Elaborado por: Inés Baca de la Piedra, socia del Estudio Echecopar asociado a Baker & McKenzie International
Hoy se celebra el Día Internacional de la Mujer, día en que recordamos la lucha por los derechos de las mujeres y la equidad.
La diversidad de género en el ámbito laboral es un tema actual en casi toda industria y el área legal no es ajena a este problema. En el Perú, desde hace veinte años, más del 50% de los estudiantes de derecho en las principales universidades del país son mujeres; sin embargo, el porcentaje de abogadas en puestos de liderazgo sigue siendo bastante bajo. ¿Por qué?
Un primer problema podría ser de acceso. En una profesión tradicionalmente masculina, son los hombres quienes han tenido que ir cediendo espacio y promoviendo a mujeres, y aún así existen estereotipos y prejuicios que vencer. Sin embargo, creer que éste es el único problema es -precisamente- no querer ver el problema. Es frecuente escuchar historias de mujeres talentosas que empezaron en la profesión legal y la dejaron con los años para poder dedicarse a su familia, ya sea para cuidar a los hijos, a los padres o a alguna persona enferma en casa. Lo que en realidad debiera preocuparnos es averiguar si esas mujeres tuvieron la alternativa de elegir, o si simplemente, no tuvieron otra opción. Esta profesión es demandante por naturaleza, más aún en el mundo de los estudios de abogados donde no hay un horario fijo, se requieren largas horas de trabajo y los clientes demandan respuestas inmediatas y atención permanente. Esta realidad ha hecho que acabemos pensando que la profesión legal y la familia no pueden ser compatibles.
¿Qué podemos hacer para que las mujeres no tengan que sentir que el desarrollo personal y familiar es incompatible con su crecimiento profesional? Las primeras llamadas a impulsar esta tarea son las mujeres que hoy ocupan roles de liderazgo. Ellas tienen una gran tarea que cumplir y la deben asumir con responsabilidad, ya que no sólo son ejemplo para otras mujeres sino que tienen la misión de sensibilizar a sus pares y generar un compromiso con la equidad. La implementación de políticas de género para atraer y retener talento es fundamental. De igual modo, políticas de flexibilidad como horarios reducidos y trabajo remoto ayudan a generar el balance que las mujeres necesitan para manejar ambos ámbitos de sus vida, pero de nada sirven si no van acompañadas de un cambio real de mentalidad en las estructuras tradicionales. Los programas de mentoría juegan también un rol clave, ayudando a las mujeres a romper con sus propios miedos y prejuicios. Finalmente, y no menos importante, necesitamos con urgencia mayor participación de los hombres en las tareas del hogar. Mientras ellos no crean que la casa, los hijos y los padres son también su responsabilidad, las mujeres seguirán contando con mucho menos tiempo que ellos para dedicar a su vida profesional.
Ojalá este Día de la Mujer festejemos menos y reflexionemos más sobre el papel que cada uno de nosotros juega en el camino a la equidad en nuestras propias instituciones.
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