En la realidad peruana actual, una mujer probablemente tendría 34 años estaría casada o conviviente, y tendría dos hijos. Viviría en el área urbana, en la región de la costa [1] . Tendría educación secundaria completa o superior incompleta y estaría afiliada al Seguro Integral de Salud (SIS) [2]. Participaría en la actividad económica, pero con un empleo inadecuado, informal y de baja remuneración, ganando 30% menos que sus pares hombres.
Trabajaría en el sector comercio o servicios, en una micro o pequeña empresa. Tampoco tendría acceso a créditos bancarios ni a programas de apoyo al emprendimiento [2] . No tendría acceso a beneficios laborales ni a seguridad social. Accedería a Internet mediante un celular, pero con dificultades para pagar el servicio [2] . Esto la limita mucho para acceder a información, educación, salud y otros servicios que podrían mejorar su calidad de vida. Sufriría también algún tipo de violencia por parte de su pareja o ex pareja, y no tendría dónde denunciar ni a quién recurrir [3].
Esta es la realidad de ser una mujer promedio en Perú.
Hoy 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, es crucial reconocer la distancia que aún nos separa de una verdadera igualdad de género en el Perú. Sin embargo, también es una oportunidad para reafirmar nuestro compromiso con la creación de una sociedad más justa y equitativa. Nosotras, las mujeres en posiciones de liderazgo, junto con las empresas peruanas, podemos liderar el camino hacia este cambio, demostrando que la igualdad de género no solo es un derecho fundamental, sino también una pieza clave para el desarrollo sostenible y el éxito empresarial.
Nuestro rol como líderes mujeres es fundamental en este proceso de transformación. Mediante la mentoría, tenemos la oportunidad de guiar y apoyar el crecimiento de otras mujeres, compartiendo experiencias y conocimientos que faciliten su superación de obstáculos y la consecución de sus objetivos. Al abogar por políticas de igualdad, tanto dentro de nuestras empresas como en el ámbito público, impulsamos cambios estructurales que garantizan la equidad salarial, el acceso a oportunidades de liderazgo y la inclusión en áreas tradicionalmente dominadas por hombres. Promoviendo, además, una cultura organizacional que valora la diversidad e inclusión, contribuimos a la creación de ambientes laborales donde todo el personal se sienta valorado, y donde el acoso y la discriminación no tienen lugar.
Y para las empresas que tienen un real compromiso con la igualdad, pueden mejorar esta realidad a través de:
- Implementar políticas claras de no discriminación y equidad de género, que aseguren igualdad de oportunidades en contratación, desarrollo y promoción.
- Desarrollar programas de capacitación y liderazgo específicamente diseñados para mujeres, enfocados en fortalecer sus habilidades y competencias.
- Ofrecer flexibilidad laboral y medidas de conciliación entre la vida laboral y personal, facilitando el equilibrio entre responsabilidades profesionales y familiares.
- Establecer mecanismos de denuncia y apoyo efectivos para casos de acoso sexual o discriminación, garantizando un ambiente de trabajo seguro y respetuoso para todos y todas.
- Fomentar el emprendimiento femenino, que ofrezca oportunidades de financiamiento, asesoramiento y capacitación para las mujeres que quieran iniciar o consolidar sus propios negocios.
Este 8 de marzo, renovemos nuestra dedicación a construir un futuro donde la igualdad sea una realidad palpable para todas las mujeres en el Perú.
Fuentes:
[1] Situación de la Población Peruana al 2023. Una mirada hacia los jóvenes, INEI
[2] Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) 2022, INEI
[3] Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES) 2022, INEI
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