Esta semana continuó la ofensiva mediática a favor de la desregulación laboral contra los trabajadores. El fin de semana pasado se presentó los resultados de la última encuesta de El Comercio-Ipsos sobre la confianza de los ciudadanos en las empresas y sobre temas laborales. El martes pasado el presidente de una conocida empresa de consultoría planteó que el Poder Ejecutivo pida facultades legislativas al Congreso de la República para remediar el tema con el argumento trillado de la elevada informalidad. No hubo nuevos argumentos.
La lectura pormenorizada de la entrevista urbana realizada entre el 13 y 15 de setiembre tiene algunas sorpresas omitidas por el decano de la prensa nacional. Efectivamente, el 63% de las personas confían que las empresas trabajan para promover el crecimiento económico del país. Sin embargo, el 60% de los entrevistados estarían en desacuerdo con facilitar la libre contratación y el despido de los trabajadores, mientras que sólo el 35% están de acuerdo. Por otra parte, el 53% plantea que si una empresa despide a un trabajador deben pagarle entre un sueldo y un sueldo y medio por año de servicio. El 19% entre medio sueldo y nada adicional y el 23% señala que no debe ser despedido. Entre el 72% y 73% manifestaron que las vacaciones y gratificaciones anuales deben ser negociadas entre trabajadores y empleadores. Sin embargo, lo más probable que estaba en la mente de los encuestados es que esto se haría para mejorarlas, no para reducirlas.
Hemos procedido a determinar la elasticidad empleo-producto de diversas economías. Esta mide cuanto crecería la población ocupada ante un incremento de 1% del PBI real. Se utilizó la última información de la OIT y del Banco Mundial. Los resultados son asombrosos utilizando estadística anual entre 1991 y 2016. Si aumenta el PBI real del Perú en 1% la población ocupada se eleva en 0.59%. En el caso de Chile este valor es de 0.49%. En EE.UU es 0.36%, Gran Bretaña 0.37% y en Alemania 0.28%. Sólo en Colombia tiene un mayor valor de 0.83%. El menor ritmo de contratación laboral respecto del PBI tiene poco ver con la regulación laboral, el nivel de salarios y más con factores tecnológicos.
Mientras aquí se tiene una perspectiva del pasado, en la nueva agenda laboral para un futuro no tan lejano se discuten otros temas: renta básica universal, reducción de la jornada laboral y se redefinen los criterios de pago para los prestadores de servicios comunitarios (más elevados sin argumentos de austeridad). Asimismo, son pocos en el Perú quienes hablan de los salarios de eficiencia (Shapiro y Stiglitz, 1984) que se pagan por encima de los niveles de equilibrio para promover una mayor eficiencia y competitividad de las empresas, aunque con esto último no todo es maravilloso.
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