Últimamente hablo mucho sobre la mentalidad de dueño. ¿Qué es? ¿Por qué es importante? ¿Es algo con lo que se nace o se adquiere en el tiempo con diversas experiencias? ¿Cuáles son las condiciones para desarrollarla?. No creo que haya una única respuesta correcta para cada una de estas preguntas y tampoco creo tener las mejores respuestas, pero sí puedo ofrecer mi perspectiva, pues es algo que vengo reflexionando e impulsando desde hace buen tiempo.
Primero, lo primero: yo pienso que tener una mentalidad de dueño es la clave para triunfar en la vida y en los negocios.
¿Qué es?
Para mí, significa pensar y actuar como dueño de un negocio al que quieres ver triunfar, que genera valor a la sociedad y que es manejado éticamente. Hago hincapié en estos dos últimos puntos porque para mí la palabra “dueño” no significa nada si eso de lo que eres dueño no aporta valor y/o no es gestionado a través de una serie de principios éticos.
Entonces, ser dueño de un negocio implica, ante todo, entender que los resultados dependen de ti y que es tu responsabilidad definir una aspiración y metas claras, en vez de esperar a que otros las definan por ti. También significa tomar acción, empezando por ti. Ningún dueño logra buenos resultados si no está presente, avanzando, haciendo, empujando y remando. Por último, implica movilizar a otras personas a que crean en tu visión y construyan hacia eso. Un dueño siempre necesita aliados de algún tipo. Nadie logra grandes cosas solo.
¿Por qué es importante?
Porque, sea cual sea tu posición o rol en el negocio en el que estés, necesitas de otras personas para lograr los objetivos propuestos. Si cada una de esas personas piensa y actúa como dueño, mayor será la generación de valor. Yo lo veo como algo exponencial: mientras más dueños tenga a mi alcance, mejores resultados obtendré y mientras mejores resultados obtenga, más posibilidades tendré de hacer crecer mi negocio. Contaré con más cabezas pensantes y más manos enfocadas en las cosas correctas, por lo que tendré una mejor estrategia y capacidad de ejecución.
Igual de importante es entender que tu rol como líder, formal o informal, de otros dueños es orquestarlos hacia tu visión, pues no sirve de nada tener muchos dueños trabajando contigo si cada uno de ellos trabaja en su propio silo. Sería ineficiente, caótico y contraproducente.
¿Es algo con lo que se nace o se adquiere en el tiempo con diversas experiencias?
Yo creo que todos nacen con el potencial de pensar y actuar como dueño, pero no todos logran desarrollarlo. ¿Las principales razones?:
- Están en el lugar incorrecto.
- No han tenido experiencias lo suficientemente extremas donde dejaron de depender de otros.
- No han estado en un lugar con las condiciones adecuadas para desarrollar la mentalidad de dueño.
¿Cuáles son las condiciones para desarrollarla dentro de un equipo de trabajo?
No creo que haya una sola respuesta correcta y menos aún una hoja de ruta mágica, pero sí creo que hay ciertos elementos clave que deben existir. Primero, se necesitan personas lo suficientemente humildes que quieran trabajar con personas a quienes consideran aún más capaces o con mayor potencial que ellas. Segundo, el o la líder del equipo debe ser capaz de transmitir una visión clara, comunicar oportuna y claramente, y empoderar a su equipo, para que tengan suficiente libertad de decidir el qué y el cómo. En esta misma línea, el líder debe poder articular cómo todos los “mini-negocios” conectan hacia el objetivo común, y hacer entender a cada una de las personas la relevancia de su rol. Tercero, debe haber artefactos y herramientas correctamente diseñadas que permitan al equipo avanzar con agilidad. No hay nada que frene más a un equipo empoderado que quiere lograr grandes cosas, que procesos engorrosos e ineficientes y la temida burocracia. El artefacto más importante de todos es un sistema de incentivos correctamente diseñado para generar el ganar-ganar empresa-empleado.
Reflexión final
Comportarnos como dueños durante un periodo relativamente extenso de tiempo no necesariamente significa que siempre será así. La inspiración y motivación se desgastan y nuestro rol como dueños implica evolucionar constantemente. Cuando se alcanza o no un hito relevante que estuvimos persiguiendo por buen tiempo, debemos encontrar otro nuevo al cual aspirar para mantenernos en movimiento y crecimiento.
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