En el último número de Real-World Economics Review de abril de 2025 se acaba de publicar el artículo con un título aproximado al de esta nota. El autor es Mark Diesendorf, académico y ambientalista australiano, reconocido por su trabajo en desarrollo sostenible y energías renovables.
Actualmente trabaja en la Universidad de Nueva Gales del Sur en Australia. Anteriormente, fue profesor de ciencias ambientales y director fundador del Instituto para Futuros Sostenibles de la Universidad Tecnológica de Sydney. Su libro más reciente es: El camino hacia una civilización sostenible (2023).
En este libro, según el autor, se muestra que se ha caído en una crisis existencial creada por nosotros. Se ha permitido que las grandes corporaciones, los militares y otros intereses creados se apoderen de los gobiernos e influyan excesivamente en la opinión pública. Se ha creado un dios llamado mercado y se ha permitido que nuestras decisiones más importantes las tome esa entidad imaginaria, que en realidad es un sistema humano controlado por intereses creados. El resultado ha sido la explotación de nuestro sistema vital, de nuestro planeta y de la mayoría de sus habitantes, hasta el colapso.
Asimismo, argumenta que la salida del abismo reside en construir movimientos sociales que ejerzan una presión abrumadora sobre el gobierno y las grandes empresas, debiliten el poder de los intereses creados y fortalezcan la toma de decisiones democrática. Esto debe hacerse simultáneamente con acciones en temas específicos como el clima, la energía, los recursos naturales y la justicia social, para transitar hacia una civilización verdaderamente sostenible.
Idea central
Diesendorf plantea en el artículo que la teoría de la economía neoclásica (TEN) y la práctica de la economía neoliberal constituye, en conjunto, uno de los principales impulsores de la destrucción ambiental y la injusticia social. Lo consiguen al considerar nuestro sistema vital, el medio ambiente, como un complemento del sistema económico, asumiendo que es una fuente infinita de materias primas y un vertedero infinito de residuos.
La TEN y el neoliberalismo refuerzan el compromiso capitalista con el crecimiento infinito en un planeta finito que está destruyendo el medio ambiente. La TEN es inconsistente con la ciencia del sistema terrestre; y presenta contradicciones internas. Además, el neoliberalismo difunde la idea, generalmente errónea, de que los subsidios a los ricos benefician a los pobres.
Al respecto, investigaciones empíricas que abarcan 50 años en 18 países de la OCDE muestran que las deducciones fiscales para los ricos aumentan la desigualdad sin tener un efecto significativo en el empleo ni el crecimiento económico. Para empeorar las cosas, el rico Norte Global impone una pérdida neta de recursos y riqueza del Sur Global.
Algunas Evidencias
Diesendorf inicia su documento anotando que las actividades humanas han superado seis de los nueve límites planetarios: cambio climático; integridad de la biosfera, cambios en el sistema terrestre, cambios en el agua dulce, flujos biogeoquímicos; y entidades nuevas, incluyendo la contaminación por plásticos y sustancias químicas y casi han alcanzado otro límite: la acidificación de los océanos.
Los principales impulsores de estos impactos son el uso de materiales, energía, tierra y vías fluviales. El uso de materiales y energía impacta el medio ambiente a través de la minería, la manufactura, el transporte, el consumo y los residuos. La tierra y las vías fluviales se ven afectadas principalmente por la agricultura, la minería y la expansión de los asentamientos humanos.
Si bien la sustitución de combustibles fósiles por energías renovables reducirá las emisiones de gases de efecto invernadero del sector energético y, por consiguiente, el impacto climático, esta sustitución no disminuye los demás impactos ambientales. El continuo crecimiento del consumo energético mundial aumenta la presión sobre todos los límites planetarios. Además, ralentiza el ritmo de la transición energética, lo que aumenta el riesgo de superar los puntos de inflexión climáticos.
Correlaciones directas
Según el autor, el crecimiento global en el uso de materiales, energía y las emisiones de CO2 están estrechamente correlacionadas con el crecimiento del consumo, y del Producto Bruto Interno (PBI). Este puede desglosarse en el crecimiento del PBI per cápita y crecimiento de la población.
Dado que los países y las personas ricos tienen los mayores impactos ambientales, el principal crecimiento preocupante es el consumo de los ricos. Bruckner et al (2023) muestran que una gran parte de las presiones e impactos ambientales derivados del consumo de la Unión Europea se traslada a países y regiones fuera de ésta, mientras que más del 85 % de los beneficios económicos se quedan en de los países miembros.
Críticas a la TEN
Diesendorf señala que los defensores de la TEN consideran que su disciplina es una ciencia. Sin embargo, sus detalles quedan ocultos a la vista de los no iniciados por modelos matemáticos avanzados con escasa relevancia para el mundo real. Utilizan terminología de la física —fuerzas, equilibrio y eficiencia—, pero sin su contenido científico.
Desde la perspectiva de los científicos naturales, no existen fuerzas que impulsen las economías hacia el equilibrio —de hecho, el equilibrio económico rara vez existe, si es que existe— y el concepto de la TEN de eficiencia de Pareto carece de relevancia para las economías reales. Los sacerdotes de la TEN difunden su ideología entre políticos, la administración pública y los medios de comunicación.
Errores
El autor anota que mucha gente cree, erróneamente, que la TEN proporciona una base teórica sólida para las políticas gubernamentales neoliberales. Estas políticas se basan en la idea de que el gobierno, sus gastos e impuestos deben ser reducidos, y que las decisiones ambientales, sociales y económicas importantes deben dejarse en manos del mercado; es decir, del 1% o, más precisamente, del 0.1% que controla el mercado.
De este modo, el neoliberalismo apoya la captura del Estado por parte de poderosos intereses creados políticamente que influyen en los gobiernos para que eliminen las restricciones ambientales sobre los combustibles fósiles, la minería, la silvicultura, la agricultura a gran escala, el aluminio y otras industrias, y para que subvencionen a los ricos.
Economía conductual
Diesendorf apunta que la economía del comportamiento o conductual, que es más psicología que economía, se desarrolló debido al fracaso de la TEN. Sin embargo, muchos economistas neoclásicos generalmente tratan la economía del comportamiento como un complemento útil a la teoría TEN, ignorando la contradicción que conlleva.
Por otra parte, también se equivocan pensando que la economía ambiental, que es una rama de la TEN, considera que la protección del medio ambiente puede lograrse simplemente mediante la fijación de precios en mercados. La alternativa está, en cambio, en la economía ecológica social que tiene un nuevo campo transdisciplinario con un mayor énfasis en la protección ambiental y la justicia social.
Nuevas observaciones
Diesendorf y otros autores (2024) publicaron recientemente una nueva crítica a la TEN. Los autores se inspiraron en la amenaza que, según ellos, representa esta teoría para nuestro sistema vital, el medio ambiente natural y la justicia social. Dado que la TEN se autoproclama una ciencia y utiliza el lenguaje de las ciencias físicas, es apropiado que sea criticada por científicos naturales.
El artículo menciona la crítica a diez hipótesis que parecen fundamentar la TEN y cuatro afirmaciones adicionales de muchos de sus defensores. Dado que existen numerosas análisis y definiciones, el documento se centra en tres supuestos no probados que definen todas las variantes de la TEN: el individualismo metodológico, el equilibrio y el instrumentalismo metodológicos.
Fundamentos inestables
Según el autor, la suposición del individualismo metodológico afirma que los fenómenos socioeconómicos pueden describirse en términos de motivaciones personales subjetivas de actores individuales, sin la influencia de otros actores ni de la sociedad. Sin embargo, en el mundo real, las decisiones individuales se ven influenciadas por la publicidad, la moda, los amigos y familiares, las leyes y otras instituciones.
Además, el individualismo metodológico no puede explicar de forma creíble los grandes problemas globales, como el cambio climático, la guerra, la escasez de recursos globales, la pobreza y las pandemias. Estos problemas involucran sistemas socioeconómicos y políticos complejos en los que el todo es mayor que la suma de sus partes; en otras palabras, poseen propiedades emergentes.
Equilibrio metodológico
La suposición del equilibrio metodológico afirma que los sistemas económicos se encuentran generalmente en o cerca de un estado de equilibrio general, donde la oferta y la demanda están equilibradas en todos los mercados. En el mundo real, los ciclos de auge y caída, así como otras crisis financieras, demuestran que los sistemas económicos a menudo distan del equilibrio.
Además, la TEN que subyace en el equilibrio se basa en la noción de que los seres humanos se comportan como completamente egoístas, consistentemente racionales en el sentido económico, pueden acceder y procesar toda la información disponible, y pueden optimizar sus decisiones.
Al respecto, estas nociones han sido refutadas por hallazgos antropológicos y sociológicos que indican que la cooperación existe junto con la competencia en todas las sociedades conocidas por la humanidad. Asimismo, el economista Joseph Stiglitz, el matemático aplicado y físico teórico John Blatt, entre otros, han demostrado teóricamente que no existe garantía de equilibrio, optimalidad ni estabilidad en los sistemas económicos.
Instrumentalismo metodológico
Diesendorf señala que la TEN no predijo la crisis financiera mundial de 2008-2009 y, posiblemente, su derivación neoliberal fue responsable de dicha crisis. Quienes practican la TEN evaden la responsabilidad de sus numerosos fallos de predicción recurriendo a la hipótesis del instrumentalismo metodológico, que afirma que las teorías económicas de la TEN no tienen por qué explicar el sistema económico real ni predecir tendencias futuras, siempre que no sean contradichas por la observación.
Desde la perspectiva de las ciencias naturales, esta suposición supone un reconocimiento de la inutilidad de la TEN, más allá de su función de recopilación de datos. Dado que muchas de las hipótesis y afirmaciones de la TEN son refutadas por la observación de socioeconomías reales, por la lógica elemental y por la falta de consistencia interna. Esto respalda la conclusión para el autor de que la TEN no solo es inútil, sino destructiva.
Observaciones finales
Diesendorf y otros autores también critican siete hipótesis adicionales y cuatro afirmaciones de algunos economistas neoclásicos. En el artículo se argumenta que el medio ambiente natural no puede separarse del sistema económico.
Asimismo, que el concepto de economía Pareto-eficiente de la TEN, utilizado por los neoliberales para oponerse a la intervención gubernamental en el mercado, no existe en el mundo real; que los subsidios a quienes tienen altos ingresos generalmente no llegan a los pobres; y que los déficits presupuestarios gubernamentales generalmente no son inflacionarios.
Por otra parte, un análisis crítico de las hipótesis refutadas que sustentan la TEN muestra que esta no describe el comportamiento de las economías reales de la sociedad industrial. Cada hipótesis no satisface uno o más de los requisitos básicos de la práctica científica.
La TEN es fundamentalmente errónea, mala ciencia, irracional en el sentido común de la palabra y sesgada hacia los ricos y poderosos. Perjudica la democracia al favorecer la captura del Estado por intereses creados. Por lo tanto, no debe utilizarse como guía para las políticas gubernamentales, finaliza el autor.
COMENTARIOS
DEJE SU COMENTARIO
La finalidad de este servicio es sumar valor a las noticias y establecer un contacto más fluido con nuestros lectores. Los comentarios deben acotarse al tema de discusión. Se apreciará la brevedad y claridad.