Publicado originalmente en “El País“.
El aprendizaje básico en América Latina y el Caribe atraviesa su mayor crisis en un siglo. Millones de niñas y niños perdieron años de aprendizaje a causa de los cierres de escuelas durante la pandemia. Alrededor de cuatro de cada cinco alumnos de primaria podrían ahora no alcanzar los niveles mínimos de conocimiento y las pérdidas de aprendizaje podrían significar una reducción en sus ingresos del 12 por ciento a lo largo de sus vidas. Si queremos brindarles el futuro que se merecen, la educación básica debe convertirse en una prioridad inmediata.
He visto de frente los efectos de la pandemia en los aprendizajes. Durante una visita reciente a Jamaica, una maestra me comentó que algunos alumnos en su clase de cuarto grado —de ocho y nueve años—, aún no podían leer ni escribir cuando ya deberían hacerlo. Si está familiarizado con pequeños de esa edad, sabrá que son capaces de leer entre los seis y siete años en promedio. La maestra, por su parte, se esforzaba por apoyar a sus alumnos, pero tenía dificultades para agregar clases extras lo que muestra también el impacto de la pandemia en los docentes.
El destino del aprendizaje básico en América Latina y el Caribe será debatido esta semana en una reunión de alto nivel en Bogotá, Colombia. El evento es parte de un esfuerzo mundial enfocado en garantizar el aprendizaje básico para todos los niños y niñas y poner en marcha políticas que ayuden a lograr el objetivo mundial de proporcionar educación de calidad para todos para el año 2030 que, según la ONU, podría no alcanzarse debido a la pandemia.
Los docentes y los estudiantes enfrentaban desafíos enormes antes de la pandemia. Los sistemas educativos de América Latina y el Caribe ya mostraban un bajo rendimiento. Menos de la mitad de los jóvenes en la región finalizaban la escuela primaria con niveles mínimos de conocimientos.
La pandemia empeoró la situación. Las escuelas de la región cerraron por más tiempo que en otras, con un promedio de 84 por ciento de ellas parcial o completamente cerradas, comparado con 52 por ciento a nivel mundial. Nuestros jóvenes perdieron hasta 1,8 años de escolarización ajustados en función del aprendizaje. Lo más grave es que estas pérdidas pueden afectarlos por el resto de sus vidas.
Los niños más pequeños y aquellos de familias pobres estuvieron entre los más afectados. Cuando la escuela pasó a la modalidad virtual, los hijos de familias con más recursos tuvieron acceso a computadoras y sus padres pudieron contratar profesores particulares. Los más pobres, en cambio, con frecuencia tuvieron que compartir un teléfono celular para atender las clases. El impacto de esta situación amenaza con ampliar aún más la de por sí sustancial desigualdad que se observa en la región.
Y estas cifras solo cuentan una parte de la historia. Vicente, un alumno de Panquehue en Chile, dijo que el aprendizaje en línea conlleva costos invisibles. “Empecé a sentirme muy triste, se convirtió en un infierno”. Como sabemos, la salud y el bienestar mental se vieron muy afectados por la pandemia, pero también son factores que acentuaron la crisis de aprendizaje.
Tras los años de pandemia, ya tenemos un primer diagnóstico del impacto de sus secuelas en los aprendizajes. Y también sabemos cuál es el remedio. Para recuperarse y sentar las bases para mejoras a largo plazo, los países deben priorizar la enseñanza básica en sus planes de estudio, llevar a cabo evaluaciones del nivel de aprendizaje de los alumnos, y poner en marcha programas y estrategias de recuperación de la enseñanza perdida y enfoques pedagógicos novedosos para lograr enseñar al nivel de cada estudiante.
También es fundamental que los docentes reciban apoyo y capacitación y que las escuelas sean seguras e inclusivas. Estas medidas deben ser complementadas con atención a la salud mental de los alumnos e inversiones para brindarles a los estudiantes pobres el mismo acceso al aprendizaje digital que el que tienen los que cuentan con más recursos.
La reunión de ministros y expertos en Bogotá busca obtener el compromiso por parte de los países no solo para recuperar las pérdidas de aprendizaje, sino también para mejorar la enseñanza básica a largo plazo. Es momento de que las naciones tomen medidas urgentes y decisivas para asegurar que todos los niños, incluidos los más marginados, desarrollen los aprendizajes básicos necesarios para poder alcanzar su potencial pleno.
Otro importante objetivo de la reunión es el de resaltar las mejores prácticas, de las que existen muy buenos ejemplos. Entre las evaluaciones del aprendizaje se encuentra la iniciativa a gran escala APRENDER en Argentina, así como la evaluación de diagnóstico de formación DIA en Chile. Ecuador priorizó su plan de estudios durante la emergencia pandémica, y diseño un programa efectivo de remediación del aprendizaje; Colombia puede aprovechar programas de refuerzo del aprendizaje exitosos como Aula Global. Varios países están llevando a cabo reformas en sus planes de estudio con el fin de fortalecer las habilidades fundamentales y ya han tomado medidas de apoyo a los maestros.
La educación básica es primordial para los trabajos del futuro. Hagamos todo lo posible para darles a los niños y jóvenes de hoy la oportunidad de llevar una vida plena como se merecen.
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