Por Giacomo Sanguineti Ravettino, estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad del Pacífico.
En Perú, la informalidad sigue siendo un desafío urgente para el desarrollo económico y social. Entre el 65% y el 75% de la Población Económicamente Activa (PEA) trabaja en el sector informal, mientras que solo el 20% tiene un empleo formal. Este fenómeno perpetúa la pobreza, limita la productividad y frena el crecimiento del país, creando un entorno propicio para la corrupción y debilitando la confianza en nuestras instituciones.
La informalidad es el resultado de varios factores, como servicios públicos deficientes, un marco regulatorio opresivo y una estructura productiva primitiva. En este contexto, el sector privado puede desempeñar un papel crucial en tres áreas que podrían transformar la realidad laboral en el país: educación y capacitación técnica, simplificación de la formalización e innovación tecnológica para la inclusión financiera.
El sector privado tiene la oportunidad de convertirse en un aliado estratégico en la educación técnica de nuestra fuerza laboral. Colaborando con instituciones educativas, las empresas pueden desarrollar programas de formación que respondan a las demandas reales del mercado. Un ejemplo notable es el modelo de aprendizaje dual, fundamental en el éxito económico de países como Alemania y Suiza. En Perú, sectores como la manufactura y la agroindustria podrían beneficiarse enormemente de esta práctica, proporcionando a los trabajadores las herramientas necesarias para integrarse plenamente en el sector formal. Iniciativas como el “Youth Engaged Programme” (YEP) de PwC en Sudáfrica, que ha transformado la empleabilidad de jóvenes y les ha abierto puertas en el ámbito laboral formal, demuestran cómo una capacitación bien dirigida puede ser un motor de cambio.
A la par, la burocracia y los costos asociados a https://uniquetowinggoa.com/ la formalización representan barreras significativas para las pequeñas empresas. En este contexto, las grandes corporaciones pueden desempeñar un papel crucial al ofrecer asesoría legal y contable, e incentivar la formalización mediante contratos a largo plazo o mejores condiciones de pago. Un ejemplo claro de cómo fortalecer a las pequeñas empresas y promover su formalización es el programa “Desarrollo de Proveedores de Excelencia” de Antamina. Además, la creación de “ventanillas únicas” gestionadas por asociaciones empresariales podría simplificar considerablemente los trámites y reducir los costos, motivando a las empresas a dar el paso hacia la formalización.
Asimismo, el acceso al crédito es esencial para el crecimiento de las mipymes, pero en Perú solo el 9% de estas empresas tiene acceso a financiamiento formal, en contraste con el 40% en países como Chile y Colombia. La tecnología y la innovación financiera tienen el potencial de transformar este panorama. Las empresas financieras y tecnológicas están en posición de desarrollar soluciones que incluyan a más personas en el sistema financiero formal. Modelos como los microcréditos basados en algoritmos de riesgo alternativos y la creación de historiales crediticios a partir de datos no tradicionales abren nuevas oportunidades para quienes han sido excluidos del crédito formal. Un ejemplo destacado es la startup peruana Agente Cash, que está llevando servicios financieros básicos a zonas rurales y periurbanas, facilitando la inclusión financiera de poblaciones que hasta ahora han estado excluidas.
Es fundamental diferenciar entre la economía informal, que aunque opera fuera del marco legal, busca la subsistencia en un entorno con pocas oportunidades, y la economía ilegal slot gacor, que involucra actividades delictivas. Sin embargo, existe una delgada línea que a menudo entrelaza ambas, creando un entorno donde pueden coexistir e incluso alimentarse mutuamente. La falta de una regulación adecuada puede hacer que los sectores informales sean vulnerables a prácticas ilegales. Por ello, cualquier estrategia para reducir la informalidad debe adoptar un enfoque integral que promueva la formalización y, al mismo tiempo, prevenga la transición hacia la ilegalidad.
En conclusión, la informalidad es un desafío que requiere un enfoque multifacético, y el sector privado tiene una oportunidad única para liderar esta transformación. A través de la educación, la simplificación de la formalización y la innovación en la inclusión financiera, estas acciones, respaldadas por políticas públicas coherentes, pueden reducir significativamente la informalidad en Perú. Trabajando juntos, podemos construir un país más equitativo, productivo y con instituciones más sólidas. Las decisiones que tomemos hoy resonarán en la historia de nuestro país, y es nuestra responsabilidad asegurarnos de que sean recordadas como un ejemplo de superación ante la adversidad.
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