El Centro para el Estudio de la Innovación Financiera (CSFI por sus siglas en inglés) publica cada dos años desde 2007 un estudio sobre los riesgos que enfrenta la actividad aseguradora mundial. Este estudio se realiza sobre la base de encuestas a las propias empresas aseguradoras y a participantes en el sector. Recientemente, CSFI presentó en colaboración con PwC el estudio: “Insurance Banana Skins 2015”, en el que se destaca por tercera vez consecutiva que la Regulación es la mayor fuente de riesgo percibido por las aseguradoras, tanto en el mundo como considerando solo América Latina o el Perú.
El riesgo regulatorio toma varias formas, entre las que destacan Costo (mayores requerimientos de capital pueden afectar la rentabilidad y el crecimiento, así como desalentar la innovación), Competencia (una sobrerregulación puede llevar a que las empresas aseguradoras sean más pequeñas, mientras que en mercados menos desarrollados tomar estándares internacionales puede generar una desventaja competitiva a las empresas locales) y Calidad de la Regulación (mayores requerimientos regulatorios, similares a los aplicados a los bancos, a pesar de que éstos fueron los protagonistas de la reciente crisis financiera mundial pueden ser exagerados).
Ahora bien, las principales fuentes de preocupación cambian según la región. De este modo, tomando las diez principales en Perú, en América Latina y a nivel mundial, solo se encuentra coincidencia en cinco, las cuales son las siguientes: Regulación, Macroeconomía, Resultado de Inversiones, Tasas de Interés y Catástrofes Naturales. De este grupo resulta interesante que la mayoría refleje, más allá de que las condiciones de los años recientes tampoco han sido las ideales, un entorno económico global incierto y el impacto que el mismo tendría sobre las actividades financieras. Estos factores constituyen un riesgo significativo para los encuestados, quienes piensan que el margen de maniobra para enfrentarlos es reducido, lo que impactaría en la eficiencia operativa del sector. Teniendo en cuenta que en el mundo se está migrando paulatinamente a una supervisión basada en riesgos, este contexto eventualmente impactaría en la rentabilidad y llevaría a acelerar o a difundir procesos de consolidación entre empresas.
Por otro lado, entre las preocupaciones compartidas únicamente con la región solo se encuentra la Interferencia política, lo cual estaría reflejando que en América Latina las instituciones son débiles y que las elecciones generan un incremento de la incertidumbre sobre el rumbo económico del país. Además, un sesgo intervencionista de algún gobierno puede llevar a ineficiencia en el sistema asegurador.
Finalmente, entre las diez principales preocupaciones del sector no compartidas a nivel regional ni global sólo se encuentran dos: Reputación y Talento. La primera reflejaría, según el propio sector la lenta adaptación de las empresas de seguros a las redes sociales, un medio en el cual la información se difunde rápidamente sin que necesariamente sea verificada o contrastada. La segunda reflejaría la escasez de profesionales en determinadas actividades, como por ejemplo, actuarios.
Es interesante que algunas de las preocupaciones de los participantes en el mercado peruano hayan sido recogidas por Moody’s Investor Service en su reporte “Industria Aseguradora Peruana – El Crecimiento Saludable y el Buen Desempeño Financiero de la Industria Apoyan la Perspectiva Estable”. En este sentido, con respecto a las preocupaciones sobre Regulación, se destaca que la incorporación de nuevos participantes es limitada y que las normas de contabilidad siguen convergiendo con las mejores prácticas internacionales. En todo caso, más allá de las limitaciones para el fortalecimiento del sector, las perspectivas para la industria aseguradora peruana siguen siendo estables.
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