y seguridad, Andrés Macías, menciona que las manifestaciones son una evolución de las movilizaciones de 2019, en las que se protestaba contra el asesinato de líderes sindicales y el incumplimiento del acuerdo de paz firmado con las FARC. A esto, claramente, se le aúna la indignación ante la brutalidad policial vista en las últimas semanas, reflejada en el número de heridos y fallecidos.
Dentro del segundo grupo de razones, se pueden observar ciertas motivaciones estructurales, como la desigualdad, la pobreza y el desempleo. Estas datan de mucho más atrás del periodo presidencial de Duque, no obstante, también es cierto que no se han visto esfuerzos gubernamentales para revertirlos. Por ejemplo, el coeficiente GINI de Colombia, que la posiciona en el top de países más desiguales del continente, en vez de reducirse, ha incrementado desde que se asumió el actual mandato (Banco Mundial, 2020). Dentro de los motivos económicos, también están las medidas de respuesta frente a la pandemia, entre las que se destacan la ya mencionada reforma tributaria, que pensaba gravarse sobre los servicios públicos, gasolina, salarios y pensiones (Agencia AP, 2021) y la reforma del sistema de salud, rechazada tajantemente por la población y que, según algunos legisladores, se traduciría en una posición de debilidad de los pacientes colombianos frente a las compañías aseguradoras (Arciniegas, 2021).
Ahora, ¿cómo esta situación se refleja en consecuencias económicas? En primer lugar, la destrucción de bienes públicos, la pérdida de los negocios y el bloqueo del tránsito se traducen no solo en efectos inmediatos, sino también en impactos a mediano plano, pues afectan directamente a la venta y el consumo presente, pero, a su vez, la inoperatividad de estructuras, como centros de producción y carreteras, generará pérdidas hasta que estas estén restauradas. Asimismo, los perjuicios más importantes se verán en la caída de la demanda interna colombiana. El nivel de consumo de los bienes y servicios no indispensables disminuye ante la crisis, la ola de saqueos desincentiva a los vendedores a abrir sus locales, las expectativas de inversión del micro y pequeño empresario empeoran ante la incertidumbre y los proyectos que ya están en ejecución se paralizan.
Lo que quizás se incrementaría, pero ya durante los próximos meses, es el nivel de gasto, muy probablemente para reparar daños a estructuras y como una herramienta para buscar calmar la agitación social. En adición, otro factor a destacar es el estancamiento de la distribución de las vacunas contra el Covid. Mientras más tarde esté inmunizada la población, más lejana se verá la reactivación económica del país.
Por el lado del comercio internacional de Perú y Colombia, lo más probable es que no haya consecuencias significativas por el lado peruano. El profesor Juan Manuel Hurtado, de la Universidad del Pacífico, resalta que el grueso de las exportaciones peruanas al país norteño son de primera necesidad y de bienes primarios para la manufactura, por lo que sería difícil que estas caigan, incluso en contextos de crisis. Una evidencia de ello es que, con la llegada del Covid, la variación del valor de las importaciones colombianas desde Perú no presentó, en su gran mayoría, un descenso significativo. Sin embargo, menciona que lo que sí podría reducirse es el nivel de exportaciones colombianas, debido al impacto negativo a las cadenas productivas, y a la naturaleza de varios de estos bienes (como cosméticos, plásticos y confitería). A mediano plazo, esto podría reflejarse, en agregado, en una menor capacidad de atención de la demanda en el caso de que las protestas sociales se sigan prolongando. Aun sí, es poco probable que este efecto sea perdurable.
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