¿Qué puede pasar por la cabeza de un director cuando emprende un proyecto sin conocer los procesos mínimos de producción y realización? ¿Qué sucede cuando este “creador” piensa que su obra revolucionará la forma de hacer y apreciar el cine? Estas interrogantes pueden ser respondidas después de ver The Disaster Artist: obra maestra (2017), película que James Franco produce, dirige y protagoniza.
Y no es que Franco se haya embarcado en una insana empresa cinematográfica. Es el personaje central de su película el que pasará a la historia del cine como un tipo enigmático y megalómano. Un desastre de artista, en todo el sentido del término.
The Disaster Artist: obra maestra cuenta la historia de Tommy Wiseau y su película, The Room, un film de culto para ciertas comunidades de cinéfilos, considerada la peor cinta del siglo XXI. El legado de Wiseau y su exótico fruto arrastra millones de seguidores a nivel mundial, tal como el celebérrimo Ed Wood, el más deficiente de todos los directores de la historia. Ese gusto involuntario por lo mal hecho, pero trabajado con una tierna pasión amateur, traspasa la lectura del simple homenaje que también desea expresar el último trabajo de Franco.
El director, ahora apestado en Hollywood por las acusaciones de acoso sexual que pesan sobre él, nos muestra un personaje único e incomprendido. Aunque la lectura de The Disaster Artist: obra maestra nos pone en el centro del cuestionamiento acerca de la voluntad para crear una pieza artística, también profundiza en la negación a sentirse uno más en la sociedad. Esa torpe aceptación de ser alguien exclusivo en un microcosmos creado de acuerdo a las necesidades y aspiraciones son las que Franco explora desde la figura de Wiseau.
Wiseau padece como persona y sufre el menosprecio artístico. Conoce hasta dónde puede llegar a costa de su gruesa cuenta bancaria, pero sabe que la aceptación es algo que no se compra. El dolor lo fortalece, lo impulsa a seguir adelante. Wiseau causa cierta admiración en su papel de obcecado quijote: un ciego de fantasía que va dando varazos a la vez que se golpea repetidamente contra un muro de hormigón. Franco acoge a la persona (personaje) y lo desnuda emocionalmente con una brutal honestidad.
Como actor, Franco saca lustre a su interpretación como Wiseau. No sobreactúa, exagera, ni falsea. ¡Así era Wiseau! El elenco que lo acompaña también lleva adelante construcciones actorales para celebrar. Dave Franco hace de Greg Sestero (el coprotagonista de The Room y quien escribió junto al periodista Tom Bissell un libro que sirvió para hacer la película de James Franco) y Seth Rogen en el rol de Sandy Schklair (el director a la sombra de The Room). Ambos sostienen y equilibran The Disaster Artist: obra maestra. El personaje del primero funciona como un cable a tierra para Wiseau. Es decir, la piedad del mejor amigo que comprende las excentricidades y aunque sucedan muchas situaciones desagradables siempre estará para tenderle la mano. En el caso del segundo, se trata de la verdad pura y dura que espeta los errores sin contemplaciones. Vale decir que el menor de los hermanos Franco merece tantas palmas como las que ya ha recibido James.
The Disaster Artist: obra maestra disecciona una leyenda del cine que goza de malditismo por lo terrible de su película, pero también expone a un hombre candoroso, y hasta cierto grado ridículo, que solo soñaba con ser un director de cine. Un consejo: primero vean The Room y después la película de Franco. Este pack funciona de maravillas.
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