La película argentina El otro hermano y la cinta chilena Una mujer fantástica son dos de las propuestas que forman parte de la Competencia Oficial de Ficción del 21° Festival de Cine de Lima. A continuación, les dejo unos comentarios sobre estos dos filmes.
El otro hermano (2017) es un policial que se distingue por la tensión que ofrecen la mayoría de sus situaciones, en apariencia controladas, pero que van desarrollándose a fuego lento a través de una trama que se desborda desde la interacción de personajes sombríos y sin escrúpulos. La última película de Israel Adrián Caetano muestra la cara más vil del ser humano, reflejo de un sistema corrupto que moldea el comportamiento de los personajes y donde las lealtades representan el último grito de la conciencia.
Cetarti (Daniel Hendler), un hombre rutinario y sin perspectivas, recibe una llamada donde es informado de los asesinatos de su madre y su hermano, por parte de la pareja de la mujer, en un pueblo rural del interior de la Argentina. Los trámites de defunción no será lo único que deberá resolver cuando el hombre que lo contactó, Duarte (Leonardo Sbaraglia), un ruin exmilitar, le proponga cobrar de manera irregular un seguro de vida. Este es el inicio de una serie de hechos delictivos -asesinatos, violaciones, secuestros, etc.- que desnudará las debilidades morales de todos los involucrados.
Caetano construye una película en que la confianza de los protagonistas no solo se desintegra con cada paso que van dando, sino que es el entorno avaro el que golpea y pone a prueba el instinto de sobrevivencia con engaños y acciones letales. El simple hecho de birlar la confianza del semejante es la manera más delicada e iniciática de probar la autoridad que marca un terreno imaginario: ser más fuerte se traduce en mayor perversidad y cualquier atisbo de piedad es símbolo de debilidad.
El otro hermano se regocija en su crudeza sin que la violencia sea un elemento onanista. Caetano propone una radiografía de purulencia social que traspasa lo previsible y llama la atención sobre un contexto putrefacto donde el que no cae, tarde o temprano, resbala. El director de Pizza, birra, faso (1997), Un oso rojo (2002) y Crónica de una fuga (2006), ofrece una buena cinta que robustece los débiles tallos del cine negro latinoamericano.
Una mujer fantástica
Cuando el realizador chileno Sebastián Lelio alcanzó notoriedad internacional con Gloria (2013), los ojos de la crítica esperaban con entusiasmo su siguiente película. Este año ha regresado con Una mujer fantástica y, a mi parecer, las expectativas están cubiertas. En febrero de este año en el marco del Festival Internacional de Cine de Berlín, Una mujer fantástica ganó el Oso de Plata en la categoría de mejor guión, así como diversos premios en festivales de temática LGBTI.
Esta película cuenta la historia de Marina (Daniela Vega), un transexual que ve morir a su pareja, Orlando (Francisco Reyes) -casi treinta años mayor, empresario, padre de un hijo homofóbico-, después de una noche de pasión. El deceso de Orlando no solo dejará desolada a Marina, sino que tendrá que enfrentar una realidad que al amparo del fallecido parecía más llevadera. El conservadurismo de la pacata sociedad chilena, la intolerancia cotidiana a su condición sexual por parte de los entornos en que se mueve y la soledad que aprieta sus sentimientos, serán los escollos que Marina deberá sortear con dignidad.
El peso de esta película no recae en la falsa fórmula propagandística de una campaña de aceptación social. Tampoco en la fábula con moraleja aleccionante anti discriminación. El director chileno, en primera instancia, se esfuerza por entregar con naturalidad una historia de personajes solitarios que están unidos por la carencia de afecto, más allá de su naturaleza sexual. En segundo término, hilvana y muestra la percepción de diferentes personajes acerca del mundo LGTBI, sin caricaturizar a la protagonista.
Daniela Vega, actriz transgénero que luce en el rol estelar, es el eje de toda la historia. Su actuación es aplaudible, más allá de que su naturaleza pueda “facilitarle” el trabajo. Sin embargo, la refinada y sutil puesta en escena hace que la historia eleve su verosimilitud al punto que cualquier acción es disfrutable desde el punto de vista estético e interpretativo. El director también hace un apreciable trabajo de compatibilidad entre los integrantes del elenco. Una mujer fantástica es otra de las buenas películas del festival.
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