La Comisión de Economía del Congreso ha aprobado por insistencia que los aportantes a una AFP puedan retirar el 25% de su fondo previsional para financiar la compra de una primera vivienda. La medida tendría, a primera vista, dos impactos: uno negativo reduciendo el fondo de pensiones y por lo tanto la pensión; y uno positivo fomentando el acceso a la vivienda. Sin embargo, este efecto positivo esperado no se sustenta en el proyecto, como tampoco la magnitud del impacto a la baja en las pensiones.
Pensemos, de manera optimista, que una persona que empezó a trabajar a los 25 años gana en promedio S/ 5,000 mensuales durante toda su vida laboral, no ha estado desempleado, siempre ha estado en el sector formal y ha aportado todos los meses sin interrupciones. Con una rentabilidad de 6% anual, a los 65 años habría logrado acumular un fondo de S/ 929 mil, con lo que obtendría una pensión mensual de alrededor de S/ 6,200, monto superior inclusive al ingreso obtenido durante su vida laboral. Esa persona a mitad de su vida laboral, con 20 años de aportes a la AFP, tendría acumulado un fondo de S/ 220,714. Si el 25% de dicho fondo, es decir S/ 55,178, lo dedicara en ese momento a financiar la cuota inicial de una vivienda, ese fondo se reduciría a S/ 165,535.
Si después de ese retiro, mantuviera el ritmo de aportes los siguientes años, al momento de cumplir los 65 años su fondo llegaría a S/ 751,607, con lo que aspiraría a una pensión de S/ 5,010, monto 19.1% menor que el que hubiese alcanzado sin hacer el retiro parcial. Si la disposición del 25% la hiciera después de 10 años de aportes, su pensión sería de S/ 5,433 (12.2% menor que si no hubiese hecho el retiro), mientras que, si la hiciera después de 30 años en el sistema previsional, la pensión alcanzable sería S/ 4,772 (22.9% menor que sin retirar).
Un segundo efecto negativo podría darse sobre el sistema en su conjunto. Si los aportantes tienen la posibilidad de exigir su 25% en cualquier momento, obligan a las AFP a invertir los fondos en activos con mayor liquidez y, por lo tanto, menor rentabilidad. En otras palabras, incluso las personas que no retiren parte de su fondo tendrían pensiones menores que las que podrían haber obtenido sin ella. ¿Qué tan fuerte es el impacto de esto en las pensiones? Usemos el ejemplo anterior, pero con una rentabilidad promedio de 4% en vez de 6%.
En ese caso, si el retiro de 25% lo hiciese a los 35 años, su pensión estimada a los 65 años sería de S/ 3,411; si lo hace a los 45, la pensión estimada caería a S/ 3,148 y si lo hiciese a los 30 esperaría una pensión de S/ 2,971, menos de la mitad que en el caso inicial (con 6% de rentabilidad y fondo intacto).
Estos cálculos nos muestran que tener la opción de retirar el 25% de los fondos tiene un impacto significativo en menor pensión inclusive para quienes no ejercitan dicha opción. Entendamos que hacer más flexible el sistema de pensiones tiene costos muy claros: pensiones más bajas.
El mayor problema de las pensiones en el Perú es la frecuencia de los aportes, pues una persona con interrupciones en sus aportes, pierde la oportunidad de que ese dinero se multiplique durante los siguientes 40, 30 o 20 años. Es decir, la informalidad del mercado laboral es el factor que tiene mayor impacto sobre las pensiones, pero sobre ella el Congreso no ha planteado manera alguna de reducirla.
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