La revolución industrial, que enmarco dentro de la evolución del conocimiento, tuvo varias etapas, desde la sabiduría para lograr la transformación de una economía agraria-artesanal hasta la tecnología y el internet y; ahora, estamos en una nueva era digital, que abre el camino a la inteligencia artificial (IA).
Si bien es cierto que la revolución industrial se caracterizó por la utilización del uso intensivo de la mano de obra y máquinas de grandes dimensiones, la era digital recorre el camino inverso; es decir, trae, entre otras características, la reducción significativa de las dimensiones de los equipos, donde la nanotecnología adquiere un protagonismo importante, así como el menor uso de mano de obra. La etapa de la revolución del conocimiento que involucra la IA ya está entre nosotros y lo que nos falta saber es hasta dónde será capaz de llevarnos.
Hoy en día, las ventajas que la IA nos ofrece son casi ilimitadas y no debemos olvidar que vienen asociadas a muchos riesgos críticos. Uno de ellos son los impactos de potenciales e inminentes ciberataques, por lo que el control de las operaciones se vuelve cada vez más y más sofisticado.
Por ejemplo, cuando se utiliza esta tecnología para negocios basados en datos confidenciales, debemos tener la seguridad de qué información está procesando y por qué lo está haciendo. A nivel mundial, las organizaciones ya están reconociendo la necesidad de una IA responsable en todo sentido, pero como estamos en el génesis de esta etapa, muchos aún se encuentran en diferentes niveles de madurez al respecto.
Los avances tecnológicos y la competencia por el talento apuntan a que, en 2024, la IA comenzará a cambiar la forma de hacer negocios. De ese modo, este sería el momento oportuno para evaluar nuestras prácticas existentes con el fin de que sean más efectivas y eficientes, así como crear otras nuevas para adoptar o construir tecnologías que permitan utilizar datos de manera responsable y ética. Asimismo, es vital estar preparado para la regulación futura que hoy es igualmente incipiente, pero que pronto podría convertirse en un aspecto de cumplimiento normativo rígido e inflexible por los riesgos que la IA trae consigo.
De acuerdo con la encuesta de Tecnologías Emergentes 2023 de PwC, el 73% de las empresas estadounidenses ya ha adoptado la IA en al menos algún área de su negocio y la IA Generativa (IAG) lidera este camino de transformación de accesibilidad y escalabilidad.
Un único modelo de IAG puede, con un poco de personalización, funcionar en casi todos los aspectos empresariales y organizacionales: ya sea un director ejecutivo, un desarrollador de software, un líder fiscal o un diseñador de productos, entre otros; siendo que para fines de 2024 la IA permitirá hacer su trabajo de maneras nuevas y más poderosas.
Con las habilidades, directrices adecuadas e incentivos apropiados, cualquier colaborador podría usar IAG para automatizar, mejorar su trabajo, identificar nuevas formas de hacerlo e impulsar la velocidad; en resumen, hacerlo más efectivo y eficiente.
Para ir adaptándose a esta nueva era, algo muy importante es apoyarse en los nativos de IA. Un número creciente de personas en la fuerza laboral, incluidos muchos graduados universitarios, ya están entrenados para usar IAG en sus rutinas diarias; por lo que es primordial tener un plan para ampliar las habilidades y mentalidades de nuestros nativos digitales en lugar de enterrarlos bajo procesos anticuados.
Muchas iniciativas digitales fracasaron porque no se confiaron en que iban a funcionar, por lo que fue necesario tratar de cerrar las brechas más tarde y realizar ingeniería inversa de plataformas y productos. Hay que empezar desde el primer día confiando en que la iniciativa se ejecutará bien y la mejor manera de hacerlo es comenzando con la estrategia y el diseño.
Impacto de la IA
Como ya lo hemos mencionado, la capacidad de la IA para aumentar o automatizar tareas y decisiones de alto valor requiere acciones que demandarán gestionar nuevos y emergentes riesgos, pero eso no requiere reinventar la rueda; hay que construir sobre programas establecidos de gobernanza, riesgos, ciberseguridad, privacidad y cumplimiento; entre otros, a medida que se establece una IA responsable en la organización.
Dado que la tecnología en mención probablemente impregnará la organización, toda la plana ejecutiva debería participar en su uso responsable. Hay que hacer que todos los líderes de alto nivel conozcan su rol y las responsabilidades de su función para ayudar a los sistemas de IA a ganar confianza.
La IAG puede manejar tareas y procesos complejos que anteriormente estaban fuera de su alcance como en los departamentos de finanzas, impuestos, legales, TI, cumplimiento y otros. Por ejemplo, puede ayudar a cumplir de manera más eficiente con los nuevos requisitos de información fiscal. De manera más general, es posible que pronto ya no se necesite actualizar las aplicaciones empresariales comunes; en su lugar, podría trasladarlos a la nube, donde las propias aplicaciones y los módulos personalizados de IAG evolucionarán continuamente para satisfacer sus necesidades cambiantes.
Por ello, siendo que la IA y la IAG están teniendo un impacto inconmensurable en nuestra vida personal, académica, profesional y empresarial; es relevante evaluar su impacto en la sostenibilidad de nuestros negocios y, en ese sentido, el establecimiento de un modelo de gobernanza que sea permeable y adaptable a las circunstancias evolutivas de la organización. En ese sentido, se deberá tener en consideración lo siguiente:
1. La definición de una estrategia con objetivos de corto, mediano y largo plazo; alineados con una evaluación permanente de los riesgos actuales y emergentes, así como con presupuestos retadores y realistas.
2. Identificación de nuestros grupos de interés internos y externos; así como de sus renovadas y futuras expectativas.
3. Tratamiento equitativo entre accionistas.
4. Contar con una imagen y reputación de responsabilidad social corporativa sostenible basada en una renovada cultura organizacional soportada en un fuerte componente holístico de transformación digital.
Immanuel Kant, filósofo austriaco, 1704 – 1804, fue un libertario del conocimiento, es decir, propugnaba su búsqueda a través de la iniciativa y del pensamiento propio, desechando o cuestionando todo tipo de dogmas que sometían a la razón y, por ende, al avance del conocimiento. En esa línea, con la IA estamos entrando en una nueva etapa del conocimiento que es muy probable que nos lleve a descartar algunos conceptos que en su momento fueron eficaces, pero ahora su valor es cuestionable, por decir lo menos.
“La ilustración es la salida del hombre de su inmadurez autoincurrida” (Inmanuel Kant).
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