Las organizaciones funcionan sobre la base de un conjunto de supuestos implícitos que sus miembros comparten y aceptan. De la misma forma que cuando conducimos por una ciudad asumimos que tenemos que pararnos en los semáforos y que los demás van a hacer lo mismo para que el tráfico no se vuelva un caos peligroso, como trabajadores funcionamos bajo el supuesto de que la empresa nos retribuye por una serie de contraprestaciones, asumimos la relación de colaboración-competitividad con los compañeros, o respetamos al jefe porque entendemos qué es una jerarquía y cuál es nuestro papel en ella. De la misma forma, nuestro rol como “empleados” nos proporciona una serie de obligaciones (rendimiento, convivencia, cumplimiento de normas) y derechos (relativa estabilidad, beneficios) que durante muchos años han sido aceptados como ventajosos tanto por nuestra parte como por la de la empresa que nos contrata.
Ahora bien, en los últimos tiempos, seguramente como otra consecuencia de la reciente crisis y la evolución hacia el New Normal, se está apreciando un número creciente de profesionales que prefieren abandonar este rol de empleado a tiempo completo para una compañía y convertirse en freelancers. En este sentido, la web de empleo 24Seven ha publicado un infográfico que recoge muy bien las motivaciones y rasgos fundamentales de este colectivo. Sus aspiraciones fundamentales son ganar flexibilidad y libertad, así como abrir oportunidades de desarrollar proyectos diferentes y buscar un mejor equilibrio con la vida personal. Aunque en menor medida, también se persigue tener menos estrés y minimizar el riesgo de ser despedido. Pero como vemos, los factores en positivo pesan más que el alejamiento de los miedos clásicos al trabajo en la empresa tradicional.
El 62% de los freelancers encuestados manifiestan que su situación ha mejorado significativamente y que son más felices en su nuevo estatus, aunque se enfrentan a retos importantes, como mantenerse valorados en el mercado o tener bien claro hacia dónde van en su carrera. Estos temas estaban razonablemente resueltos cuando trabajaban como empleados, aunque mi opinión es que cada vez lo estarán menos, dadas las condiciones de volatilidad de los sistemas de empleo actuales de la mayor parte de los países.
Parece, por tanto, que en los mercados más dinámicos la figura del freelancer tenderá a consolidarse para los trabajadores de conocimiento. Desde luego, entre nuestros alumnos de universidad y postgrado la tendencia es clara. Los jóvenes quieren influir en su entorno inmediato, en la comunidad y si es posible en el conjunto de la sociedad. Entrar a formar parte de una gran empresa supone renunciar en gran medida a esta iniciativa de impacto personal, haciendo la opción de profesional independiente mucho más atractiva.
En cualquier caso, me llama la atención el hecho de que estos valores que dominan la motivación del freelancer son cada vez más los que identifican a todos los trabajadores en general. ¿Podríamos hacer el ejercicio de imaginar que nuestros empleados dejan de serlo y tenemos que gestionar un equipo de freelancers? La situación no está tan alejada de la realidad. El profesional cualificado de las nuevas generaciones está entrenado para buscar continuamente otras oportunidades, está activo en el mercado aunque se sienta satisfecho en su puesto actual. La tecnología ayuda en el proceso: cualquiera con una cuenta en LinkedIn recibirá con cierta frecuencia informes de mercado e incluso ofertas de reclutamiento de su sector. Por otra parte, las aspiraciones de libertad y flexibilidad personal están presentes en las empresas desde hace tiempo, y de hecho gracias a este pulso de los empleados podemos afirmar que las políticas de conciliación han sido las que han experimentado un crecimiento mayor en las áreas de recursos humanos de la última década.
¿Estamos avanzando hacia una mentalidad de empleado como freelance? Me atrevería a afirmar que sí. Y si este es el caso, las implicaciones para los managers son importantes, porque se puede pasar de gestionar a un departamento de empleados… a intentar manejar el equivalente a un rebaño de gatos. Las reglas del juego pueden estar cambiando, y hay que estar atentos a estos cambios de valores que afectarán de manera prioritaria a nuestros trabajadores más competentes y valiosos en el mercado.
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