Hace unas semanas las paralizaciones de los productores de papa en diversas zonas del país, concluyeron, entre otros, con el compromiso inmediato del Estado de comprar la sobreoferta de papa estacional y abrir una mesa de negociaciones para discutir una agenda de la cadena productiva. Ahora, ocurre lo mismo con el maíz en San Martín, reclamo al que se ha sumado el de los arroceros y están latentes otros más que podrían involucrar al café y la leche aunque por razones de naturaleza distinta.
Y si bien la coyuntura política domina la agenda mediática y ocupa los titulares de los principales medios de comunicación, haciéndonos sentir que no hay un camino de salida cierto en el corto plazo, los problemas estructurales que dan origen a las paralizaciones de paperos, arroceros y maiceros no desaparecen y lo único que termina ocurriendo es que se aplican paliativos para resolver la crisis pero no se abordan los problemas de fondo.
Precisamente, por eso, quería dedicarle estas líneas al importante estudio que fue presentado la semana pasada por el Banco Mundial, titulado Tomando impulso en la agricultura peruana, el cual fue elaborado con el apoyo de GRADE y gracias al financiamiento del gobierno Suizo a través de SECO.
El documento da luces sobre lo clave que fue para el crecimiento exitoso de la agricultura exportadora el hecho que el Estado diseñara un grupo coordinado de políticas que incluyeron el mercado de tierras, impuestos, mercados laborales, comercio y cumplimiento sanitario y fitosanitario. Gracias a ello, en términos generales, el sector agrícola ha tenido un buen desempeño acumulado y ha sido un pilar para reducir la pobreza.
Sin embargo, el documento también muestra los contrastes en la contribución regional del sector en el país y como esas disparidades afectan el crecimiento sostenible. Esos contrastes obedecen a la existencia de tres mundos plasmados en las regiones de la costa, sierra y selva que tienen desafíos distintos.
Como es políticamente correcto, no se plantean recomendaciones específicas, aunque sí se sugiere como modelo de intervención para reducir las brechas de productividad un programa de desarrollo territorial multisectorial similar a la Estrategia Nacional para el Desarrollo Rural (ENDER 2004). Para ello, se listan seis prioridades que deben abordarse por región de acuerdo a la importancia relativa de estas para cada una de las tres regiones: (I) Promoción de la innovación, (ii) Fortalecimiento de la distribución de insumos y servicios de asesoría, (III) Creación de capacidades a través de la formación y capacitación, (IV) Mejoramiento de la conectividad y acceso al mercado, (V) Promoción de mercados de tierras y (VI) Facilitación de la gestión de riesgos.
La lectura del documento en su conjunto, que invito a todos a realizar, permite identificar otras tres tareas inmediatas a partir de problemas que subyacen al diagnóstico que se nos ha planteado.
- El fortalecimiento del proceso de descentralización con el fin de impedir que sus imperfecciones afecten la transferencia de información y los procesos de planificación en el agro.
- La actualización del conocimiento sobre los circuitos comerciales de las cadenas productivas.
- El rediseño de los modelos de negocio que permitan superar las brechas existentes a nivel de costos de producción y logística.
De estas tres tareas, me quiero centrar en el rediseño de los modelos de negocio para mejorar los niveles de eficiencia en el acopio. Esto tiene que ver con algunos de los hallazgos del estudio que señalan que el 70% de los caminos rurales que conectan las unidades agropecuarias con los centros de acopio en el país están calificados como malos o muy malos, aunque mejoran aquellos que conectan a estos con los centros de producción.
Ya este primer dato, da luces sobre la importancia de mirar a la luz de esta brecha cierta la necesidad de repensar en mejorar los modelos de negocio con los cuales se trabajan en algunos de los cultivos como ocurre con el café, cadena en la cual tal como demuestra el estudio, los costos de transporte, pérdidas de producto, problemas de seguridad y otros son críticos.
El Plan Nacional de Acción del Café, que está trabajando acuciosamente el Programa Green Commodities del PNUD, conjuntamente con el Minagri, también con el apoyo de SECO, ya ha identificado problemas relacionados con el transporte, los problemas financieros, la seguridad, el tratamiento poscosecha, entre otros. El desafío ahora es que una vez validado en el campo, ese plan de lugar a acciones concretas que permitan ayudar a superar esas brechas para resolver los problemas de forma integral.
La infraestructura de carreteras y caminos rurales relacionada con ese 70% de caminos en mal estado tiene que ver con la falta de actualización del Plan Vial de los Institutos Viales Provinciales que permita priorizar los caminos, la actualización de los instrumentos de gestión de los distintos niveles de gobierno o con la falta de funcionarios formuladores de los proyectos de inversión pública que permita conseguir los presupuestos para conseguir superar estas brechas. Esto tiene que corregirse, pero va a tomar tiempo, y mientras tanto repensar los modelos de negocio puede ser lo más viable para lidiar con estos problemas.
En Costa Rica, la comercialización del café está en manos del sector privado pero es supervisada por el Instituto del Café de Costa Rica. El café que producen todos los caficultores se canaliza por los centros de acopio establecidos en las zonas cafetaleras del país (para transporte seguro), desde donde se les hace llegar a los 94 centros de beneficio que hay en todas las regiones, donde se les somete a procesamiento húmedo para obtener un café pergamino, sin mucílago, lavado y seco. En ese país, para operar como beneficiador hay reglas y se requiere estar inscrito en un registro del Instituto. Todos los beneficiadores ofrecen servicios al productor como abastecimiento de insumos, asistencia técnica y servicio de crédito.
En el Perú, en el caso del café, a raíz de la construcción del PNA del Café Peruano se ha generado el espacio adecuado entre productores, Cooperativas, sector privado exportador y el Estado para reflexionar sobre el modelo de negocio más adecuado, funcional y eficiente, pero se va a requerir un acompañamiento decidido del Estado, sin demoras, sin excusas, sin postergaciones.
Igual ocurre con la papa, el arroz, el maíz, el cacao y la leche. Varias de estas cadenas requieren soluciones en términos de entender los modelos de negocio que pueden ayudar mejor a superar las brechas de productividad que pueden ser difíciles de revertir si no se afrontan de forma integral.
El Banco Mundial con el apoyo de GRADE y el respaldo de SECO han hecho una contribución importantísima para avanzar en la reflexión de los modelos que necesita nuestro agro para que se reduzcan las diferencias de los tres mundos que hoy caracterizan el campo en nuestro país.
Eso es lo esperanzador.
Lo desesperanzador será que la coyuntura política nos haga perder de perspectiva la importancia de avanzar en esa tarea.
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