¿Alguna vez ha comido las adictivas
“papitas” Pringles? ¿Sabía usted que -en realidad- no son papas? Así es, una corte decidió que
Pringles no eran papas, en un caso sobre pago de impuestos. La diferencia
entre ser y no ser papas, significó varios millones de dólares de ahorro. Todo
este tiempo usted ha estado engañado, pensando que comía papitas cuando -en una
realidad paralela- el Derecho había decidido que estaba comiendo otra cosa. Los
abogados tendemos a complicar el lenguaje, en varios sentido. ¿Cuál es la razón
para hacer esto?
Leguaje
legal que se separa del lenguaje “coloquial”
¿Qué cosa es un “transgénico”? Cualquiera
pensaría que “un producto que ha sido alterado mediante ingeniería genética,
recibiendo genes de otro organismo”. Pero resulta que esa modificación puede
variar de intensidad, por lo que se habla de “porcentajes de modificación
genética”. En Perú, primero se aprobó una norma obligando a los transgénicos a
poner etiquetas y luego se han prohibido por completo. Sin embargo, en relación
a la primera norma -y seguramente harán lo propio en relación a la segunda- “(…) los empresarios han pedido al Ejecutivo
que se fije un “umbral”, es decir, que si el producto contiene menos de 5% de
material transgénico no se detalle en la etiqueta”. La noticia fue titulada
“Empresas
quieren sacar la vuelta con transgénicos”. Lo chistoso es que -antes de ser
dictada- se podía advertir que ese era un peligro potencial de su creación. La
disociación entre el lenguaje coloquial y el legal, es una herramienta que
tienen los grupos de interés para sacarle la vuelta a las normas, tal como ha
explicado el profesor de la Universidad de Chicago Omri Ben-Shahar, ¡justamente
refiriéndose al caso de los transgénicos! [ver, aquí,
en el video]. Pero acá somos muy “iluminados” para escuchar lo que tiene que
decir uno de los mayores expertos del mundo en un tema, antes de regular.
Un caso parecido es el de la “Ley
de Alimentación Saludable”. Define a
la comida saludable como la que está en “estado natural o con procesamiento
mínimo”. Un pollo a la brasa puede tener
poco procesamiento, frente a un pollo de un lugar considerado más
tradicionalmente “fast food”. Sin embargo, ¿una de las dos es saludable? ¿Bajo
qué criterio? Nuevamente, las definiciones de la ley no necesariamente calzan
con nuestra idea de lo que es alimentación saludable o comida chatarra. ¿Cuál
es el interés por hacer estas distinciones? Unos podrán decir que -de otra
manera- la norma sería inaplicable. Otros, más suspicaces, pensaremos que se
han hecho distinciones con el objeto de excluir a la comida peruana, con la que
no se quiere chocar. El
clásico pan con chicharrón peruano no entra en la norma. Mire usted,
nuevamente, el Derecho nos sorprende yendo más allá de lo evidente: el
chicharrón es “saludable”.
Las definiciones legales, lejos de
informar a los consumidores, los hacen más ignorantes, pues crean conceptos que
separan la realidad de las normas, con el resultado de hacer más confuso el
mundo, en lugar de algo más simple.
Lenguaje
coloquial que se hace “florido” y “técnico” o simplemente huachafo
“Estando
a lo dispuesto en el artículo 171 del Código Procesal Civil, para que la
instancia superior sancione con nulidad el fallo de su inferior, debe existir
causa establecida por ley, sin embargo dicho supuesto no se presenta en el caso
de autos, por cuanto en ella no se advierte la ocurrencia de vicios procesales
insubsanables (…)”. ¿De quién es el auto?
¿Entendió algo? Si no, no se preocupe, yo tuve que estudiar -al igual que
muchos abogados- casi seis años para poder entender algo así.
Los bancos u otras empresas no se quedan
atrás. ¿Alguna vez ha tratado de leer y -peor aun- entender un contrato-tipo?
Esos contratos no solo no se pueden entender, sino que están diseñados para no ser entendidos.
¿Por
qué esto es así?
Una aproximación es la falta de formación
o técnica para hacerse entender claramente. Otra es que es a propósito. La
persona que no es clara tiene un interés en no ser entendida. En el caso de los
abogados, restringir la competencia. Mediante la confusión, crean un “mercado
cautivo” para nuestros servicios. Esto es compartido con otras profesiones
donde, sin ser exhaustivo, incluyo a la Economía o la Medicina. Los médicos
tanto no quieren ser entendidos, que escriben en jeroglíficos sus recetas.
[Imagen tomada de Michael Reuter]
Si uno no entiende algo que solo un grupo
de privilegiados eruditos entiende, entonces -necesariamente- tendré que llamar
a uno de esos eruditos para resolver cualquier cuestión relativa al uso de esos
lenguajes extraños.
La norma que obliga a contar con la
“firma de un letrado” para un proceso judicial o la obligatoriedad de la receta
médica, son solo expresiones de este afán por capturar clientes por medios
artificiosos.
¿Qué
hacer?
Ligada a una de las aproximaciones, la
solución sería tener más clases de redacción en las facultades o impulsar
programas como “Hablemos más
simple” o iniciativas gubernamentales como “Plain Language”. Ligado a la segunda
aproximación, se encuentra una solución mucho más compleja y mucho menos
dependiente de esfuerzos individuales: es la necesidad de cambiar nuestra
cultura, de una que confía en la intervención estatal; a otra que promueva la
competencia como el medio para alcanzar el desarrollo. Solo abrazando una
cultura del trabajo, la libertad individual y la competencia, se podría lograr
alinear el interés público con el privado, lo cual tendría a la claridad como tan
solo uno de sus reflejos. Así, esta aproximación, aunque no es pesimista
propiamente, sí desconfía de la “técnica” para solucionar un problema que -en
realidad- se deriva de una característica estructural de nuestra cultura e
ideas en relación al mercado y la competencia.
COMENTARIOS
Oscar:
Muy buen artículo, ya no recordaba la nota sobre los Pringles y su composición. No recuerdo el detalle, pero si te fijas en la etiqueta, efectivamente tiene más componentes que papas y aceite: almidón de trigo y harina de maíz, arroz y papa. En cuanto a las proporciones, si bien la papa es la mayoritaria, tampoco es la única. Bueno, si me parece justo para una mejor competencia que me digan la verdad. Pringles son snack a base de papas y MR. Chips (Deprodeca – Gloria) si son papas fritas. Igual como ambas.
Lo de los trangénicos es una locura y una tontería. Nunca olvidaré cuando un congresista decía que si un gusano no quería comerse un cultivo pues él tampoco y por eso no debería permitirse el cultivo ni investigación de ese tipo de material vegetal en el país. (ni la investigación!!!!) Bueno, si la idea es cambiar los cultivos para que acepten plagas, ya entendemos que tipo de congresistas tenemos (por eso alguien hablaba de fumigar).
Sobre el lenguaje de los abogados llega a ser risible y en defensa de los os de ambas partes se ponen de acuerdo en cada palabra de los contratos te quedarías estupefacto. Pero este es un fenómeno internacional. Todo esto nos lleva al cartel que tienen los abogados y bien podrías volver a comentar el tema. (por qué yo no me puedo defender en un proceso?)
Finalmente, tu discurso político me parece muy interesante, creo que vas a ser el jale más importante de Rafael Belaunde en su partido Adelante!
Un abrazo.
Saludos señor Sumar. Sobre su artículo:
1) No todos los doctores prescriben dibujando garabatos, he visto suficientes recetas médicas legibles como para concluir que, más que escribirlas mal a propósito, lo hacen por desgano y apuro, teniendo en cuenta la cantidad de recetas que escriben al día y la lista de pacientes en espera, respectivamente. Sin embargo, tenga en cuenta que ellos tienen el incentivo de escribirlas lo suficientemente legibles para que el farmaceuta las pueda entender y no darle al paciente una medicina equivocada o mandarlo de regreso al consultorio para que las reescriba. Bien dice el dicho: “El ocioso trabaja doble”.
Estimado Oscar:
Otra solución es que nos adhiriésemos a movimientos de plain language, como existieron muchos de ellos en otros países caso USA por medio de sus Universidades,
¿No existe algún movimiento en el Perú sobre el uso de Plain Languague?, ya es hora de se presione al gobierno y al PJ para que sus comunicaciones o resoluciones sean claras y precisas para lectura de los usuarios en general.
En realidad el uso del Plain Language, afectaría a muchos abogados, jueces, notarios, etc, que están con el negocio abusando de los legalese terms (términos confusos y ambiguos), pero por otro lado abriría nuevo mercado y otra nueva manera de ver el Derecho, para las personas que queremos innovar.
Saludos.
2) La “obligatoriedad de la receta médica”, más que un “afan por capturar clientes por medios artificiosos” busca restringir el consumo de medicamentos que i) producen adicción, ii) su dosis extendida es particularmente dañina para la salud, y/o iii) pueden tener efectos colaterales nocivos en ciertos pacientes. En ese sentido, la “obligatoriedad de la receta médica” resulta más de su juramento hipocrático que de su avaricia.
3) De la misma manera, el que la norma obligue a contar con la firma de un letrado para un proceso judicial es un costo de transacción necesario en la “realidad práctica” (valga la redundancia del término): Como dice Deirdre McCloskey en “The So-Called Coase Theorem”, muchos economistas creen erróneamente que el teorema de Ronald Coase -sobre quien usted escribió en su último artículo- consiste en cómo los derechos de propiedad fluyen en ausencia de costos de transacción hacia quienes más valoren el bien en disputa sin importar dotación inicial, pero el mismo Coase declaró de que su objeto de estudio no es este mundo idóneo de la “economía del pizarrón”, sino justamente uno en el que estas fricciones reales y prácticas impiden este flujo.
Genial artículo Dr. muy interesante como se desprende en lo que dice y un poco de cierto para muchas personas que los medicos escriben en dificil y los Abogados lo hablan
De acuerdo con usted, Sr. Sumar: Si me permite la digresión, en su paper “The Lighthouse in Economics”, Ronald Coase señalaba que en Inglaterra hubo faros construidos y administrados con éxito en forma privada (sin mayor intervención del Gobierno que la de mantener el Estado de Derecho), contrariamente a las aserciones de los libros de texto de la época que los ponían como el ejemplo por excelencia de un bien que necesariamente debía ser provisto de manera pública, dado que su goce no se podía impedir ni aminoraba el goce de los demás, que son los dos principios que definen a un bien público: la no-exclusión y la no-rivalidad.
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