El faisán es considerado por muchos no sólo como la más hermosa ave de corral sino como un protagonista de los más deliciosos platillos, siendo esta la razón por la cual tiene especial predilección entre refinados comensales y renombrados chefs.
Por mucho tiempo el faisán ha sido considerado como uno de los principales e infaltables protagonistas en suntuosos banquetes. Es conocido el famoso “Banquete del Faisán” organizado en 1461 en Lille Francia, por el rey Felipe el Bueno, duque de Borgoña, a fin de promover una cruzada contra los turcos que habían tomado Constantinopla. Al respecto, aseguraba un cronista de la época que “todos los señores emparentados con la familia real y los grandes barones de Francia acudieron en una multitud prodigiosa”.
Con el pasar del tiempo, y muy lejos ya de las ostentosas fanfarrias y comilonas de la edad media, se dejaron de consumir el pavo real y el cisne, pero no ocurrió lo mismo con el faisán, el cual sigue siendo considerado como un manjar de estatus y opulencia, razón por la cual es conocido como “el bocado de los reyes”.
En los últimos días se ha criticado mucho al Congreso por haber aprobado exonerar del IGV, que grava la importación y venta interna, a determinados productos entre los cuales se encuentra el faisán. Siendo que la referida medida tuvo por finalidad aliviar el costo de vida de las familias más necesitadas, pareciera un despropósito monumental que esta exoneración haya considerado también a una de las aves de corral de mayor pompa y más emparentadas con la realeza.
Desde el Congreso se ha reconocido que este “error técnico” se produjo debido a que en el texto de las subpartidas arancelarias consideradas no se mencionaba de manera expresa al faisán.
Más allá de ello, nos parece bastante claro que la voluntad del Congreso no ha sido aprobar una exoneración para la importación o venta del faisán, ni tampoco generar un intencionado malestar a la población, que ciertamente se generó. Entonces, ¿cómo explicamos semejante desaguisado?.
Creemos que la respuesta va por el lado de la manifiesta falta de conocimiento, y hasta de importancia, que se le da al Arancel de Aduanas, así como a la técnica y metodología que éste implica.
Al respecto, debemos tener presente que aquello que es objeto de control y regulación (para fines fiscales, sanitarios, etc.) no son las subpartidas arancelarias, sino las mercancías clasificadas en dichas subpartidas. Existen subpartidas genéricas (“las demás”) que comprenden un número indeterminado de mercancías que no pueden ser analizadas en abstracto sin darles un contenido y dimensionamiento concretos dependiendo de la mercancía de que se trate. Siendo que unos de los rangos de subpartidas comprendidos en la referida exoneración del IGV (0105.11.00.00 / 0105.99.00.00), efectivamente no contiene una subpartida específica para “faisanes”, habría sido, precisamente,esta falta de referencia la que habría generado el problema.
Que este episodio anecdótico, que ciertamente será corregidopor el Congreso no sin antes “comerse el sapo” por tremendo papelón puesto en evidencia ante todo el país, sirva para tener conciencia que las materias técnicas no sólo requieren del debido análisis y sustento sino además de tiempo suficiente para entender y reflexionar sobre las consecuencias que determinadas decisiones generarán en las operaciones comerciales, las decisiones de negocios y, puntualmente en este caso, en el día a día de la ciudadanía.
Como reza un refrán “a falta de faisán buenos son rábanos con pan”.
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