¿Apelar a elaborar política pública sobre la base de evidencia no debería ser acaso lo obvio? Cualquier persona en una posición de toma de decisiones debería apuntar a hacerlo con la evidencia más robusta disponible, y no sobre la base de supuestos, como muchas veces sucede.
La economía del comportamiento nos da evidencia sobre cómo diseñar políticas públicas más eficientes, que consideren cómo se comportan las personas en la realidad, con su limitaciones y restricciones.
Para ilustrar cómo esta rama de la economía puede ayudar a solucionar problemas concretos en el Perú, desde Videnza Consultores decidimos analizar los retos que afronta el distrito del Rímac, y plantear propuestas de solución. Para ello, entrevistamos a autoridades municipales y realizamos grupos focales con jóvenes, adultos y adultos mayores del distrito.
Cabe anotar que las propuestas que planteamos deben ser validadas para su correcta aplicación y, además, deben ser entendidas como complementos a las políticas implementadas en dicha localidad. Es decir, no pretenden reemplazar medidas en marcha ni disuadir al Estado de ejercer su rol regulador. La idea es sumar esfuerzos.
Me gustaría compartir con ustedes una de las intervenciones planteadas, la cual, además de ser sencilla y económica de implementar, ha demostrado ser efectiva en otros países y se podría replicar no solo en el Rímac, sino en otros distritos. Esta intervención, orientada a combatir los problemas sanitarios en restaurantes y carretillas, consiste en que la autoridad sanitaria y la municipalidad evalúen la situación de cada local y entreguen el resultado en un sticker, el mismo que debería ser colocado en un lugar visible del establecimiento. Esta información no solo serviría para que las personas decidan sobre consumir o no en dicho local, sino que motivaría a estos establecimientos a buscar obtener cada vez una mejor calificación.
Cualquier intervención solo tendrá éxito si la gente realmente se comporta de la manera como quienes diseñaron la política lo previeron. Aquellos programas diseñados sobre la base de un modelo de elección racional a menudo no logran los resultados esperados porque la gente no siempre se comporta de manera completamente racional. He ahí el poder de la economía del comportamiento, donde es fundamental un buen diagnóstico que mire la estructura del problema y que, mediante programas piloto, pruebe su efectividad.
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El texto anterior es un extracto del discurso que ofrecí el pasado jueves 21 de agosto en el evento “A problemas sustanciales, soluciones innovadoras: aportes concretos de la economía conductual a las políticas públicas”, organizado por Videnza Consultores con el apoyo de la Universidad de Piura y de Backus | Sab Miller. La conferencia magistral estuvo a cargo de Sendhil Mullainathan —uno de los más importantes exponentes de la economía del comportamiento a nivel mundial—, y el panel lo integraron los ministros Milton Von Hesse y Piero Ghezzi, y el representante del BID en el Perú, Fidel Jaramillo. Espero pronto tener el video del encuentro para poderlo compartir con todos ustedes.
COMENTARIOS
La idea es buena, pero no tiene aplicacion practica. Estos comerciantes ya tienen carnet sanidad y/o licencia. Por otro lado, cómo otorgar poder al Municipio para calificar la idoneidad de un producto o servicio?.
En nuestro país, eso se presta a mayor corrupción y ademas colisiona el rol promotor e imparcial del Estado.
El contar con carnet de sanidad y/o licencia es la condición mínima; esto no quiere decir que no hayan cosas por mejorar. La institución que implemente esta política no necesariamente debe ser el municipio, puede ser el MINSA por ejemplo pero con el respaldo del municipio, tal como se hace en los países que han aplicado esta política. Por último cabe resaltar que lo que se califica son las prácticas de higiene, nada más.
Un programa social no solo se hace sobre la base de supuestos, si no que como bien dices sobre supuestos de comportamiento y de comportamiento de personas con casi nula formación, pero lo peor de todo es que engañan a la opinión pública afirmando que son programas exitosos y en realidad solo funciona en la teoría, y peor aun que se dan el lujo de presentarlos al BID para que financie su evaluación de impacto, generando mas deuda al país, puesto que lo que se gasta en estos estudios no es poco, y al final se den cuenta que no es posible hacer ninguna evaluación de impacto, por que ni siquiera pueden hacer seguimiento a su población beneficiaria, una vergüenza. Ojala que tu propuesta sea escuchada y se considere dentro de sus “desarrollos teóricos” la economía del comportamiento pues estos programas sociales no tienen nada de económicos.
Me parece interesante la propuesta, sin embargo puede generar actos de corrupción porque los Municipios ni las Autoridades Sanitarias están preparadas, tanto en el tema de personal como en contar con los insumos necesarios para detectar la insalubridad en los restaurantes y carretillas.
Ya en el pasado se ha intentado de mil maneras, corregir la insalubridad en carretillas y restaurantes.
Una alternativa viable es que los gobiernos locales incentiven a través de eventos y premiaciones a los locales (restaurantes) y carretillas que demuestren las mejores condiciones de salubridad y atención al cliente.
Por ejemplo: yo almuerzo a diario en un restaurante del Centro de Lima, cuando entras al local todo es agradable a la vista el menú es aceptable y se cocina bien, no obstante los mozos tienen manías que deben de ser corregidas y que influyen en la atención. Todo ello debe ser evaluado y corregido mediante incentivos.
El hecho de tener Carnet de sanidad no te garantiza condiciones de salubridad, se debería tercerizar con instituciones privadas cada año distinto y con calificaciones públicas para de este modo los clientes eligan el lugar. Obviamente el lugar insalubre tendrá que mejorar si quiere captar mas clientes y mayores ingresos.
Me parece interesante la propuesta planteada. Sin embargo, hay que tener en cuenta que si bien ha funcionado en otros países no necesariamente tiene que funcionar en el nuestro. El entorno en el que se desarrolla la política pública tiene mucho que ver en si esta tendrá un efecto positivo o no. Es por este motivo que en un entorno como el nuestro, donde el acto corrupto tiene un bajo costo, la iniciativa no se convierta en una solución al problema y no incentive a la mejora. Por otra parte, hay que tomar en cuenta que los restaurantes y carretillas pueden ser el medio principal de ingreso para ciertas familias y la demora del proceso de evaluación influirá en si estas personas optan por informalidad o no, basándose en un análisis costo-beneficio.
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