“Los peores funcionarios públicos los queremos fuera, muy lejos del Estado; los mejores funcionarios públicos los queremos adentro”, dijo el primer ministro, Fernando Zavala, ante el Congreso de la República, al que acudió para solicitar el voto de confianza para el gabinete que preside. En este espacio, queremos añadir a esa acertada frase un reto adicional: el de atraer al talento que, pudiendo contribuir a su país, se resiste a hacerlo porque, como bien lo explicó la periodista Rosa María Palacios en su columna en el diario La República, “nadie quiere ganar pésimo y, lo que es peor, pasar el resto de su vida perseguido por la Contraloría, gastando en un penalista que archive alguna denuncia absurda en Fiscalía. Falta plata, falta gente”.
Urge que el actual Gobierno impulse la captación de los mejores cuadros y que, desde el Estado, se les pueda asegurar no solo un sueldo acorde con su nivel de profesionalización, sino que no serán injustamente perseguidos por la justicia –salvo, por supuesto, que se pruebe que incurrieron en hechos de corrupción–. Las instituciones públicas deben velar por el desarrollo profesional de sus miembros y por resguardarlos frente a la maraña de amenazas legales que muchas veces recaen sobre ellos. Esto impide a sus funcionarios actuar con libertad, y disuade de ingresar al Estado a quienes están en el sector privado. El objetivo del Gobierno de destrabar y hacer más eficiente el Estado sin duda deberá impactar positivamente en este punto.
En este contexto, vale la pena cuestionar el rol mediático asumido por la Contraloría General de la República. Es indudable y necesaria su labor fiscalizadora pero no si esta, como lo sostiene Gonzalo Prialé, presidente de la Asociación para el Fomento de la Infraestructura Nacional (Afin), “se convertirá en denuncias y hallazgos que son presentados en prensa y que luego resulta que no son justificados ni ciertos”, lo que “desalentará a funcionarios y a nuevos inversionistas”.
Existe ya un déficit de profesionales altamente capacitados que estén dispuestos a ingresar al sector público, que sepan hacer seguimiento a las políticas públicas existentes bien encaminadas y que sean capaces de desarrollar otras que, además, sean sostenibles en el tiempo. Esto precisamente por las razones expuestas líneas arriba. Debemos aspirar a tener equipos de primer nivel que estén familiarizados con cada sector y que estén disponibles para aceptar el llamado de trabajar en el Estado. Para ello, la primera medida debe ser mejorar los sueldos. Solo así podremos empezar a atraer a los mejores técnicos, muchos de los cuales incluso podrían ser captados del extranjero.
Veamos un ejemplo concreto: el Banco Central de Reserva del Perú es una de las instituciones con mayor nivel de confianza entre los ciudadanos precisamente porque está compuesta por profesionales de carrera y altamente capacitados. Entre los economistas es un honor ser elegido miembro de su Directorio y, quien sea convocado para integrarlo, con seguridad aceptará el encargo. Es cierto que esta institución tiene características que la diferencian de otras, como su autonomía y el contar con patrimonio propio, pero debemos aprender de los mejores. ¿Por qué no podemos apuntar a lo mismo en las otras entidades del Estado?
Janice Seinfeld
Directora Ejecutiva de Videnza Consultores
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