Hoy que el país se encuentra en una situación difícil por temas de seguridad, informalidad y corrupción me puse a pensar cómo todo eso afecta nuestra marca Perú. Esa marca que nos ayudó a romper récords de inversiones y turismo. Seguramente todos recordamos aquellos comerciales geniales que nos hacían sentir muy orgullosos de nuestro país. Sin embargo, con la situación actual que afrontamos, lo más probable es que la “salud de marca de nuestro país”, también se haya visto afectada.
Y es que nuestra marca, como cualquier empresa, vive de su reputación. Y si la reputación empieza a verse dañada por crisis institucionales y/o sociales, hay una gran probabilidad que la inversión privada y extranjera pueda disminuir. Y sin inversión, no generamos valor.
Esta mañana vi la video columna de Omar Mariluz, Director de Diario Gestión, donde hacía mención a que este año, el Premio Nobel de Economía fue otorgado a investigadores que demostraron cómo la calidad de las instituciones impacta directamente en la prosperidad de las naciones.
Básicamente la propuesta de los profesores Acemoglu, Johnson y Robinsonse centra en que, como sabemos, hay países ricos y países pobres. Sin embargo, ellos profundizan sobre el por qué de esta diferencia y qué tienen e hicieron algunos países pobres para progresar y desarrollarse desde posiciones retrasadas. Por ejemplo, los países asiáticos en las últimas décadas. Ellos se preguntaron ¿Cuáles son las causas de estas diferencias en la riqueza y de que se mantengan? ¿Por qué fracasan los países?
Y una de las razones principales es por la calidad de las instituciones, ya que estas determinan la relación entre quienes ostentan el poder (los gobernantes) y el resto de la sociedad. Cuanto mejores son, mayor es la prosperidad y mayores son las posibilidades de desarrollo económico.
Acemoglu, Johnson y Robinson distinguen entre dos tipos de instituciones:
Las instituciones inclusivas, que se fundamentan en sociedades democráticas donde los líderes políticos permiten a la ciudadanía desenvolverse, de forma que alcancen sus objetivos económicos y sociales. Este tipo de institución incentiva los comportamientos que facilitan el buen funcionamiento de la economía, la creación de riqueza y el desarrollo de la sociedad. Y una sociedad fuerte demanda mejores instituciones, con lo que se genera un círculo virtuoso de crecimiento económico, progreso social y mejora continua de las instituciones.
Y por otro lado están las instituciones extractivas, donde no se respetan los derechos básicos y no hay seguridad jurídica. Aunque son más comunes en autocracias, también pueden estar presentes en democracias. En este caso, las élites políticas persiguen extraer los recursos del resto de la sociedad para su propio beneficio. Este contexto limita el incentivo de la sociedad a generar riqueza, emprender e innovar y menoscaba el desarrollo social.
Queda claro en que escenario empieza a vivir nuestro país.
Entonces… ¿es hora de hacer una actualización? ¿De reinventar la marca? Si los productos y las empresas se reinventan, ¿por qué no lo podría hacer nuestro modelo y así generar un impacto en la reputación de un país? Y esta reinvención tendría, como principal objetivo, mejorar la calidad de vida de los peruanos y así fomentar la inversión privada y fortalecer nuestra marca Perú.
Porque la inseguridad ciudadana, la corrupción y otros males que afectan al país no son el problema, son los síntomas de un problema mayor. Es por eso que si no generamos un cambio, una innovación en nuestros modelos, no vamos a poder reinventar nuestro país.
Por ejemplo, una medida interesante sería impulsar una academia como la diplomática para formar a los futuros representantes políticos, que fomente la discusión y la pluralidad de ideas. Así, evitaríamos congresistas improvisados y oportunistas, y podríamos escoger a los mejores candidatos que se prepararon para ejercer estos cargos.
También deberíamos tener requisitos más rigurosos para postular a congresista y no sólo ser peruano, tener más de 25 años, ser votante y parte de un partido político. Los tiempos y las necesidades del país ya no están para pedir el mínimo. Si para contratar a alguien en una empresa pedimos un perfil, con más razón para representarnos como país. Por ejemplo, no tener antecedentes penales o policiales sería un requisito fundamental, así como una educación superior.
Independientemente de la posición política, es evidente que necesitamos mejores representantes, que tengan como fin prioritario el bienestar del país. Hoy es fundamental trabajar por mejorar la seguridad ciudadana, pero también la educación, la salud y la formalidad. Un tercio de la población es pobre, más 1 millón de peruanos en el 2024 no pueden leer ni escribir (cifras INEI- Instituto Nacional de Estadística e Informática), y ese es el resultado de la ineficiencia de los programas sociales, la inestabilidad política y la falta de foco en la educación.
Si no trabajamos en educación, no podremos acceder a una mejor calidad de vida. Después de todo, como leí en un artículo, la educación es la herramienta para lograr mejores ciudadanos, sustentar el desarrollo del país y contribuir a cambios sociales.
Entonces, para responder al título de este post ¿Qué pasará con la marca Perú? Empezará a verse afectada por el contexto y la situación del país si es que no hacemos un cambio. No habrá campaña de publicidad o marketing que genere interés por fomentar la inversión y con ello, impactará de forma negativa en la generación de empleo, aumentando la pobreza y reduciendo el turismo.
Soy Jorge Lazo Arias y cada miércoles encontrarás aquí información sobre marketing, a partir de analizar campañas buenas y también las no tan buenas…porque todo nos suma para conocer las novedades en el mundo del marketing y contar con aprendizajes que podemos aprovechar y aplicar en nuestro día a día.
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