Por David Kaplan
Un informe reciente de la Organización Internacional para el Trabajo (OIT) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) nos advierte sobre una crisis para los mercados laborales de la región en 2016, con un aumento en la tasa de desempleo de medio punto porcentual. Ante un panorama preocupante como este, es imprescindible preguntarnos ¿está la región preparada para afrontar otra crisis? ¿Qué hemos aprendido de la crisis financiera de 2009 que nos permita afrontar mejor una nueva recesión? Y, por último, ¿qué políticas públicas pueden aplicarse en un escenario así?
El análisis del impacto de la crisis del 2009 en el mercado laboral de México nos lleva a una dramática conclusión: la crisis económica no solo aumentó la tasa de desempleo, sino que empeoró seriamente las condiciones de los desempleados. Había más desempleados, entraban al desempleo en peores condiciones, y tardaban más en encontrar nuevos empleos. Veámoslo en detalle:
1. El desempleo se disparó rápidamente
En poco más de un año, la tasa de desempleo prácticamente se dobló (del 3.4% en el segundo trimestre de 2008 al 6.1% en el tercer trimestre de 2009). El choque negativo fue particularmente severo en México debido a su estrecha integración con la economía estadounidense. Desde entonces, la tasa de desempleo ha tenido una sostenida tendencia a la baja, apenas acercándose ahora a los niveles pre-crisis.
2. El crecimiento del desempleo se debió, fundamentalmente, a la pérdida involuntaria de empleo
El aumento en la tasa de desempleo fue atribuible casi al 100% a personas que perdieron sus trabajos anteriores, tal como se muestra en esta gráfica que descompone la tasa de desempleo en cinco componentes, expresados como porcentaje de la Población Económicamente Activa (PEA).
Desempleados como porcentaje de la PEA: 2005 a 2016
Antes de la crisis el número de desempleados por razones voluntarias era similar al número de desempleados que eran despedidos, pero la crisis cambió esta situación y aumentó el porcentaje de los trabajadores que cayeron en el desempleo por desgracia.
3. La duración del desempleo también creció
Antes de la crisis alrededor del 45% de los desempleados llevaban más de un mes buscando trabajo. Después de la crisis, este porcentaje subió al 55%. Además de ser difícil financiar un periodo largo de desempleo, es probable que sea aún más difícil encontrar un buen empleo después de un tiempo prolongado de desempleo. En este contexto, el aumento en la duración del desempleo con la crisis es preocupante.
En resumen, el impacto de la crisis económica no fue solo aumentar la tasa de desempleo, sino empeorar el desempleo mismo. Había más desempleados, entraban al desempleo en peores condiciones, y tardaban más en encontrar nuevos empleos.
Como se señala en Empleos para Crecer, la rotación laboral, incluyendo el desempleo, no es mala necesariamente. A medida de que uno renuncie su trabajo debido a la percepción de que hay mejores oportunidades en otras empresas, un paso breve por el desempleo puede terminar en una mejora salarial y de productividad. Desafortunadamente, la evidencia de la región sugiere que la mayoría de transiciones laborales suponen una pérdida de salario o beneficios.
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¿Qué se puede hacer al respecto? Empleos para Crecer nos ofrece muchas sugerencias, pero me limitaré a unas pocas en este artículo.
a. Apoyar el ingreso de los desempleados
Es importante tener una política contracíclica de rápida implementación. La tasa de desempleo no subió gradualmente, sino inmediatamente. En este sentido, dado el panorama negativo para la región, sería recomendable que los países empezaran desde ahora a pensar en las políticas públicas para apoyar a los desempleados.
b. Promover la estabilidad laboral productiva
No basta con simplemente apoyar el ingreso de los desempleados. Si el desempleado consigue un empleo informal e improductivo, es probable que en poco tiempo caiga otra vez en el desempleo, reforzando un círculo vicioso de los empleos precarios. En este círculo vicioso, los trabajadores rotan entre empleos malos e inestables, sin acumulación de capital humano, sin mejoras salariales, y sin mejoras en la productividad. Además de no convenirle al trabajador mismo, tampoco ayuda a que el país crezca.
En definitiva, para reducir el efecto negativo de una crisis sobre el mercado laboral es importante que un apoyo al ingreso se combine con políticas que promuevan los empleos formales, asegurando que el buscador de empleo no solo consiga un empleo cualquiera, sino que consiga un empleo productivo donde tiene posibilidades para crecer. En este contexto, sería recomendable fortalecer los servicios de empleo, presupuestaria e institucionalmente, para enfrentar el gran reto de otra posible crisis laboral.
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