El cine es un espejo

Raúl Ortiz Mory

Richard Starzak: “La clave del proceso de animación está en hacer algo emocional”

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Richard Starzak, creador de la exitosa serie y de la película Shaun el cordero, estuvo en Lima como invitado principal del III Festival Internacional de Cine para Niños – CINI. En diálogo con El cine es un espejo habló sobre las tendencias del cine de animación, la diferencia entre las películas animadas de occidente y oriente, la libertad creativa, el éxito de su famoso personaje y otros temas. 

En las dos últimas décadas el cine de animación ha alcanzado un público más amplio dejando atrás el prejuicio que solo está destinado a un segmento compuesto por niños y adolescentes. ¿A qué cree que se deba esta apuesta por parte de los estudios, por un lado, y el creciente interés de los adultos, por otro?

En los últimos 15 años se hacían muy pocos filmes de animación pero bastó que alguno tenga éxito para que muchos estudios empiecen a producir películas de animación. Tiene que ver con un tema netamente de ganancia económica, de rentabilidad. Antes una sola empresa ganaba todo ese dinero producto de una audiencia exclusiva. En cambio ahora muchas empresas obtienen ese dinero y cada una recibe poco. El nuevo modelo de negocio de los estudios de animación no consiste en hacer películas solo niños, deben ser producciones que alcancen a toda la familia. Como es tan costoso producir una película de animación es necesario que el segmento se amplíe, así se tiene menos riesgo de pérdida.

¿Cuánto cree que ha cambiado el público que consume películas de animación a nivel de apreciación temática y propuesta visual?

En realidad los límites de los públicos son muy borrosos. No se puede decir que una película vaya a tener éxito en un grupo humano determinado por su edad. Por ejemplo, Piratas del Caribe es una película que utiliza a personas reales pero que sigue un trabajo de animación muy intenso en postproducción. Y esta película no está dirigida a un público exclusivamente infantil. Lo pueden ver adolecentes, adultos, hasta ancianos. Todos apuntan a un público amplio.

Y en cuanto a los estudios de animación, ¿qué diferencias encuentra en los mismos términos entre las películas basadas en cuentos clásicos filmadas hace medio siglo, o más tiempo, y aquellas de años recientes?

El panorama ha cambiado mucho. Por ejemplo, en el cine de animación chino se ven películas muy violentas. Algo que hace 70 años era impensable. En el principio de la animación uno se preguntaba por qué una película era animada y por qué se escogía para ser animada. En cambio ahora no se pone en duda la naturaleza de la animación y se pueden ver desde trabajos muy violentos hasta películas de corte más clásico orientadas a lo familiar.

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Teniendo en cuenta que las recientes generaciones están regidas por la tecnología digital y lo multimedia se presenta como un esquema omnipotente donde la palabra hablada es esencial, ¿cómo entendemos que Shaun el cordero haya tenido tanto éxito cuando carece de diálogos?

Shaun tiene una gran ventaja al no contar con diálogos: todo el mundo lo va a entender porque la serie y la película no están limitadas por la barrera del idioma. Siempre quise hacer una película que se diferencie de las demás. Un filme educativo pero que también sea humano. Mi propuesta se sostiene en una realización de corte actual con señales de cine mudo. Algunos pensaron que era algo estúpido, otros que era una gran idea. StudioCanal de Francia pensó que era una buena idea y nos financió, los demás fueron claros y dijeron que no funcionaría.

¿Qué tan complejo es el proceso creativo y de producción de una película de animación?

Todo empieza con la idea que queremos que entienda la gente. Siempre nos orientamos en que las acciones debían estar en una granja sobre temas que no son precisamente los que pasan en una granja transformando los roles jerárquicos. Lo natural es que el granjero sea el jefe, el perro el eslabón intermedio y las ovejas representan a los trabajadores. Pero nosotros quisimos que el granjero se vea como el padre, el perro como parte de la familia y las ovejas como hermanos. La clave del proceso de animación está en hacer algo emocional. En la película se presenta una situación: el hijo se quiere deshacer del padre, pero luego se da cuenta que lo necesita y cuando pasa eso el padre ya no quiere volver. Luego que ya sabemos qué historia queremos contar tratamos de hacerla lo más graciosa posible.

Es decir parte del drama para engarzar con la comedia…

Muchos guionistas trabajan así. Empiezan con un núcleo sentimental para luego trasladar la historia a lo que realmente quieren, sea el género que sea. Pero primero tiene que haber una motivación y un vínculo emocional entre los personajes.

¿Cuántas personas se involucran en los proyectos de Aardman?

Nosotros trabajamos con más de 250 personas por proyecto. Pero en realidad el núcleo creativo está compuesto por dos: el coproductor y coguionista, Mark Burton, y yo. A decir verdad, para mí es muy importante que en la etapa creativa de las producciones de Aardman, donde me involucro profundamente, intervenga una persona más, de lo contrario Mark y yo estaríamos peleando todo el tiempo. Cuando se hace un guión con otra persona hay mucha fricción. Esa tercera persona compensa las ideas de los otros dos escritores. Al final de cuentas la película debe tener un buen guión sino fracasará. Luego están los cuatro o cinco integrantes que conforman el equipo que hace el storyboard. Este pasa todo el guión a dibujos. Una vez realizados los dibujos, Mark y yo decidimos qué planos van o qué escenas suprimimos. Casi siempre el guión original termina modificado.

¿Considera que el guión también es la parte más compleja de todo su trabajo?

La gente no se imagina cómo se hace un guión y no sabe que es lo más difícil de todo el proceso creativo. La diversión empieza cuando uno se pone delante de la computadora y elabora el trabajo propiamente de animación. Lo anterior es complicado, agotador y delicado.

El trabajo del guionista también roza la incomprensión y su formación puede ser bastante literaria, ¿más allá de las referencias que tiene a nivel del cine de animación, qué otro tipo de trabajos lo ha marcado?

Una de las películas que más me ha influenciado es El graduado. Está entre mis favoritas de todos los tiempos. Fue filmada de una manera tan bella que todavía la puedo seguir viendo como algo muy moderno. Como pieza cinematográfica, está reforzada por una gran edición. Me parece un trabajo muy logrado. En cuanto a directores puedo decir que Hitchcok es uno de los que más me gusta. Esa habilidad que tiene para maniobrar la cámara y narrar una historia creando tensión o transmitiendo estados de ánimos es excelente.

Qué diferencias encuentra entre el cine de animación occidental y oriental, teniendo en cuenta a los grandes maestros chinos y japoneses, sobre todo al Studio Ghibli?

Cuando estuve en China me di cuenta que los estudios asiáticos estaban muy interesados en sus procesos de narración. Ellos manejan la historia con una base más teatral, con una especie de narrador omnisciente. En occidente hay una construcción más clásica basada en una “fórmula de tres actos”: inicio, conflicto y resolución. En los filmes de Hollywood, a los 10 minutos de proyección ya se sabe de qué trata la historia. El 99% de los casos se centra en el personaje y en las cosas que le sucede y que aprende. En oriente esta característica también se da, pero con mucho menor frecuencia. En el caso de las películas del Studio Ghibli amo no saber exactamente lo que está pasando hasta que trascurre buena parte de las mismas. Los japoneses se basan en sus leyendas y costumbres, algo que también me gusta. Quizá el hecho de no ser asiático hace que tenga otra mirada acerca de las películas de esa zona.

Al inicio usted decía que cada vez son más los estudios dedicados al cine de animación y que los costos son muy altos. De ello se deduce que ya no es rentable realizar películas de este tipo. ¿Cuánto puede llegar a costar una película como Shaun el cordero?

El estudio me prohíbe que hable acerca de los costos de las producciones que realizo…pero, por ejemplo, Shaun el cordero fue un experimento de negocio que costó menos de la mitad de lo que normalmente podría costar una película de sus características: poco menos de 20 millones de libras. Ese es un presupuesto bajo. Como no hay diálogos el presupuesto es aún menor. Tuvimos poco tiempo para realizarla, ello generó que no se prolongue el trabajo y por eso también se redujo el costo. Todos los estudios de animación experimentan con proyectos para ver si funcionan o no, o para intentar marcar una tendencia. Ahora hay pocas posibilidades de recuperar el dinero invertido en comparación a años anteriores. Hasta donde conozco, el año pasado se produjeron 120 películas animadas, en promedio, y hace 20 años no superaban las 10. Además, todas atacan a la misma audiencia, a pesar de que, como dijiste, está creciendo. Pixar y Disney, históricamente, han hecho mucho dinero proveniente del merchandising de sus películas. Ahora, salvo Frozen, las personas ya no están muy interesadas en el merchandising.

Hablando más allá del tema económico, ¿cuál es la tendencia a nivel artístico de las películas de animación?

Es una buena pregunta pero también es muy difícil de responder. Las tendencias cambian muy rápido. Los estudios americanos, por ejemplo, dan lineamientos a los guionistas de lo que quieren que se escriba y cómo debe ser la película. Si ellos no quieren que el protagonista sea un niño y deciden por una niña y ven que da resultado en las salas, entonces van pensando qué tan popular puede ser en dos o tres años, que es el tiempo que toma hacer una película. Todo el tiempo están tratando de adelantarse. Ahora mismo yo sé que se están haciendo películas musicales con mujeres como protagonistas. Pero si me pides que responda concretamente a tu pregunta, no tengo ni idea cómo será el panorama en algunos años, jaja.

¿Ha sentido algún tipo de conflicto artístico cuando le han pedido una película por encargo o lo entiende como un tema de negocios?  

No tengo mucha experiencia es ese tipo de situaciones porque con StudioCanal nos dejaron completamente libres. 15 años antes estaba trabajando un proyecto para Dreamworks y se me hizo difícil porque al estudio no le gustaba que el director esté tan involucrado con la historia. El rey era el guionista. Quería que el proyecto salga rápido. Cuando pregunté sobre cómo se iba a trabajar todo el tema de la animación me dijeron que así ya no funcionan las cosas. Ese no era mi trabajo. La historia empezó a caerse y no tenía nada que ver con lo que yo había pensado inicialmente. Estaba basada en la fábula del conejo y la tortuga. Fue una experiencia complicada y dolorosa. Prefiero trabajar en algo en lo que creo y donde pueda tener el control de las acciones, donde pueda dejar todo de mí en cada etapa. Creo que así es mejor y es como me siento feliz.

 

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